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Gijón plantea que los vecinos que no reciclen paguen más por la bolsa de basura

El modelo, implantado en otras ciudades europeas, impone costes más altos a los usuarios que tiran toda la basura en un solo contenedor

Una mujer, ante un contenedor de reciclaje en el poblado de Santa Bárbara. Juan Plaza

Fomentar el reciclaje obligando a usar bolsas de basura catalogadas por colores que servirán para penalizar con precios más altos a los que elijan no separar sus residuos. Esta es la idea que analizará durante el próximo año la Empresa Municipal de Servicios de Medio Ambiente Urbano (Emulsa) para potenciar una gestión de los residuos más sostenible. La compañía acaba de sacar a licitación la elaboración de este estudio, que espera concretar con un proyecto piloto en algún barrio de la ciudad, y que imita las prácticas de países más innovadores en esta gestión, como Suiza, que lleva años usando un modelo similar.

Explica Emulsa que en Gijón, como en buena parte de España, el actual sistema de tasas por la recogida de residuos no es igualitaria, ya que impone los mismos costes “independientemente del tamaño de la vivienda, el número de personas que viven en ella y, sobre todo, independientemente de la cantidad de residuos que genera, su tipología o si se separa en origen o se deposita todo mezclado”. La idea, ahora, es comprobar si en la ciudad es viable aplicar “un sistema de pago por generación” que se amolde a la cantidad y tipología de los residuos que cada hogar tira al contenedor.

Gijón lleva meses analizando las políticas en esta materia de otras ciudades europeas. Ahora, entiende que el modelo “más conveniente”, de acuerdo a “las características socioculturales del municipio” es el basado en “un sistema prepago mediante bolsas estandarizadas”. La idea es compleja, porque obliga a los usuarios a usar un tipo concreto de bolsas de basura. En otros países se venden en supermercados y se diferencian por colores –suelen replicar los de cada contenedor–, de manera que las del color que permite mezclar toda la basura –suelen ser de color negro– son siempre más caras. Las que se destinan a productos reciclados tienen precios insignificantes o son gratuitas.

El reto ahora es comprobar si este formato es viable en Gijón y si podría desarrollarse sin dejar vía libre a la “picaresca”. La figura más efectiva sería la de poner controladores y un sistema de multas. Emulsa, de momento, destinará 55.000 euros para contratar a una empresa que se encargue de ver cómo sería la puesta en marcha. “En sitios pequeños es fácil controlar el buen uso del sistema, pero en zonas comunitarias la cosa se complica”, reconoce la empresa.

En cualquier caso, encarecer las tasas para aquellos que no reciclan y abaratar las de los que sí lo hacen parece “más justo”, a ojos de Emulsa, y de paso ayudaría “a incentivar y promover un cambio en la ciudadanía”. Tratar de impulsar el reciclaje figura dentro del Plan Integral Municipal de Residuos de Gijón y en la hoja de ruta de Emulsa adscrita al proyecto europeo “WinPol”, que se lidera desde Gijón. Las diversas modalidades para penalizar la no separación de basuras tiene hasta un nombre, “PAYT” –siglas de “pay as you throw” en inglés, traducido al castellano como “paga por lo que tiras”–, y la tendencia ha ido ganando adscritos por toda Europa, con Suiza, Lituania y Estonia como algunos de los países más aventajados.

Probar este sistema de bolsas de prepago será el gran paso adelante tras el proyecto piloto de Emulsa en Santa Bárbara, desarrollado en 2019 con el acuerdo de los vecinos. Se trataba de dejar abiertos los accesos a todos los contenedores de reciclaje y “cerrar” el contenedor tradicional de basura, que solo podía ser accesible con el uso de la tarjeta ciudadana. Este sistema también es ampliable, porque permite llevar un registro de qué tarjetas usan más los depósitos de reciclaje y cuáles no, de ahí que Emulsa asegure que “aún no se ha tomado ninguna decisión” sobre cuál será el sistema final a implantar. Sí espera probar su modelo de bolsas de colores en algún barrio de Gijón “en cuanto la pandemia remita un poco más”.

Las claves

  • Tasas a las bolsas. Emulsa estudia implantar bolsas estandarizadas de reciclaje penalizando con precios más altos a los que no separen sus residuos.
  • Por colores. El modelo, cada vez más común en Europa, obliga a usar bolsas de colores. Si se usan las negras, con basura mezclada, el precio sube.
  • Prueba de un año. Emulsa acaba de licitar un estudio que analice si este modelo es viable. Durará un año e intentará ponerlo a prueba en algún barrio.

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