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La noche vuela en el Botánico

“Nocturnia” comienza con un recorrido por diferentes especies de aves y éxito de público: “Es como ver un documental en vivo”

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Quince aves rapaces para un espectáculo de altos vuelos en el Botánico

Un grupo de privilegiados emprendió anoche un viaje muy lejano desde el Jardín Botánico de Gijón. Y lo hizo sin salir de la ciudad, solo con las explicaciones del cetrero Gorka Arrué y observando el vuelo de algunas de las 15 aves de la novena edición de “Nocturnia”. “Nos dijeron que era parecido a ver un documental en vivo, por eso, nos animamos a venir”, explicó Laura Casal, que fue acompañada de su marido, Pedro Cejudo, y su hijo Nel, de cuatro años. Con mucho público familiar acomodado por los “guardias de la noche”, la travesía comenzó en el centro de cualquier ciudad de la Península Ibérica, lugar en el que se puede encontrar a un cernícalo americano, primer “guía del viaje”.

La noche vuela en el Botánico

Según contó Arrué, estos animales suelen anidar en grandes edificios. Sin embargo, este ejemplar prefirió reposar en la cabeza de una mujer entre el público. Seguida de esta “colaboración especial”, el periplo se desplazó hasta el litoral, con un halcón lanario que, “aunque sea procedente del Sahara, es habitual de la costa”, detalló el cetrero. “De hecho”, prosiguió, “en la torre del reloj de la Universidad Laboral nidifican halcones muy a menudo”. Aunque las “criaturas de la noche” fuesen protagonistas, durante la velada también hubo tiempo para valorar el entorno en el que se desarrolla la vida de las aves y “que los seres humanos deterioramos con nuestro uso constantemente”, destacó el cetrero.

La noche vuela en el Botánico

A las playas españolas las sucedió una estancia del público por Norteamérica, capitaneada por un águila de harris, y el “matriarcado” que rige el comportamiento de estas rapaces. Y es que, además, de unirse en clanes familiares de caza, “algo nada asiduo para especies depredadoras”, en los grupos, la hembra más mayor es la más respetada por todos. “Las hembras son más poderosas y los machos no se atreven a amenazarlas porque saben que está su vida en juego”, contó Arrué.

Finalmente, esta vuelta al mundo acabó donde empezó: en el Jardín de la Isla del Botánico, justo cuando comenzó la noche cerrada para estas criaturas y sus observadores. Entre ellos, algunos repetidores, como Elena Montañés y José Ramón Quevedo, padres de Darío. “Nosotros dos ya habíamos asistido, nos gustó y pensamos que estaría entretenido para todos”, relataron. Todos sus halagos se concentraron en la majestuosidad de un búho nival, de color blanco y amplias alas. Cuando este habitante de la tundra ártica emprendió el vuelo, las expresiones de admiración fueron generalizadas. En definitiva, un viaje nocturno muy especial.

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