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El Federico García Lorca, tras la inundación: “El Ayuntamiento no nos ayudó en nada”

El colegio evalúa los daños por el reventón de un latiguillo en un lavabo de la segunda planta, y los niños más pequeños siguen sin ir a clase

Personal de Emulsa limpia en la primera planta. Marcos León

Ordenadores estropeados, desconchones en las paredes y un olor a humedad que imposibilita por ahora dar clases en el primer piso del centro. Es el rastro de daños que ha dejado la inundación sufrida este fin de semana en el colegio Federico García Lorca, en La Calzada, convertido en una gran piscina el domingo por la tarde, como adelantó ayer LA NUEVA ESPAÑA. “El agua chorreaba por la fachada, de hecho nos avisaron los vecinos que lo vieron desde casa”, relataban ayer la directora, Yolanda Fernández, y la jefa de estudios, Loreto Castiñeira, aún enfrascadas en la evaluación de los destrozos y ayudando en la limpieza al personal de Emulsa desplazado al edificio. Además, las docentes se reconocen “molestas” porque “llamamos a los Bomberos y no vinieron a ayudarnos”. “Y tampoco desde el Ayuntamiento nos echaron una mano cuando supimos de la inundación”, afirman.

Una de las aulas afectadas. Marcos León

El aviso al personal de centro se produjo alrededor de las cinco de la tarde del domingo, cuando un vecino alertó a la conserje del centro. “Previamente, alguien más debió de avisar, porque cuando llegamos el personal de la Empresa Municipal de Aguas ya había cortado la llave de paso del edificio, pero nadie nos llamó ni hicieron nada más”, lamentan las responsables del centro escolar. Pese a que la llave de paso ya había sido cerrada, “al agua salía a chorros por la escalera de emergencia y pingaba por la fachada, daba miedo”.

La conserje movilizó a todo el personal del centro que pudo localizar para “sacar agua a calderos”. “Fue cayendo desde el segundo piso hasta los inferiores y estaba todo encharcado”, relata la directora. Sí contaron con la ayuda de varios vecinos y de una patrulla de la Policía Local que acudió hasta el centro “porque con todo el lío saltó la alarma; estuvieron aquí varias horas ayudándonos a sacar baldes de agua, se portaron muy bien”, explican. Pero no obtuvieron la misma respuesta desde el Ayuntamiento. “A los Bomberos los llamamos y no vinieron”, indica la directora. “Si vino alguien de la EMA y cortó el agua debería haber avisado y movilizado efectivos para atajar el problema”, añade. No fue hasta el lunes cuando recibieron la visita de técnicos municipales y de la Consejería de Educación para hacer una valoración de lo sucedido, y para entonces “ya se había limpiado lo más gordo”.

La avería se produjo en el lavabo de un servicio del segundo piso del centro, en el que reventó un latiguillo de la tubería. El agua empezó a salir a borbotones, inundó el baño y de ahí se desparramó por todo el piso, inundando las plantas inferiores. “Nos han ordenado no tocar el cuatro eléctrico porque puede ser peligroso, y aún no hemos podido comprobar cuántos ordenadores están estropeados”, indica Castiñeiras. A ello se suma que el agua quedó atrapada en la bovedilla de los techos y aún ayer rezumaba en algún punto, con grandes trozos de pintura en el suelo y un olor a humedad que “nos dificulta un poco la vuelta a las aulas”.

Ayer retomaron las clases los alumnos del segundo piso, unos 140 niños de cuarto, quinto y sexto de Primaria. Pero los más pequeños aún deberán esperar. “No vemos conveniente que respiren esta humedad”, explican las docentes. Los padres, entretanto, se muestran comprensivos con la situación. “Son cosas que pasan y nadie tiene la culpa, el edificio es viejo y por eso tendrá más daños, pero nada podemos hacer salvo esperar”, resume Olga González, componente del AMPA del centro. El resto de niños siguen sin clase desde el lunes, pero la directora confía en retomar la normalidad a finales de esta semana.

Desperfectos. Marcos León

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