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María Teresa Puertas Enfermera en Cabueñes y presidenta de la junta de personal desde hace dieciocho años, se jubila

“El hospital siempre tuvo poco personal, muchas enfermeras se fueron a Inglaterra”

“Hay que incrementar las plazas de Universidad para compensar las jubilaciones y cubrir la plantilla tras la ampliación, que crecerá”

Maria Teresa Puertas, ayer, en el Hospital de Cabueñes Ángel González

La que ha sido la presidenta de la junta de personal del Hospital de Cabueñes en los últimos 18 años, María Teresa “Maite” Puertas, afronta estos días la que es su última semana de trabajo antes de su jubilación que, tras sus vacaciones, se hará efectiva a finales del mes que viene. Nacida en Boo (Aller) en 1957, pero gijonesa de adopción desde sus cuatro años, se formó en la por entonces Escuela de Enfermería local y consiguió su ansiada plaza en Cabueñes en 1987, dedicando gran parte de su vida a quirófanos, su especialidad favorita junto a las urgencias. Liberada por su trabajo en el sindicato de Enfermería Satse en los últimos 20 años, su cargo como presidenta queda en manos de su compañera Virginia Álvarez.

–Cómo era el sindicato hace 20 años?

–Se acababa de crear en el hospital. Yo me acuerdo que me afilié porque una compañera de quirófano creó la delegación de aquí, y debía de ser como 1988. Y fue un bombazo. Desde entonces siempre tuvimos mucha representación y somos mayoría en la junta. Como presidenta llevaré unos 18 años. Cemsatse (alianza sindical de médicos y enfermeras) lleva ganando todo este tiempo en elecciones.

–¿Cómo era el trato a las enfermeras por entonces? Aún hoy a muchos se les escapa aquello de la “ATS”.

–Yo siempre fui bien tratada, la verdad, por compañeras y médicos. Quizás de aquella hacíamos más labores por delegación médica, pero es que lo de ATS, si entras en la página de Astursalud y miras los buscas por áreas, todavía sale...

–¿Siempre tuvo clara su especialidad favorita?

–Sí, la urgencia siempre me gustó mucho, y cuando pedí el traslado para la plaza en Cabueñes pedí ese servicio, pero estaba lleno, y justo el doctor Murcia (Antonio Murcia Mazón, histórico jefe de Traumatología) quería una enfermera más. Y al final ya no volví a salir de quirófanos hasta que me liberé para el sindicato. Me encantaba. Y me encanta, porque volví dos meses en la pandemia y fue la mejor decisión que tomé en mi vida.

–¿Cambió mucho?

–Una cesárea o una cirugía abierta es igual, pero claro, las laparoscópicas... Hay cosas que parecen la NASA,. (ríe). Por suerte me arroparon mucho y me cuidaron muy bien. Me encantó poder volver a quirófano antes de marchar.

–¿Por qué tomó la decisión de centrarse en la labor sindical?

–Porque este hospital siempre tuvo muchísimo déficit de plantilla y quería pelearlo. Somos profesionales muy maltratados, la verdad. La plantilla nunca estuvo así de mal. Fue cuando Mario González fue gerente y Paco Vázquez director de Enfermería cuando se quitó la segunda enfermera de noche y se disminuyó el número de profesionales por unidades. Eso nos dejó una espina. El otro handicap horroroso fueron las camas supletorias, que dejaban meter a un tercer paciente por habitación. Fue lo bueno que trajo el covid, que por fin se quitaron.

–¿Y qué batallas quedan pendientes?

–Muchísimas. La Unión Europea reestructuró hace por lo menos seis o siete años las categorías de administración pública para que todos los grados sean grupo A, pero nosotras seguimos siendo A1. A nivel económico no supone mucho, pero serviría para dignificar la profesión. El gran problema ahora es el número de enfermeras, que no hay, y a mí me preocupa el tema de la jubilación. Yo voy a a trabajar más de 40 años. Lo ideal sería tener un coeficiente, como los bomberos, para multiplicar los años trabajados. No siempre puedes estar a turnos con 65 años en un hospital. Y quedan muchas cosas más. Ahora, por ejemplo, las enfermeras que operen por las tardes, si el trabajo se excede el tiempo previsto de cuatro horas, no van a cobrar ese excedente. Y también deben catalogarse ya las especialidades.

–¿Qué tal fue el trato con las gerencias?

–Hubo de todo. Mario González era muy peleón, por ejemplo, pero nosotras también. Y hubo otro gerente que ya ni recuerdo su nombre, solo su apodo y no puedo decirlo, que fue horrible gestor. El resto, con gente como Mariano Naves o Luis Hevia, bien. Y Miguel Rodríguez, el anterior gerente, sabía muy bien lo que hacía. Con el actual, Manuel Bayona, hay buen trato.

–¿Cuándo empezaron a escasear las enfermeras?

–Hace un par de años, solo que la pandemia hizo que se notase más. Yo viví la época en la que marchaban todas a Inglaterra. Si es que venían a buscarlas a la facultad. Recuerdo en concreto una promoción espectacular que se fue toda para allá. Y allí tienen más días de descanso, la formación corre a cargo del servicio de salud... Es muy difícil que vuelvan.

–¿Se debe ampliar las plazas universitarias?

–Yo creo que sí, para compensar las jubilaciones y para reforzar el hospital ahora, cuando se amplíe. Luego ya habrá tiempo de bajarlas.

–Sobre la ampliación del hospital, hace unos dos años decía: “Eso yo no lo voy a ver”. ¿Qué va a hacer ahora?

–(Ríe) ¿Viste? Al final me jubilo antes, ya lo sabía yo... Ahora me voy de vacaciones y, cuando vuelva, me voy a dedicar a nadar y a viajar.

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