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Fallece en Madrid el médico gijonés José Luis Fernández Tonda, que dedicó su vida a misiones de cooperación en África y América

Burundi, a donde llegó en 1984, fue su primer destino al que siguió otros en Congo, Nicaragua o Tánger

José Luis Fenrández Tonda, con dos enfermeras del hospital con el que colaboraba en Burundi.

"El muganga" (el médico en kirundi) gijonés José Luis Fernández Tonda, con toda una vida dedicada a las misiones de cooperación en África y América, ha fallecido en Madrid a los 62 años. Con pesar lo han comunicado los miembros de la asociación SosBurundi, precisamente uno de los países en los que más tiempo estuvo Fernández Tonda y donde formó su familia tras casarse con la psicóloga madrileña -de orígenes asturianos, Ángela Huergo-. En Burundi nacieron dos de sus cuatro hijos y a Burundi volvió -tras tener que salir del país durante la guerra civil de finales de los 90-  en julio de 2013 enviado por el Servicio de Cooperación del Instituto Suizo de Salud Pública y Enfermedades Tropicales.

José Luis Fernández Tonda inició su recorrido profesional como médico en comunidades del mundo, de la mano de la delegación de Misiones y Medicus Mundi de Asturias. Era un joven recién licenciado en Medicina -previamente había cursado sus estudios en el Corazón de María- y dejaba atrás una vida muy diferente, con mucho tiempo de ocio y disfrute en el Grupo Covadonga y con una experiencia laboral en el pub Espejos, que regentó junto a El Molinón. Pero siempre supo que su vocación estaba con las gentes de los países más pobres del planeta y en cuanto pudo puso rumbo a África.

De la atención clínica pasó a dedicarse a proyectos de salud de emergencias y también de salud pública. Conoció las realidades de las comunidades más pobres de los países con menor PIB del mundo; los campos de refugiados, y colaboró incluso en la investigación en torno a la primera gran epidemia de ébola. En Nicaragua trabajó en un programa de reconstrucción después del ciclón tropical ‘Mitch’ (1998) y tuvo tiempo de ejercer como docente de Universidad, traducir libros e incluso montar un bar de jazz que acabó siendo de salsa en Centroamérica.

En todo su periplo por el mundo nunca dejó de llevar a Asturias en el corazón y de sentirse un "culo moyáu" de raíz.

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