El equipo “Wolfast UniOvi”, formado por alumnos de la Universidad de Oviedo, obtuvo la décima posición global en la categoría Electric de la competición internacional “Motorstudent”, recién celebrado en el circuito Motorland Aragón. El grupo, compuesto por estudiantes de la Escuela Politécnica de Ingeniería, del Centro Internacional de Posgrado y de la Facultad de Comercio, Turismo y Ciencias Sociales Jovellanos, participaba por primera vez en esa categoría, en la que concursaban 46 equipos, y el sentir general en el seno del elenco es de satisfacción por el trabajo realizado. “Es el primer año que competimos en la categoría eléctrica y con el proyecto conseguimos alcanzar el Top 10, es un logro tremendo”, comenta Cristina Fernández, líder del equipo “Wolfast UniOvi”, que desarrolló la moto de competición en un periodo de dos años y medio.

“Esto es un concurso bianual y nosotros empezamos a trabajar a principios de 2019 para correr a finales de 2020, pero con la pandemia se fue retrasando”, declara Álvaro Noriega, tutor y responsable principal del proyecto, aunque, visto el rendimiento final, “compensa”. “Trabajamos estos años de forma muy intensa y en los últimos días antes del evento no paramos, nunca rindiéndonos y buscando soluciones para sacar el trabajo adelante”, sostiene Fernández. En las dos primeras jornadas de competición, la moto presentada por el equipo asturiano logró superar las verificaciones dinámicas y técnicas en las que se evaluaba su seguridad para competir. Durante el tercer día se desarrollaron las pruebas dinámicas, a las que el prototipo eléctrico también respondió. No obstante, la moto sufrió un problema eléctrico el día 18 de julio que le impidió competir en la carrera. Si bien el grupo consiguió arreglar la avería, el piloto Jaime Martín no tuvo tiempo de realizar las vueltas necesarias para clasificarse. “No hacer la carrera fue una pena, pero llegar hasta ese punto ya era un premio, así que no fue un final amargo. El grupo estaba orgulloso del trabajo”, manifiesta Guzmán López, responsable de batería y powertrain del equipo. “No corrimos la carrera pero la moto pudo dar varias vueltas al circuito”, indica Fernández.

Pese al revés que supuso quedarse fuera de la carrera, tanto Fernández como López reivindican el lado positivo que extraen de la experiencia de diseñar y fabricar, desde cero, una moto eléctrica que ha dado tan buenos resultados. “El ambiente de estudio universitario muchas veces carece de aplicación práctica o es difícil de ver, y con ‘Motorstudent’ hay un grupo que tiene un objetivo muy claro, construir una moto, y es fácil aunar a todos alrededor de ese objetivo”, asevera López. “En cuanto a la parte técnica, adquirimos un conocimiento tremendo porque este proyecto nos da la posibilidad de llevar a la práctica estos conocimientos y acercarnos al mercado laboral”, dice Fernández. “Lo mejor que nos llevamos es el trabajo en equipo. Hemos aprendido a organizarnos, a ayudarnos los unos a los otros, a apoyarnos, a trabajar bajo presión...”, agrega. Respecto a su papel como líder del equipo, Cristina Fernández ensalza el compromiso y esfuerzo de todos los componentes del grupo. “Mi labor fue relativamente sencilla pero tuve que dedicarle mucho tiempo a la planificación de las tareas, del proyecto...”, remarca.

Álvaro Noriega, tutor del proyecto junto a Ángel Navarro, ha sido una figura clave para que “MS6”, tal y como se bautizó a la moto de competición, fructificara. “Ha sido motivador, el desarrollo de un vehículo eléctrico ofrece muchas posibilidades”. Noriega también recalca la complejidad del proyecto. “A nivel personal ha supuesto un sacrificio, me ha consumido muchas horas”, zanja una de las caras visibles de un proyecto que ha superado las expectativas.