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Así es el día a día de Consuelo Fernández, de 89 años, que vive sola en Cimadevilla

La “medicina” de esta vecina del barrio alto, una de las más de 9.000 personas mayores en Gijón que están solos en casa, son los voluntarios de Cruz Roja que la visitan cada semana

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Paula Gómez, responsable del área de mayores de Cruz Roja, ayer, abrazándose a Consuelo Fernández a su llegada a casa. Ángel González

A sus 89 años, Consuelo Fernández vive sola en su piso de Cimadevilla y, como una pierna le da guerra para caminar, reconoce que se habría quedado completamente aislada si no fuese por los voluntarios de Cruz Roja, que bajo la mediación de Servicios Sociales la visitan y la llaman al menos una vez por semana, la acompañan a sus citas médicas y la sacan de paseo. La red de apoyos que tiene a su disposición es a día de hoy amplísima, el “pack completo”, según Cruz Roja, entre las que se incluyen medidas como la pulsera de teleasistencia, la ayuda a domicilio, visitas y llamadas periódicas, escapadas culturales, talleres de gimnasia, traslados a citas médicas y visitas en el hospital. Este tipo de aparataje es, precisamente, el modelo que el Ayuntamiento toma ahora como base en su nuevo plan de mayores, un proyecto trienal que se marca como objetivo prioritario encontrar a gijoneses que, como Fernández, tienen más de 80, viven solos y necesitan ayuda o, simplemente, compañía. “Son los que me dan compañía, yo no puedo salir de casa”, reconoce.

Fernández nació en León, pero lleva más de 60 años en Cimadevilla. En Gijón conoció a Agustín Santurio, su marido, que falleció hace ahora un año. Ambos venían precisando de algunos servicios de Cruz Roja desde hace ya tiempo, pero fue cuando ella se quedó sola cuando el resto del protocolo se fue activando. Su “salvador”, cuenta, fue Rafa Gutiérrez, responsable de La Buena Letra y líder del gremio librero de la ciudad. Se conocían desde hace tiempo y él la fue orientando para ver qué tipo de auxilio precisaba. Desde entonces, su caso lo coordina Paula Gómez, responsable del área de personas mayores de Cruz Roja. “Rafa es muy bueno y me llevaba al Sintrom y, a veces, a su librería. Me regaló algún libro, aunque yo no sé leer y me tiene que leer él. También me escribió un relato, que lo tengo guardado”, cuenta Fernández. Para no liarse con tanto nombre nuevo, guarda una pequeña agenda telefónica con las palabras clave. Así se acuerda de que su librero se llama Rafa, de que su voluntaria se llama Patricia, de que el chico que le lleva en transporte adaptado al médico es Jesús y que Paula es “la jefa” de todo el tinglado. “Son todos muy buenos porque a veces me traen pasteles y los pobres me dejan hablar y hablar y hablar y me dan la razón en todo, aunque no la tengo, porque digo muchas tonterías”, bromea. Cuenta también que, cuando cumplió los 89 en febrero, su voluntaria asignada le trajo flores y unos pasteles para soplar las velas. El próximo sábado se la van a llevar al teatro Jovellanos.

Fernández reconoce que estas llamadas y visitas semanales son su principal conexión con el mundo. Por sus problemas de movilidad –cuenta con gracia que su pierna izquierda la sostiene en pie, pero que tiene que moverla ella “manualmente” para dar un paso–, salir a dar un paseo sola no es una opción. Tampoco tiene más familia cerca ni una red de apoyo cercana que pudiese ayudarla. Sí dispone, y aquí dice tener “mucha suerte”, de vecinos que la ayudan en otras pequeñas cosas, porque le traen los túpers de comida y le bajan la basura. “Me dan de todo sin pedir nada, no lo merezco”, agradece.

Fernández, que fue vareadora de colchones de lana y limpiadora en el colegio de La Asunción, vive sola, como lo hacen otros 9.000 gijoneses, la mayoría mujeres. Casos como el suyo inspiran un nuevo plan municipal en el que entidades sociales como Cruz Roja, Mar de Niebla y Abierto hasta el Amanecer resultarán claves. “El plan se ajusta a las labores que hacemos en voluntariado, que somos los que podemos alertar de estas cosas. Muchos voluntarios que llaman a mayores todas las semanas nos avisan cuando ven que algún mayor no tiene compañía”, concreta Paula Gómez, que explica que a raíz de la pandemia el aislamiento de muchos mayores ha podido verse agravado: “Muchos solo necesitan a alguien con quien charlar”.

El plan de mayores implica más zonas verdes, bancos y baños públicos

Apostar por un diseño urbanístico adaptado a personas con poca movilidad y reforzar la estrategia del sector de los negocios que tienen a los mayores como su público objetivo, la llamada “economía plateada”, se alzan como dos de las principales estrategias del nuevo plan municipal de mayores que se marca, en un plazo de tres años, una amplia batería de medidas relacionadas con la participación de los ancianos en la ciudad. Y el documento entiende que, para lograrlo, la ciudad debe tener más bancos y baños públicos y unos modelos de negocio que resulten atractivos a la tercera edad.

El plan, que incluye más de cien actuaciones enmarcadas en ocho áreas temáticas, incluye varias propuestas relacionadas con los espacios públicos. Se entiende que, para que Gijón resulte “amigable” con sus mayores, hay que reforzar las zonas verdes y garantizar la seguridad del peatón, para lo que se propone ampliar la red de los dispositivos “foto-rojo”, los radares que vigilan que los conductores se paren en los semáforos. También se propone aumentar la flota de taxis adaptados y garantizar que haya varios disponibles a cualquier hora, así como realizar campañas de concienciación con ciclistas y conductores para ahondar en la educación vial. Esta fase de adaptación deberá aplicares también a los autobuses de Emtusa, que tendrán que equiparse con más rampas y adaptar las marquesinas que lo precisen. El proyecto, además, busca mejorar la accesibilidad de la ciudad, quitando las barreras arquitectónicas que puedan quedar y solucionando problemas de acceso a enclaves como la playa de San Lorenzo. 

Como de los 9.000 mayores de 80 años que viven solos en la ciudad casi 7.000 son mujeres, el nuevo plan de mayores proyecta también medidas específicas para ellas, como una estrategia que evite su sobremedicación –especialmente con hipnosedantes– y promueva su envejecimiento activo con actividades deportivas adaptadas.

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