Gaspar Melchor de Jovellanos ya está en casa. El espectacular retrato del ilustrado en el arenal de San Lorenzo, pintado por Francisco de Goya, llegó ayer al Museo Casa Natal de Jovellanos, donde permanecerá hasta el próximo 12 de septiembre. Se trata de un préstamo realizado por el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, propietario del lienzo, y por el Museo de Bellas Artes de Asturias, su depositario permanente, a la pinacoteca gijonesa, con motivo de su 50.º aniversario. La exposición del cuadro se abre mañana al público.

El lienzo tiene una gran relevancia histórico-artística. Para empezar, se trata de uno de los primeros retratos documentados de Francisco de Goya. Lo pintó entre 1780 y 1785, después de que Jovellanos fuese elevado al Consejo de Órdenes Militares, en 1780.

El lienzo testimonia la distinción, con Jovellanos luciendo en el pecho la venera de la Orden de Alcántara con un lazo verde, color asociado a la institución. Pero más llamativo aún es el lugar elegido para ambientar el momento: el arenal de San Lorenzo de Gijón. Es un modo de asociar sus éxitos en la corte con su lugar de nacimiento, con sus orígenes.

Jovellanos llevaba cerca de quince años lejos de su ciudad natal cuando, en el verano de 1782, tuvo la ocasión de regresar, en una comisión oficial y con la encomienda de trazar un camino entre Oviedo y Gijón. El retrato, de hecho, también testimonia ese encargo: los cuatro navíos que se pueden ver al fondo (dos junto a la costa, a la derecha de Jovellanos, y otras dos velas a la izquierda, en el horizonte) remiten al tráfico marítimo y comercial que se pretendía potenciar en Gijón con la apertura de ese camino, que luego habría de continuar hasta León.

En cuanto a su situación dentro de la obra de Francisco de Goya, el retrato es un fiel reflejo del estilo del maestro aragonés en aquel período, ensayando una composición arquetípica –en la que Luis Gil Fillol identificó la huella de Joshua Reynolds– pero tomando ya algunos riesgos en la elección de colores, y tratando de plasmar la psicología del personaje en el lienzo.

En suma, se trata de una obra fundamental, probablemente el primer gran retrato de Francisco de Goya, y una imagen que se convertiría, como bien señala el Bellas Artes en su reseña de la obra, en el “prototipo del retrato oficial de Jovellanos en sus días y hasta fechas muy cercanas”. Una obra mayor, de especial simbolismo para Gijón, y que llega a la villa para presidir el medio siglo de existencia del museo instalado, nada menos, que en su Casa Natal.