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La demanda en la Cocina Económica, al alza tras dispararse los usuarios jóvenes

“Hay menos trabajo para ellos y no tienen recursos”, dicen los responsables, que temen pérdidas de 400.000 euros ante el aumento de servicios

Por la izquierda, Luis Torres, Sor Marisela Cueto (responsable de la Cocina Económica), Antonio Blanco y Laura Pérez, directivos de la Fundación Alimerka, ayer, en las cocinas del centro. | Marcos León

La intensidad de trabajo ante la alta demanda de ayuda en la Cocina Económica se mantiene al alza por los efectos económicos de la pandemia, con 730 servicios al día, lo que supone una media de “300 personas al día”, pero desde la Asociación Gijonesa de Caridad advierten del imparable aumento de personas jóvenes que cada día acuden en busca de comida. “Siempre hay bastantes familias y parejas, pero cada vez viene gente más gente joven, porque hay menos trabajo para ellos y no tienen recursos”, advierte Luis Torres, presidente de esta asociación cuyas previsiones son de cerrar el año con unas pérdidas de 400.000 euros tras los esfuerzos llevados a cabo para satisfacer las necesidades de todos los que acuden a sus instalaciones de la calle Mieres.

El servicio de la Cocina Económica tuvo que cerrar por la pandemia, pero nada más reabrir sus puertas experimentó un aumento del 40 por ciento de la demanda que a día de hoy no cesa. Mayoritariamente, explica Torres, son hombres los que acuden a por sustento, y el 75 por ciento de los usuarios son de nacionalidad española. Todos los que acuden a diario lo hacen, además, “con una disciplina ejemplar, aceptaron todas las nuevas normas y no pusieron ningún problema”. “Ellos son conscientes que les ofrecemos un servicio que difícilmente encontrarán en otro sitio”, apuntó ayer Luis Torres durante un acto en el centro en compañía de la Fundación Alimerka.

Desde la reapertura de las instalaciones se procedió a un sistema mixto, donde treinta usuarios (el máximo aforo permitido) comían simultáneamente en el comedor, mientras que al resto se les repartían “tuppers”. “Ha habido veces que se han entregado hasta cinco ‘tuppers’ a una misma persona”, confesó Torres, que añadió que los gastos de la casa se habían incrementado, entre otras cosas, por la compra de estas fiambreras, donde este año llevan ya “un desembolso de 35.000 euros”. A día de hoy, la institución cuenta con veinte voluntarios y siete monjas que residen en el centro. Pese a ello, el presidente explica que “se tuvo que aumentar la plantilla de trabajadores porque si no, entre el empaquetamiento, el reparto y todas las demás atenciones, los que estábamos no dábamos abasto”.

Aumento de la plantilla

La dirección había diseñado los presupuestos del presente año pensando que la situación pandémica habría remitido. La cifra rondaba los cuatro millones y medio de euros y, habiendo finalizado el primer semestre, desde la asociación prevén que “va a ser poco, por lo que se esperan unas pérdidas de 400.000 euros”. Torres explica que “reciben mucho dinero, pero ese mismo dinero se invierte, y dadas las circunstancias llegará un momento en que la asociación tenga que reinventarse para equilibrar los números”. “Hemos pensado ya en muchas posibles soluciones, pero luego, según va pasando el tiempo, te das cuenta que no hay manera real de hacerlas. Por eso hay que apelar a la conciencia de los demás, aunque eso ya es una decisión personal”, reflexiona. Sin embargo, tal y como comenta Torres, la aportación ciudadana siempre es generosa, así como la ayuda pública que reciben anualmente.

Muchas son las instituciones también que, con un importante desembolso económico, facilitan a la entidad poder realizar modificaciones para mejorar la calidad del servicio que ofrece y facilitar un mayor nivel de vida. Una de ellas es la Fundación Alimerka, que colabora con la asociación desde el pasado marzo, con el objetivo de que la organización alcance una estabilidad que le permita organizarse a largo plazo, de manera que puedan contar con alimentos saludables y variados. Tras los primeros seis meses de ayuda, tanto la Cocina Económica como la Fundación Alimerka consideran la colaboración un éxito, ya que ahora la mayor parte de compras alimenticias son de productos frescos. “Gracias a estos apoyos económicos la calidad de la comida se ha superado y ahora gozamos de dietas más equilibradas”, aseguró el presidente.

Torres quiso recordar que la Cocina Económica es solo uno de los servicios que se ofrece en la casa, por lo que no es el único que se está viendo resentido por los problemas de liquidez económica: “La cocina es la que trasciende al público y da una idea a la población de nuestro trabajo, lo cual está bien, pero no conocen lo demás. Tenemos módulos de alojamiento, trabajo social, servicios de higiene, apoyo psicológico y talleres que van desde la música hasta las informáticas”. La asociación, en palabras de su líder, apuesta por “mejorar la estancia en la casa, teniendo una sensibilidad más clara y más concreta de las necesidades de los demás, para así poder seguir ofreciendo una atención de calidad”.

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