“¿Si la guardería está abierta porque no meten más niños?”, se preguntaba ayer Paula Fernández, en la concentración por el cierre de matrícula para el próximo año del Jardín de Infancia de Pumarín. Como esta madre, son más de 4.200 personas las que ya han firmado a favor del servicio de este centro y de otro ubicado en Roces, ambos dependientes de la Consejería de Bienestar Social, junto a los de Jardín de Cantos (Avilés) y La Carisa (Oviedo).

Trabajadoras y vecinos argumentan que desde el Principado existe “un ocultismo tremendo”, como explicó Goreti Álvarez, trabajadora en el centro de Pumarín. “Nos vemos en septiembre con cinco niños, teniendo capacidad para 60, están dejando morir el servicio”, lamentó.