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Los grupos de montaña regresan a medio gas: “La gente aún tiene miedo”

La falta de relevo generacional, el temor al covid y el cambio de hábitos motivan un descenso del número de excursionistas que confían remontar

Los miembros de La Curuxa, en el Bosque de Cea.

La vuelta a la normalidad se les atraganta a los grupos de montaña. Aunque la vacunación avanza y las restricciones se alivian, a las excursiones les cuesta coger ritmo. Los presidentes de las agrupaciones gijonesas se muestran preocupados de cara al futuro. La actividad, que lleva años trabajando por buscar un relevo generacional que no acaba de llegar, ha recibido un duro mazazo con la pandemia. El miedo aún de la gente a coger un autobús para salir en grupo y el cambio de hábitos, con muchos prefiriendo salir de ruta de manera individual, ha provocado que los grupos de montaña busquen una reinvención para frenar la caída y mantenerse vivos. “Como sigamos así, perdiendo dinero, muchos tendremos que cerrar”, advierten algunos presidentes, como Agustín Castaño, del Grupo Urriellu. “Lo que confío es que en septiembre vaya otra vez hacia arriba esto cuando ya esté todo el mundo vacunado”, añade.

Visita del Grupo Urriellu a la Forqueta del Portallín (Ubiñas).

“Teníamos muchas ganas de volver a salir, pero no hemos podido recuperar a la gente, tenemos que hacer algo, porque si nos quedamos quietos, la gente se organizará de otra manera y será nuestra muerte”. José Luis Fernández es el presidente del San Nicolás, que tiene 22 años de trayectoria y 110 socios. Es uno de los que más claro habla para trasladar un mensaje de preocupación sobre el futuro. Su grupo llegó a tener excursiones con 60 personas, pero con la pandemia pasar a hacerlo en dos de apenas catorce. Para este último fin de semana han salido apenas 25 personas de ruta. ¿El motivo? “Por un lado el miedo al transporte público, y que muchos se acostumbraron durante la pandemia a ir por su cuenta, porque solo nos permitían hacer dos grupos de 15, pese a estar al aire libre”, señala antes de defender el papel de los grupos de montaña: “Aquí la experiencia es más bonita, al ir en grupo conoces muchas más cosas, y hay más seguridad, para que no te pierdas ni se produzcan accidentes”.

Ruta del grupo San Nicolás de Piedrafita a Casomera.

Los cierres perimetrales provocaron que, pese a que la mayoría de agrupaciones recuperaron sus salidas en septiembre y octubre del año pasado, tuvieron que aplazarlas de nuevo hasta esta primavera. Uno de los más madrugadores en retomar la actividad fue el Ensidesa, en el mes de marzo. En su caso salen tres días, los martes, miércoles y domingos, aunque el fin de semana han tenido que suspender varias veces la ruta por falta de gente, al no llegar al mínimo de 17 personas. “Sigue notándose el miedo al covid, pero a medida que avanza la vacunación se va notando como la gente se va reenganchando”, explica José María De Saracho, presidente de la agrupación fundada en 1974, y que cuenta mayoritariamente con extrabajadores de la empresa siderúrgica.

Excursión a León del Ensidesa.

“Es triste y frustrante, solo hemos podido salir una vez, el resto lo echamos para atrás por falta de gente”, lamenta Magín Casas, presidente de La Peñuca. “Antes de la pandemia a veces teníamos que llevar a gente en coche, porque nos podíamos pasar en 20 personas sobre las 50 que lleva el autobús, pero es que ahora la gente tiene miedo le frena mucho el estar una hora en un autobús, aunque está bien ventilada y hay distancias”, lamenta.

Los componentes de La Peñuca, en una excursión.

Las excursiones han tenido que adaptarse al escenario actual de pandemia. Aunque sea al aire libre deben guardar distancias o separarse en grupos. “Un ejemplo es que no se puede compartir ni comida ni bebida, se pierde un poco ese contacto social que hace especial ir con un grupo de montaña”, comenta Alberto Blanco, presidente de La Curuxa, fundada en 1988, y que ha tenido que modificar su programa de salidas. “Nos falta rodaje, así que ahora hay que hacer cosas más suaves, en vez de las más duras que estaban programadas”, destaca.

No obstante, también existen algunas excepciones. Como el Trasgu Andayón, que incluso para su última excursión ha superado el límite de plazas. “Fue muy duro el retorno, con apenas 15 personas, pero ahora ya tenemos hasta cinco de más”, explica su presidente Miguel Nava. Con 35 años de existencia, y casi 400 socios, el principal problema que encuentren es la falta de ritmo. “Se nota que la gente está en baja forma”, indica Nava.

Excursión del Trasgu Andayón a la localidad leonesa de Palacios de Sil.

Otros, como el Grupo Covadonga, también han llegado a más público. “Los socios tienen gana de hacer actividades al aire libre. Las excursiones de montaña ahora tienen más gente que antes”, relata Nacho Aybar, director deportivo del Grupo, una entidad que recuperó el 13 de marzo de 2021 las salidas, y que no ha bajado desde entonces de la treintena de participantes.

Los componentes del Grupo Covadonga, en una excursión en Saliencia.

Mientras, en el caso del Torrecerredo, han optado por centrarse en su sección juvenil. “Lo que hacemos es partir las excursiones en grupos de siete personas, cada uno con un técnico deportivo de montaña y un monitor, y nos desplazamos en furgonetas”, relata Marino Muñiz, responsable d actividades infantiles y juveniles. “Para los mayores habrá que esperar seguramente a volver del verano, y habrá que cambiar el modelo, porque ya no existe esa demanda social de ir a caminar de forma colectiva, hay que vender más esa idea de excursión que de caminata, de ofrecer una formación medioambiental o aspectos históricos”, enfatiza.

La sección juvenil del Torrecerredo,en la cumbre La Mostayal.

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