La generación de residuos por la elaboración de sidra puede convertirse en un problema. La magaya, los restos de la manzana después de prensarla en los llagares, se utiliza como abono o como alimento animal en su mayor parte, pero mucho material acaba perdiéndose y podría destinarse a otros usos. Esa es la idea que han tenido los responsables de la empresa de impresión en 3D Triditive, una compañía nacida en Gijón y pionera en impresión para la industria, y que ha lanzado como reto a un grupo de estudiantes de la Universidad de Oviedo: usar la magaya para la llamada fabricación aditiva.

“Cada año se generan en España unos 35 millones de kilos de residuos de manzana, y de ellos el 40 por ciento no se aprovecha porque no tiene apenas valor añadido”, reflexiona Mariel Díaz Castro CEO y cofundadora de la firma gijonesa. Pero en su campo de trabajo sí que se le podría dar a este residuo vegetal una nueva vida dentro, además, de la economía circular para reaprovechar recursos al máximo y generar cero residuos. ¿Cómo? “Haciendo con la magaya un biopolímero para alimentar la impresora y crear piezas”, explica Díaz Castro.

Traducido más sencillo, se trataría de usar la magaya tratada como “tinta”, material de impresión con el que crear piezas. “Tenemos que analizar qué tipo de piezas se pueden imprimir con esta técnica, pero es totalmente factible y entendemos que puede ser una solución para toda esta materia que se desecha y con la que a lo mejor los sidreros no saben muy bien qué hacer”, sostiene la experta. Además, con la ventaja de que esos biopolímeros creados con restos de manzana prensada son sustancias sintéticas biodegradables, con lo que las piezas que se creen a partir de ellos no serían contaminantes.

Pioneros en la sidra

La propuesta de generación de biopolímeros no es nueva, toda vez que ya hay proyectos en otros ámbitos que exploran esta posibilidad: un centro tecnológico investiga en el País Vasco cómo hacer lo mismo con los residuos de la actividad ganadera, pero es la primera vez que se plantea en Asturias y en un sector tan arraigado en la región como es la sidra.

Para ello, Triditive cuenta con la colaboración de una decena de estudiantes del campus de Gijón, a los que han propuesto una labor de investigación y desarrollo del producto dentro del programa “Uniovi Innovation Skills”, la primera plataforma de networking y generación de ideas entre empresa, Universidad y talento universitario en la Milla del Conocimiento. Los chavales ya trabajan en la fábrica en el diseño de soluciones y en contacto con los profesionales del mundo de la sidra para aprovechar los residuos y darles un valor añadido a través de la impresión en tres dimensiones. El proyecto tiene una duración de cuatro meses, y se espera que para el verano ya se puedan obtener resultados.

Además del reto de la reutilización de la magaya, varias empresas de Gijón han lanzado otras propuestas para desarrollar el ingenio de los alumnos y generar un ecosistema innovador para alumnos de los últimos años de carrera.

Así, Neoalgae propone diseñar una campaña de marketing basada en métodos de comunicación innovadores para el lanzamiento de una nueva línea de cosmética natural certificada; MBA busca crear una estrategia comercial de una compañía internacional dirigida a despertar el interés de usuarios de prótesis por sus nuevos productos; Guppy quiere diseñar un nuevo servicio en su plataforma de movilidad; y PixelsHub aspira a diseñar un servicio, metodología o sistema que permita promover, concienciar, facilitar y mejorar la relación entre las personas de un equipo de trabajo. O EDP e Izertis, que proponen retos como el impulso del uso del coche eléctrico en Gijón o el desarrollo de soluciones relacionadas con la pandemia como detectar y alertar sobre el estado emocional y cognitivo de las personas mayores que viven solas hasta diseñar una plataforma tecnológica que facilite la movilidad de los ciudadanos y se controlen los contagios sin frenar la economía. Todo un abanico de posibilidades para la innovación.