A Eladio Currás sus compañeros de la Guardia Civil lo despidieron ayer en formación y haciendo el saludo militar mientras su féretro salía del templo parroquial de San Pablo, en el Polígono, tras un multitudinario funeral. Le habían acompañado primero en moto, escoltando al coche fúnebre desde el Tanatorio de Cabueñes, para dar el último adiós a un agente que hasta hace poco más de un año integraba su destacamento de Tráfico.
Currás, de 66 años, falleció el martes tras calcinarse el vehículo que trataba de mover para alejarlo de un fuego que se descontroló en una finca de Veranes, en Cenero. “Fue una tragedia accidental, pero hemos recibido mucho apoyo”, explicó uno de sus hijos, Gerardo Currás, que asegura que la emotiva despedida de ayer quedó a la altura de la expectativas soñadas por el fallecido: “Sé que a mi padre le hubiese encantado ver esto”.
Los guardias civiles han estado acompañando a la familia desde que se enteraron de lo sucedido. Ayer, la primera comitiva que acompañó el féretro hasta la iglesia lo hizo en motocicleta y en una marcha coordinada con los responsables del tanatorio. “Estamos acostumbrados a esto, lo hacemos cuando fallece un compañero en activo. Eladio estaba jubilado, pero unos quince compañeros quisimos hacerle el mismo homenaje de forma voluntaria, porque le queríamos mucho. Es un gesto espontáneo”, explicaron. Ya en la iglesia se sumaron a un pasillo para escoltar el ataúd con varios agentes policiales. Estos venían en apoyo de Gerardo Currás, que trabaja en Oviedo para la Policía Nacional. “Fue un detalle muy bonito, a mi padre le conocía mucha gente y era muy apreciado”, reconoce.
Las decenas de personas que se acercaron a la iglesia motivaron que el sacerdote José Reinerio saliese a recibir a Currás a la entrada de la iglesia, pronunciando allí unas primeras palabras para que buena parte de los asistentes no tuviesen que acceder a la misa oficial. Una vez dentro, y bajo un estricto protocolo anticovid –en San Pablo se comulga por turnos para evitar largas filas y el aforo apenas permite a dos personas por asiento–, el religioso lamentó “la tragedia humana de un desgraciado accidente” y pidió una oración a la Virgen del Pilar, patrona de la Guardia Civil, por una “pérdida tan súbita e inesperada”.
El exguardia civil falleció a última hora de la mañana de este martes en una finca de Cenero donde ayudaba a un amigo en la hierba, y donde, por causas que se desconocen, se produjo un incendio. Currás, de 66 años, trató de meterse en el vehículo que estaba aparcado en la finca para alejarlo de las llamas, sin que su compañero se percatase, y quedó atrapado en el interior. El cuerpo del fallecido se halló después de que la dotación de Bomberos acabase de refrigerar el vehículo y se marchase, según testigos presenciales. La investigación corre a cargo de la Guardia Civil, que ha recabado testimonios de varios testigos de lo sucedido.
Eladio Currás descansa ahora en el cementerio de Bañugues y deja esposa, María del Carmen Fernández, y cuatro hijos: Alba, Gerardo, Marcos y Pamela. Era muy querido y conocido en el Polígono, donde residía y colabora con la asociación vecinal, y en Contrueces, donde también había vivido con su familia por su cercanía al cuartel, así como por decenas de camioneros y transportistas, entre los que tenía fama de ser un agente “muy afable y entrañable”.
El féretro de Eladio Currás entró y salió ayer de la iglesia del Polígono entre aplausos y con una comitiva de agentes de la Guardia Civil, compañeros del fallecido, que le acompañaron desde su salida del tanatorio y hasta el cementerio en Bañugues.