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Los trabajadores del Parque Científico piden más servicios: "El transporte público es deficiente"

"Hacen falta establecimientos de hostelería y mejores accesos", aseguran los habituales del espacio

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Por la izquierda, Rubén Valdés, Daniel Lantarón, Alberto Muñiz, Juan Ramón y Borja Marcos, a las puertas del edificio Asturias del Parque Tecnológico, sede de Indra, empresa en la que trabajan los cinco. Ángel González

El Parque Científico Tecnológico de Gijón, en plena Milla del Conocimiento “Margarita Salas”, es una pequeña villa del conocimiento, con sus 4.900 empleos y más de 180 empresas, muy buena parte de ellas centradas en el I+D+I, agrupadas en el entorno de la Laboral. En este enclave hay compañías grandes como Duro Felguera o tan consolidadas como la ingeniería TDK. También otras que tratan de hacerse un hueco en el mercado tecnológico y que ocupan locales en régimen de alquiler. La pandemia ha disparado el teletrabajo, pero aún así siguen contándose por cientos las personas que asisten a diario a trabajar a un enclave que recibe una valoración muy positiva por parte de los usuarios desde el punto de vista profesional. Sin embargo, los habitantes de este “cerebro” echan de menos más y mejores servicios, de forma que, por ejemplo, puedan llegar con rapidez y comodidad en transporte público. O evitar los importantes atascos de tráfico que se generan para salir del recinto en las horas puntas, sobre todo los viernes a eso de las seis de la tarde. Unas carencias que se tratarán de subsanar con la ampliación del Parque, en la Pecuaria.

“Aquí todo el mundo usa el coche. No utiliza el autobús para venir a trabajar ni la gente que vive en Gijón. No hay servicios directos desde los barrios. Y eso que seguro que se llenarían”, subraya Xavier Quidiello, un trabajador de Simbiosys, firma que se dedica a las soluciones tecnológicas basadas en tecnologías web para diferentes plataformas y que comparte uno de los edificios del complejo con otras tecnológicas como Signal Software, Thingtrack o Ubiqware. Carlos Santos, compañero de Quidiello, se desplaza a diario desde Oviedo y tampoco dispone de un transporte público atractivo para dejar el coche en casa. “Se tarda demasiado”, lamenta. En una situación muy similar se encuentra su colega Javier Pérez, que viene a Gijón desde El Entrego.

“Es imposible venir en autobús por cuestión de horarios”, coincide Daniel Lantarón, residente en Avilés y trabajador de Indra, durante un pequeño descanso para tomar un café junto a varios compañeros. Para Carmen García, de Oviedo, la solución pasa porque la Milla del Conocimiento estuviera conectada con Oviedo, Avilés y otros puntos del centro de Asturias mediante autobuses directos o semidirectos a determinadas horas del día. Lantarón recuerda que hace un tiempo se realizó una encuesta entre los trabajadores del Parque para conocer sus necesidades en cuanto a transporte “Nunca se supo nada más del asunto”, lamenta.

La altísima dependencia del coche de los miles de empleados que generan las empresas ubicadas en la zona hizo que durante años fueran habituales los problemas para aparcar dentro del recinto. La pandemia y el teletrabajo han aliviado la situación, al reducir de forma drástica el número de vehículos. “Hasta hace bien poco era muy complicado coger una plaza si no llegabas temprano y era habitual ver coches mal aparcados. Ahora, todo eso ha cambiado porque hay muchísima gente trabajando desde casa”, apunta el gijonés Rubén Valdés, compañero de Lantarón en Indra. Esta compañía tiene un centro de investigación desde hace una década en el edificio “Asturias” del Parque Tecnológico. Se trata de una residencia empresarial que, según los últimos datos, cuenta con 18 empresas. Suman cerca de 330 empleos.

En este edificio, con una ocupación que ronda el 95% de los 2.400 metros cuadrados útiles, abre sus puertas la única cafetería que hay en el recinto y que también está sufriendo las limitaciones derivadas del coronavirus. Además, hay un comedor que – tal y como lamentan sus usuarios– se ha quedado con media docena de mesas también por la pandemia. “Es poca capacidad, por mucho que ahora venga menos gente a trabajar”, indica Alberto Muñiz, que es trabajador de Indra.

Muy buena parte de los empleados del Parque Tecnológico lleva la comida de casa. Las empresas, por lo general, suelen contar con espacios destinados a comedor y áreas de descanso, en este caso tanto interiores como exteriores, en sus propias instalaciones. Los que comen fuera suele hacerlo en alguna de las sidrerías y restaurantes de las inmediaciones del recinto, porque en su interior no hay locales de restauración. Dado el volumen de trabajadores y de visitantes que mueven las compañías implantadas, Daniel Lantarón se muestra convencido de que si se decidiera la apertura de algún establecimiento de este tipo tendría éxito. Y, sobre todo, una vez que vayan aflojando las restricciones fijadas por el coronavirus y se reduzca el alto nivel de teletrabajo que se aprecia en estos momentos en el Parque. La gran cantidad de plazas de aparcamiento disponibles a media mañana de cualquier día de entre semana da buena prueba de ello.

La conveniencia o necesidad de llevar a cabo la ampliación prevista en los terrenos de la Pecuaria despierta diversidad de opiniones, si bien parece haber coincidencia en que potenciará el establecimiento de sinergias beneficiosas para el sector tecnológico, cuyo peso en la balanza económica del Principado y de la ciudad debe crecer de forma exponencial en los próximos años. El plan incluye un gran parque central, un jardín histórico y varios bloques de edificios empresariales que puedan incluir en sus bajos restaurantes y comercios. Además, para los 218.000 metros cuadrados de superficie afectada por la ampliación también se plantea un hotel y hasta gimnasios y salas de cine. En el actual Parque hay quien da más relevancia a que se ponga un cajero bancario o a la construcción de unos nuevos accesos que eviten los atascos de tráfico que a que se lleve a cabo el plan de la Pecuaria. “No sé ni hasta qué punto es necesario todo eso cuando aquí quedan todavía algunos edificios vacíos”, se escucha en la pequeña tertulia que improvisan los empleados de Indra durante la breve pausa mañanera para el café.

Sin embargo, Vicente Endrino, de la sociedad municipal Gijón Impulsa, sí que defiende el proyecto. “Aquí ya sólo quedan dos parcelas por edificar y lo que se plantea para la Pecuaria, un desarrollo como si fuera una miniciudad, me parece muy acertado”, subraya Endrino, para quien las empresas y trabajadores del actual Parque Científico y Tecnológico también podrán beneficiarse de la ampliación y de los muchos servicios de todo tipo que se han proyectado al otro lado de la Laboral: “Hay que tener en cuenta que la Pecuaria se encuentra a sólo a cinco minutos de aquí”.

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