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La deconstrucción de Modultec

La empresa de edificaciones modulares prefabricadas de Porceyo, que llegó a contar con 266 empleados, prepara el despido de los 42 que le quedan tras entrar en liquidación

La nave de Modultec en el polígono industrial de Porceyo. | Marcos León

En 2006, Modultec llegó a contar con una plantilla de 266 trabajadores en sus instalaciones de edificaciones modulares prefabricadas en Porceyo. Ahora ha entrado en liquidación, con sus últimos 42 empleados de permiso retribuido desde el pasado 1 de junio y con el despido de 39 de ellos a las puertas a través del ERE que ha planteado el administrador concursal, a los que los les seguirán más adelante los tres restantes. La firma había entrado en concurso de acreedores en 2015. Solicitó la liquidación alegando que no podía hacer frente a los pagos que en 2016 pactó con los acreedores. Su destino parece acabar en el precipicio.

Los trabajadores no han cobrado la nómina del mes pasado y conjugan la esperanza de que algún inversor se interese por comprar como una unidad productiva la sociedad, reflotar la compañía y mantener los empleos, con la preparación de la batalla legal para tumbar el ERE. A ello contribuirá en buena medida la sentencia de la sala de lo social del Tribunal Superior que acaba de anular el envío de trabajadores a una de las regulaciones temporales de empleo que la empresa ha tenido en los últimos años, al considerar que Modultec forma parte de un grupo empresarial a efectos laborales con Imasa, que ejercía el control de la sociedad quebrada.

Vinculada al grupo Imasa, Modultec inauguró sus instalaciones en Porceyo el 29 de octubre de 2002, con una inversión de 14 millones de euros y el compromiso de crear 150 nuevos empleos en Gijón, a cuenta del ajustado precio al que le vendió el Ayuntamiento la parcela de 50.000 metros cuadrados sobre la que levantó unas instalaciones de unos 15.000 metros cuadrados, y de las ayudas que recibió del Principado para al inversión.

La residencia de la Ciudad Deportiva del Real Madrid es obra suya

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El origen del proyecto gijonés está en el hecho de que al grupo industrial se le había quedado pequeña la fábrica que tenía –con el nombre de PMP– en Peñaullán (Pravia) tras alcanzado un acuerdo con la multinacional estadounidense McDonalds para fabricar sus McAutos para toda Europa. Un acuerdo que acabó fallando en parte, en plena crisis de las vacas locas, ciñéndose sólo al suministro al suministro de McAutos para España, algo que hizo que en los primeros años la creación de empleo no se produjera al ritmo previsto.

En 2006, en cambio, la empresa ya contaba con 266 trabajadores, pero no porque precisara ese volumen de plantilla sino que “decidieron cerrar la fábrica de Pravia y recolocar al personal a Gijón”. “Pero no se los admitieron como contratos nuevos, así que en tres días tuvieron que contratar hasta llegar a los 150 nuevos empleos, a los que se sumaban los que vinieron de Pravia”, explica Pablo López, representante de CC OO en el comité de empresa de la firma. En el primer semestre de 2008, la empresa ofreció a sus trabajadores acogerse a un despido pactado, con la indemnización correspondiente a uno improcedente, con lo que la plantilla se redujo hasta 140 personas.

La construcción modular de colegios, hospitales, viviendas (como el edificio del número 12 de la calle Santa Doradía de Gijón o chalés en Madrid), la residencia de la Ciudad Deportiva del Real Madrid o la terminal de la autopista del mar en El Musel están entre las edificaciones que construyó Modultec, además de los edificios para McDonalds. El último contrato, la ampliación de un hospital privado en Valladolid, el año pasado, para hacer frente a las necesidades derivadas de la pandemia.

Cuatro firmas, dos asturianas, se han interesado por la compañía

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La crisis de 2008 llevó a la empresa, que hasta entonces vendía prácticamente sólo en el mercado nacional, a potenciar la exportación. Edificaciones fabricadas en sus instalaciones de Porceyo están repartidas por Guinea Ecuatorial, Gabón, Angola, Mali, Estados Unidos, Brasil, Venezuela o Brunei, entre otros países.

La crisis acabó llegando a Modultec, cuyos activos fijos son mínimos después de que en 2010, cuatro años antes de cambiar de gestores, vendiera a Imasa la nave y los terrenos en los que ha venido desarrollando su actividad. Algo que ofrece pocas esperanzas de cobro a los acreedores con los que en 2016 pactó un convenio con una quita de la mitad de la deuda y el pago en tres plazos, el primero de los cuales cumplió a rajatabla el pasado mes de febrero, si bien no con todos, ya que con un grupo de acreedores suscribió un acuerdo para aplazarles ese pago a 2022. Poco después pedía la liquidación.

En 2014, un acreedor había instado un concurso necesario de Modultec, que la sociedad logró driblar tras llegar a un acuerdo. A los pocos meses, en 2015, la empresa solicitaba voluntariamente entrar en concurso, con una deuda ordinaria de 8,39 millones de euros, dentro de un pasivo total de 13,95 millones, incluyendo los 5,23 millones que debía a sociedades o personas vinculadas, que es lo que se denomina deuda subordinada en un concurso de acreedores.

Los sindicatos están manteniendo contactos con las administraciones y con el liquidador de la sociedad para ver qué posibilidades de salvación hay para los 42 trabajadores que quedan en la empresa tras los despidos que hubo a raíz del concurso y algunas jubilaciones.

Una sentencia ha señalado que Imasa controlaba la gestión

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Un fondo de inversión que proyecta una urbanización en Canarias y una compañía española que plantea también mediante la construcción modular hacer sendos hospitales en Oriente Medio y Sudamérica se han estado interesando ya por la firma gijonesa en liquidación, al igual que dos empresas asturianas que quieren entrar en el sector de la edificación modular, según fuentes sindicales.

Los trabajadores también tienen una preocupación inmediata, como es el cobro de las nóminas, que la empresa no puede afrontar. “Hay familias a las que les va a costar aguantar”, señala Juan José Iglesias, representante sindical de UGT, que agrega que “espero que esto se resuelva rápido”. La incertidumbre sobre el futuro pesa sobre una plantilla cuya edad media es de 52 años y que “acumula muchísima experiencia”, explica Pablo López.

Mientras la dirección de la empresa justificó la liquidación de la sociedad por la reducción de licitaciones públicas y un aumento de la competencia que le hacía imposible afrontar los pagos pendientes a los acreedores, desde el comité se considera que el mercado de la construcción modular está al alza y se apunta que Modultec tenía la posibilidad de contratar tres obras cuando optó por la liquidación.

Aunque no tiene presencia en el comité, CSI también cuenta con afiliadas en Modultec, que en su día llegaron a tumbar un ERE de la empresa. Una de aquellas trabajadoras, Ana Fernández, recalca ahora que “Imasa, que es la empresa matriz de Modultec, está a la espera de fondos europeos, dentro de la mesa del hidrógeno; siempre ha recibido muchas subvenciones y ahora quiere despedir a 42 trabajadoras, algo que debería de controlar el Gobierno del Principado”. La dirección de la compañía declina hacer comentarios.

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