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Un “sí, quiero” para aliviar el cáncer

Una gijonesa lleva a casarse por sorpresa y en ambulancia a su pareja, que lucha contra un tumor en el esófago: “Es un héroe”

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Por la izquierda, Claudia Granda, Alexis Varela, Tini Huergo, David Fernández, Ángela Huergo, Begoña Huergo, Rosa María Fernández y Juan Luis González a la llegada al Palacio de Justicia de Gijón. Juan Plaza

Quizás por los ciclos de quimioterapia que recibe para tratarse del cáncer de esófago que padece, el tercer tumor al que hace frente en sus 67 años de vida, cuando David Fernández Baltar habla lo hace con un hilo de voz, arrastrando fatigosamente las palabras. Pero esta mañana en el Palacio de Justicia pronunció sin problemas la frase más importante de su vida. Un “sí, quiero” como una catedral que le unió a Ángela Huergo, su novia desde hace 21 años (y la organizadora de una celebración sorprendente), hasta que la muerte les separe. Especial, sobre todo, para el propio David Fernández, que no sospechaba que se levantaría soltero y se acostaría casado. “Quiero darle fuerzas porque está con quimio. No quiero que tire la toalla”, aseguró la novia.

Por las formas y por el fondo, el enlace entre David Fernández y Ángela Huergo se salió de lo convencional. El novio no tuvo que esperar por la novia, como manda la tradición, porque los dos llegaron en el mismo vehículo: una UVI Móvil de Transinsa, con desfibrilador incluido, que conducía Juan Luis González, técnico en emergencias, enfermero y responsable en Asturias de la Fundación Ambulancia del Deseo, una entidad con 50 voluntarios que se dedica a cumplir los anhelos de los pacientes con un estado de salud más precario.

Un momento de la ceremonia Juan Plaza

“Les hacía mucha ilusión que les lleváramos nosotros porque David usa nuestras ambulancias para ir a tratarse al Hospital de Cabueñes”, relató González, que estuvo acompañado por Claudia Granda y Alexis Varela. La Fundación abrió su sede en Asturias en octubre de 2020, aunque lleva activa desde el 2007 con su base central en Murcia. Desde que abrieron en el Principado han hecho dos viajes. El de hoy, y el de Joaquim Pereira Almeida, un caboverdiano cuyo último deseo era morir en su país y al que llevaron desde Burela, Lugo, hasta Lisboa donde tomó un avión.

En la boda de Fernández y Huergo solo faltaron las cosas importantes de las menos importantes. La novia no se casó de blanco y el arroz se sustituyó por pétalos de rosa. Tampoco hubo banquete, tan solo un pequeño aperitivo después del enlace y un almuerzo en la intimidad del hogar porque la salud del novio, avilesino, no es para tirar voladores. Sin embargo, no faltó lo fundamental: el amor sincero que ambos se profesan. “Este señor me lo ha enseñado todo. Me ha hecho mujer. Es un héroe, un luchador”, afirmó Huergo, un poco antes de la ceremonia. La pareja se conoció bailando hace 21 años en una discoteca, que es una de las mejores maneras de verse por primera vez. “Me sacó a la pista y me dijo: ‘tú ya no bailas con nadie más. Y así fue”, desveló Huergo, feliz y sonriente tras la boda.

Desde entonces han compartido dos décadas y un año de buenos, pero también malos momentos. Fernández ha superado dos tumores y ahora lucha contra el tercero. Está en fase de descanso de la quimioterapia, que reanudará el mes que viene en Cabueñes. Ha sufrido cinco infartos, camina con ayuda de un andador y necesita oxígeno. Pero esas dolencias no le quitan las ganas de seguir viviendo y ayer era incapaz de disimular una enorme sonrisa bajo su mascarilla quirúrgica. “Esto me ha hecho una ilusión tremenda”, fueron las palabras que pronunció antes de darse el “sí, quiero”.

El enlace empezó con algo de retraso. Estaba previsto para las 13.00 horas. La demora no se debió a que ninguno se arrepintiera de la decisión tomada. Lo que pasó fue que hubo un cambio con los testigos y fue necesario modificar el acta conyugal. Curiosamente, a pocos metros y horas después, se dirimía la que será la primera prisión permanente revisable de Asturias. El cielo y el infierno separados por solo un puñado de baldosas.

La jornada había empezado unas horas antes, en el portal de la pareja, a donde fueron a recogerles los ambulancieros. Ángela Huergo no dejó nada a la improvisación y le explicó a su novio sus intenciones con Pablo Alborán como banda sonora. Los dos entraron a la UVI Móvil escuchando los acordes de la canción “Solamente, tú”. La mujer escribió hasta una carta a mano, con tinta de bolígrafo negro. “Qué poder decir de ti. Como dice la canción, somos uno. Estamos juntos. Estás en un precipicio, pero estoy contigo”, rezó la misiva, que apenas ocupaba medio folio.

Ángela Huergo se casó de azul y con los ojos maquillados a juego con la corbata morada de su ya marido. La ceremonia la presenciaron solo unos pocos familiares de la novia y “Mario”, un osito de peluche que es la mascota de Transinsa y a la que el bueno de David Fernández no le quitó el ojo. El novio tuvo antes del enlace un momento estelar. De genio y figura. Al llegar al Juzgado, y a pesar de su estado de salud, decidió encenderse un pequeño puro para celebrar el que fue uno de los días más felices de su existencia. Y es que como dijo el poeta, antes morir que perder la vida; una vida que compartirá hasta el último día con la mujer que ama y que ayer le organizó una boda sorpresa para aliviar su cáncer.

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