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Los restaurantes veganos en Gijón, en auge: "Solo falta que se sumen las sidrerías"

Los menús sin productos de origen animal se hacen hueco en la hostelería local: “Cada vez hay más y mejor orferta”

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Tatiana Delgado sirve una tortilla de patatas vegana a Daniel González y Sara Montes en el Mostaza y Media. Ulises Arce

Poner sobre el mantel un menú a base de croquetas de cocido madrileño, cachopo de queso y beicon, tortilla de patata y hasta tortos de maíz con picadillo sin usar ni un solo producto de origen animal parece misión imposible. Pero no lo es. Y todo es gracias a los muchos restaurantes veganos que han proliferado en Gijón en los últimos años, que han pasado de ser una rareza a estar en claro auge en la capital marítima del Principado, la tierra de las farturas de cachopo y fabada. “Cada hay más y mejor oferta”, coinciden los hosteleros y clientes de estos establecimientos.

James Aspey es un activista australiano que en 2014 se tiró un año sin decir ni pío para defender los derechos de los animales. Suya es la frase que dice que “el veganismo es la diferencia entre esclavitud o libertad, tortura o paz o vida y muerte”. Esa cita está escrita en un gran cartel negro en la barra de la tasca vegana La Galla, en la calle Numa Guilhou. Ari Barreiro es la dueña de un local que abrió sus puertas en pleno barrio de El Carmen hace dos años. “Pensé que iba a poder a trabajar yo sola, sin contratar a nadie, pero a los dos días tuve que contratar gente. La acogida fue demasiado buena”, apunta.

Tania Díaz y Álex Cardona, en el Daio. Ulises Arce

Barreiro, de 41 años, lleva toda la vida trabajando en la hostelería. De padres asturianos, aunque de origen catalán entiende el veganismo no como una dieta o una postura política, sino como una filosofía por la que regir toda su vida. “Soy vegana de nacimiento, nunca he comido ni carne ni pescado y no veo a los animales inferiores a mí”, reflexiona. Así no es extraño que se decantara por un restaurante vegano en el que sus platos estrella son las croquetas de cocido madrileño, las gyozas y las albóndigas.

Tania Díaz y Álex Cardona tuvieron la ocurrencia de abrir en diciembre de 2020, o sea en plena segunda ola de la pandemia, el Daio, un restaurante vegano en la calle Marqués de Casa Valdés que regentan con mimo. Los dos se conocieron viviendo en Escocia, trabajando en el mismo hotel, aunque en diferente restaurante y se decantaron por un vegano “para no colaborar con la industria que explota a los animales”. Llevan la amabilidad por bandera y su receta más cotizada es el ramen, un plato de fideos japonés. También tienen una pastelería de producción casera que hace la boca agua. Y tanto cuidan los detalles que hasta elaboran ellos mismos su propia crema de whisky vegana.

Ari Barreiro, a la entrada de la tasca La Galla. Ulises Arce

Quien conoce a la perfección cómo ha cambiado el panorama de restaurantes veganos en Gijón es Gumer González, que está al frente de La Teya, en la plaza de La Corrada, en Cimadevilla. Cumplió siete años con el negocio en abril. “Cada vez hay más aceptación y aunque han abierto más locales todos tenemos trabajo”, puntualiza. Otra que puede dar buena cuenta de cómo ha cambiado el panorama es Paula Frechoso, una gijonesa de 35 que tiene un food truck vegano. “Empecé siendo vegetariana con 16 años y de aquella costaba hasta encontrar una leche que fuera de origen vegetal”, comenta.

Frechoso hace esta reflexión mientras aguarda sus viandas en el Mostaza y Media, un local completamente vegano que abrió sus puertas en la calle Ezcurdia hace dos años y dos meses. Tienen cachopo con placas de seitán, beicon y queso chedar y también preparan unos tortos de maíz con picadillo que da gusto verlos. La chef se llama Vanesa Delgado, que, aunque se diplomó en Geografía e Historia, siempre tuvo claro que su pasión estaba en los fogones. “Nosotros veganizamos platos tradicionales y creamos nuestras propias versiones”, explica su hermana Tatiana, que trabaja detrás de la barra.

El cocinero del restaurante Puzzle, Carlos Clemente. Ulises Arce

“A lo mejor por la moda, cada vez más gente se anima a probar”, cuenta Carlos Clemente, el cocinero del restaurante Puzzle en la calle Bécquer, que lleva junto a su mujer Ariadna Múgica. Ellos son de los veteranos, porque abrieron hacer una década con una carta mitad vegana, mitad omnívora y a los dos años apostaron únicamente por lo primero. “Está creciendo la oferta, solo falta que se sumen las sidrerías”, añade Múgica.

“El mercado en Gijón es pequeño, pero está en crecimiento. Lo complicado es que en Asturias dependemos mucho del turismo”, reflexiona Faustino Caballero, que lleva el Green Zone Bio, un híbrido entre tienda de alimentación ecológica y restaurante vegetariano con opciones veganas. Una opción, esta última, que en Gijón triunfa y echa raíces.

Faustino Caballero, en el Green Zone Bio. Ulises Arce

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