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La figura de la semana / José Ángel pravos / Párroco de San Miguel de Pumarín y nuevo vicario episcopal de Gijón y Oriente

José Ángel Pravos: la sencillez detrás de un altar

Nacido en Ciudad Rodrigo aunque criado en la comarca de Avilés, es un avezado usuario de la informática y disfruta viendo documentales

La sencillez detrás de un altar

Trabajador, accesible, ducho en la informática, serio y con amplitud de miras. Así describen los sacerdotes gijoneses, en particular, y asturianos, en general, a José Ángel Pravos, titular de la parroquia de San Miguel de Pumarín desde 2018 y, por decisión del arzobispo Jesús Sanz Montes, nuevo vicario episcopal de Gijón y de Oriente en sustitución de Jorge Cabal. Su labor consistirá en ser el enlace entre la máxima autoridad católica de Asturias y 251 parroquias de lugares muy diferentes y distantes. Un reto complejo, en unos tiempos complicados, que se encomienda a un sacerdote que en sus más de cuatro décadas de oficio ha destacado por su sencillez.

Las raíces de Pravos hay que buscarlas en Ciudad Rodrigo, una coqueta ciudad salmantina a poco menos de 30 kilómetros de la frontera con Portugal. El mayor de una saga de seis hermanos pasaría poco tiempo en tierras mirobrigenses, ya que a los nueve años emigró junto a su familia a Asturias. Sigue conservando parientes en la provincia castellana, a la que guarda un especial cariño. No en vano cursó su licenciatura en Teología Dogmática entre 1997 y 1999 en el edificio de La Clerecía, donde la Universidad Pontificia de Salamanca tiene su sede en la bellísima calle Compañía, pleno centro de la capital del Tormes.

Explican los que han compartido momentos con él, que Pravos se siente un asturiano más. A punto de cumplir 67 años, ha pasado la mayor parte de su vida en el Principado desde que sus padres se asentaran en la parroquia avilesina de Miranda. Hijo de un encofrador, tiempo después se mudaron a la localidad corverana de Las Vegas. Se convirtió en sacerdote en 1979, tras pasar por el seminario de Oviedo. Guarda buenos recuerdos de sus años mozos, cuando gustaba de jugar al fútbol. Además, destacó como un voluntarioso jugador de frontón y disfrutaba de excursiones por el monte.

Su trayectoria religiosa es dilatadísima. Su primer destino fue Vega de Rengos, en Cangas del Narcea, donde estuvo nueve años. Fue vicario episcopal del Occidente, entre 1988 y 1997 y de 1999 a 2003 fue el párroco de Tudela Veguín. Donde más tiempo pasó fue en la iglesia de Santiago de Sama, donde fue el titular durante 15 largos años, hasta que en septiembre de 2018 lo trasladaron a San Miguel de Pumarín. En Gijón también ha impartido los cursillos prematrimoniales.

Lector avezado, entre sus aficiones se cuentan los documentales y los vídeos musicales. Cuentan también que en sus años en la parroquia de Santiago también era muy aficionado a hacer carambolas con el billar. En cuanto a preferencias futbolísticas, se le podría considerar simpatizante, aunque no militante, de la fe que se imparte en el templo del Santiago Bernabéu. Su tiempo libre, que no es mucho, lo dedica sobre todo al estudio de textos teológicos.

En sus veranos de juventud, cuando volvía del seminario a casa, a Pravos nunca le dolieron prendas en ayudar a la economía familiar. Trabajó de muchas maneras, desde camarero a obrero y hasta fue encofrador, como su padre. Aquello que aprendió a pie de obra bien le sirvió en los 42 años que lleva como sacerdote, donde tuvo que hacer frente a numerosas actuaciones. Una de las más recordadas fue en Tudela Veguín, cuando en 2002 el Principado autorizó la construcción de 80 nuevos nichos en 300 metros cuadrados para ampliar el cementerio.

Donde no olvidan sus reformas es en la parroquia de Sama. Se encargó de las reformas para renovar la fachada y el interior del templo. Otro punto a su favor en ese lugar fue la recuperación de la procesión de Santiago, con mucha raigambre en la localidad, y que había quedado interrumpida desde hacía 42 años. Casualidades de la vida o no, una de las últimas misas que dio en Sama fue precisamente el epílogo de las fiestas de Santiago. Corría en mes de julio de 2018, pocas semanas antes de asumir la parroquia de San Miguel de Pumarín.

Dialogante, dicen de él que cuando se produce alguna reunión entre sacerdotes siempre es de los que expone su punto de vista. También afirman que es una persona muy pegada a los ordenadores y que se desenvuelve con soltura en las labores informáticas. Solo un año más mayor que él es Adolfo Mariño, el abad del Santuario de Covadonga, quien tiene buenas palabras sobre Pravos. “Tiene una gran humildad y una profundidad espiritual recia. Es un pastor cercano a las comunidades. Siempre aportó programas originales”, asegura.

De todas esas cualidades de las que ha hecho gala en sus cuatro décadas como sacerdote deberá tirar ahora José Ángel Pravos en su nueva labor. Como vicario de Gijón y de Oriente tendrá que supervisar la friolera de 50 parroquias en el Arciprestazgo de la ciudad, 80 en Covadonga, 59 en Villaviciosa y otras 62 en Llanes. O sea, una amplia zona de Asturias. Y todo en ello en el contexto de una pandemia y de la creciente escasez de sacerdotes, sobre todo, en la zona rural.

No solo eso. Deberá intervenir en la reorganización eclesiástica en Gijón en unidades parroquiales, un proceso que está a punto de culminar después de varios meses de estudio por parte de los sacerdotes de la ciudad. Pilotar todo ese cambio será un reto apasionante para un sacerdote que mantiene su sencillez como fórmula par acercarse a los fieles.

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