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El museo de las miniaturas gijonés estrena un homenaje a los mineros con material del Pozo Candín

El artista Graciano Gallinar ha acondicionado un lugar en su parcela de réplicas para dedicarle un guiño a las gentes de la mina

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El museo de las réplicas de Gijón ya tiene su homenaje a la minería Ángel González

El escultor y maquetista gijonés Graciano Gallinar tenía una deuda pendiente con la minería que, desde hace un par de fines de semana ha sido por fin saldada. En su museo “Asturias si yo pudiera”, ubicado en el pueblo de Quintana (en la parroquia de Baldornón) luce desde hace unos días un monumento a “todos los mineros, a la dureza de su trabajo y a las penurias que pasaron muchos de ellos en el tajo”, explica el artista gijonés, encantado de recuperar la actividad después de la pandemia con una novedad en la que “se verá reflejada mucha gente”.

Su particular contribución se desvela en forma de vagoneta, procedente del pozo Candín de Langreo, donada por la dirección general de Hunosa para ese propósito: el de rendir homenaje a “todos los fallecidos en el trabajo bajo tierra. Era algo que quería hacer desde hace mucho tiempo y ahora por fin he podido conseguirlo gracias a la donación de Hunosa”. No en vano, “cuando supieron que estaba tratando de organizar este homenaje enseguida se pusieron en contacto conmigo para poder hacerme la donación”, relata el gijonés.

Gallinar ha acondicionado para ello un lugar especial en su parcela- museo de maquetas, un singular espacio en el pueblo de Quintana (Baldornón) en el que se puede visitar desde el Cristo de Corcovado a escala hasta la Torre de Pisa, el Big Ben londinense y una colección completa de iglesias del Prerrománico asturiano coronadas por la Basílica de Covadonga o el majestuoso Coliseo romano, la última de las recreaciones llevada a cabo con mimo por el autor.

Desde hace unos días, ocupa un lugar privilegiado la vagoneta sobre raíles auténticos de mina a la que el gijonés ha incorporado una grabación explicativa sobre el mundo de la minería, que incluye un poema, así como una sorpresa emotiva que sólo será desvelada a los visitantes “in situ” y en directo. “Es algo para ver en persona”, concluye el artista, quien recuerda que “soy hijo y nieto de minero, y llevaba muchos años queriendo hacer este homenaje”.

Detalle de la placa del homenaje. | Ángel González

Una dedicatoria “no sólo a los trabajadores asturianos; también a los de otras provincias que se dedicaron a la minería”, explica Gallinar, quien acompaña la creación con un pequeño altar con velas y recuerdos que los numerosos visitantes le van dejando a lo largo de los años, relacionados en este caso con la mina.

Gallinar suma ya 42 años de minuciosa y detallada labor para reproducir a escala monumentos emblemáticos a lo largo y ancho del mundo, que atraen hasta su finca a visitantes de todas partes del planeta. Empezó con una reproducción a escala de San Miguel de Lillo, siguió con la de Santa María del Naranco, el Conventín de Valdediós, Santo Adriano de Tuñón, Santiago de Gobiendes, Santianes de Pravia, Santa Cristina de Lena, San Julián de los Prados, San Salvador de Priesca, Santa María de Bendones y San Pedro de Nora, completando así el Románico asturiano, junto con otros trabajos como el santuario de la Cueva de Infiesto, el obelisco del Repelao de Covadonga, el puente de Cangas de Onís y una Santa Cueva con música religiosa, una Santina en miniatura, olor a incienso y agua brotando de la roca.

Ahora, la mina será una parte esencial del recorrido por el museo al aire libre, para el que es necesario reservar cita en el número de teléfono de “Asturias si yo pudiera”. Una colección indispensable para dar una vuelta al globo en una mañana.

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