Los socios del Grupo Covadonga respaldaron ayer por una abrumadora mayoría que rayó el 95 por ciento de los votos favorables las cuentas de 2019 y de 2020, así como los 11,16 millones de euros de presupuesto para el presente ejercicio. En este punto se incluían las medidas a favor de los abonados por la pandemia propuestas por la directiva que encabeza Antonio Corripio y que se traducen en la congelación de las cuotas, el mantenimiento del precio de los cursillos y los servicios generales, así como la suspensión del cobro de instalaciones deportivas durante los meses de restricciones, como adelantó LA NUEVA ESPAÑA. Este punto salió adelante con 170 “síes”, 6 “noes” y tres abstenciones. Además, el club mantiene un capital pendiente de amortizar de 3,5 millones de euros, que es la cifra más baja desde el 2014. Al encuentro, en el Pabellón de las Naciones del recinto ferial “Luis Adaro”, asistieron 259 grupistas de un aforo máximo de 575 personas. “Ofrecemos lo máximo que se puede”, destacó el presidente.

La asamblea de ayer fue la primera que celebró el Grupo en tiempos de pandemia. La sesión se desarrolló con estrictas medidas de seguridad. A cada socio se le asignó un dispositivo personal de rastreo por si en los próximos días se detecta algún positivo por coronavirus. El acto arrancó con la constitución de la mesa moderadora que estuvo encabezada por los socios Blanca Lozano, José Luis Alonso y Margarita Gutiérrez, y se prolongó casi cuatro horas. Discurrió con tranquilidad, salvo por las quejas de dos socios, Mariano de la Puente y Damián Martínez, que buscaron hacer una enmienda a la totalidad del mandato de Corripio y le afearon su enfrentamiento con el Ayuntamiento por el anillo navegable. A Martínez, algunos presentes le reprocharon que “quisiera resolver cuestiones personales” con el presidente. Sobre la cuestión del Piles, Corripio reconoció que espera “encauzar” las relaciones con el Ayuntamiento.

El primer punto del día fue la presentación de las medidas a favor del socio por la pandemia, que supondrán un ahorro de 1.028.301,50 millones de euros, lo que “equivale a la devolución de una cuota y media”, apuntó Corripio. Se aprobaron por una abrumadora mayoría de casi el 95 por ciento, junto al presupuesto del presente ejercicio, que será de 11.166.953,63 euros, siendo el 76,99 por ciento de esa cifra las aportaciones sociales. “Se produjo un descenso del 16,38 por ciento de los ingresos en cursillos”, destacó Begoña Espasande, la vicepresidenta económica de la entidad, encargada de presentar ese punto del día.

Previamente, se aprobaron las memorias de actividades y cuentas de 2019 y de 2020. En relación al 2019, tomó la palabra el tesorero, Joaquín Miranda, que puntualizó que “fue el último año normal”. “Fue el pistoletazo de salida al plan director y se hicieron encuestas entre los socios para valorar cómo quieren que sea el Grupo”, añadió. En cuanto a cifras, la entidad cerró el ejercicio con un superávit de 139.105,15 euros. “El beneficio se consiguió con un control del gasto”, valoró Miranda. Los socios refrendaron estos números, con 201 votos favorables, diez en contra y ocho abstenciones, lo que supuso un apoyo a la gestión de la directiva del 91 por ciento de los presentes.

“El 2020 fue el año más complicado de nuestra historia”, apuntó Miranda, cuando tocó centrarse en la memoria del año pasado. Por la pandemia, los ingresos se redujeron en 1,8 millones. El club dejó de ingresar un 10,55 por ciento menos por los cursillos, que muchos tuvieron que suspender durante el confinamiento. Por ello, la importancia de las cuotas sociales fueron aún más importantes ya que supusieron 8,5 millones del presupuesto total. “Gracias a las cuotas nos hemos mantenido”, apostilló Miranda. La memoria del 2020 también la refrendaron los socios con 199 votos a favor, diez en contra y tres abstenciones. O sea, un 93 por ciento de los presentes estuvo de acuerdo.

La asamblea de ayer también fue la oportunidad para que la directiva del club escuchara a los socios. Tomaron mayoritariamente la palabra De la Puente y Martínez. El segundo aseguró durante el pasado verano que encabezaba la portavocía de un grupo de socios que estaba recogiendo firmas para que la entidad devolviera el 50 por ciento de las cuotas a las familias en apuros económicos por la pandemia. Necesitaba más de 300 firmas y aseguró haberlas reunido aunque rehusó presentarlas “por miedo a represalias”. Algunos socios le afearon que hiciera uso de la palabra para plantear “cuestiones personales”. También fue muy participativo Senén Morán, que es el dueño de una empresa de suministro de productos químicos. Se mostró quejoso porque su firma no ganó una adjudicación del club. “Podría recurrir, pero no lo haré para que no paguen los socios del club”, indicó.

Por último, se designó como socios censores a Alfredo Enrique Fernández y a Octavio Fernández y como defensor del socio a Jesús María Llinares. En ruegos y preguntas, un socio reclamó un mejor acceso peatonal para la sede en Mareo. Gonzalo Cuesta, otro abonado, reclamó que no “se faltara al espíritu grupista” y agradeció la labor de la directiva.