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Los músicos de la calle piden una norma para tocar en los bares de Gijón

“No queremos más multas”, aseguran los artistas, que exigen facilidades para actuar al aire libre y regularizar las actuaciones en los locales hosteleros

Los músicos de la calle piden una norma para tocar en los bares de Gijón

Los músicos de la calle piden una norma para tocar en los bares de Gijón

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Los músicos de la calle piden una norma para tocar en los bares de Gijón Pablo Palomo

Rodrigo Cobos tiene 30 años y de los lóbulos de su orejas cuelgan sendos pendientes, uno de una guitarra y otro de un saxofón. Su pasión y su profesión son la misma cosa: la música. Y desde hace diez años las ejerce habitualmente en pleno paseo de Begoña. Tiene un nombre artístico sugerente. Se hace llamar “Rodrigo No sé Qué”. Un mote ambiguo que no casa con la firmeza de sus convicciones.

Cobos forma parte de un colectivo de músicos callejeros que se reúne todos los domingos desde el 6 abril frente al teatro Jovellanos para hacerse oír. Han compuesto una canción protesta que a golpe de acordes reclama que, a partir del 9 de mayo, tras el fin del toque de queda, se regule la música al aire libre y se permitan actuaciones en los bares. “Tocar, ya se toca, pero queremos hacerlo con seguridad. Sin riesgo a que nos multen”, explica este colectivo.

Cobos no ejerce de solista en la demanda. Le hacen los coros Raúl Beltrán, Silvia García y Nico Córdova, otros músicos callejeros. Para ellos, como para el resto, el 9 de mayo supone una frontera. Una vez decaiga el estado de alarma, reclaman a la sociedad municipal Divertia que vuelva a expedir los permisos para actuar en la calle. A la vez, le cantan las cuarenta al Principado para que les permita actuar en los locales hosteleros, algo que, salvo en escenarios muy concretos, no está permitido. “Muchos hosteleros no programan por miedo a una multa”, dicen.

Rodrigo Cobos, en la plaza del Seis de Agosto. Juan Plaza

Como artistas que son, cada uno tiene su perfil. Silvia García es una joven de 25 años que lleva tatuada una clave de sol un poco más arriba de su muñeca derecha. Se hace llamar “Silvia Von Nadie” y tiene junto a Cobos y Beltrán un grupo que se llama “Poleo, Menta y Jazz”. Toca el acordeón, el piano, la guitarra y también la flauta travesera. Desde hace dos años se la puede escuchar en la zona Centro de Gijón. “No tiene mucho sentido que un local pueda poner la música muy alta y que no pueda haber un cantautor con una guitarra”, razona.

De Raúl Beltrán se puede decir que es músico profesional, que nació en Oviedo y que llegó a Gijón hace dos años. Suele actuar también en Begoña, aunque de vez en cuando se le escucha frente a los Ayuntamientos de Oviedo y de Avilés. La pandemia ha hecho chirriar su actividad musical. “El confinamiento fue una ruina total”, afirma un joven de 26 años que no se separa de su contrabajo. Rodrigo Cobos explica que actuar en la calle tiene sus graves y sus agudos. “Lo mejor es el contacto cercano con el público y lo peor, el frío”, ríe.

Actuación en el paseo de Begoña. Juan Plaza

Nico Córdova tiene 30 años y dice las cosas con su inconfundible acento chileno. Maneja el bandoneón, un instrumento de viento que a los ojos del profano recuerda a un acordeón. Lo de las actuaciones en la calle lo entiende de forma intensa, casi pasional. “La calle no tiene miramientos. Es la realidad la que está de frente”, afirma. “Regular las actuaciones en la calle es bueno y también lo es que se pueda actuar en los bares porque para nosotros es una fuente de ingresos”, relata el músico.

Otra que sabe perfectamente lo que es actuar en la calle es Cecilia Aivar, la violinista gijonesa que actuaba en cruceros y que por la pandemia tuvo que ofrecer su destreza en el paseo de Begoña. Ahora es más frecuenta verla por el paseo del Muro con su inseparable violín eléctrico. Su nueva etapa, aunque salpicada de momentos bonitos, no siempre es fácil. “La Policía Local me ha preguntado varias veces si tengo permiso y claro que no porque ahora están congelados. Así que a partir del 9 seré la primera en ir a buscarlo”, cuenta con gracia.

Ella, como el resto del gremio, tienen muchas esperanzas puestas en el verano. Aguardan a que tras el final de toque de queda puedan volver a actuar en la calle con cierta paz. A la vez piden que cuando se termine el estado de alarma, el Principado les permita actuar también en los bares. Ya lo dice el estribillo de su canción. “Legalización de la música en las calles, legalización de los música en los bares. En Xixón queremos tocar, sin que nos vengan a multar”.

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