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Cara y cruz de los planes de reforma de la costa: Fomento luce boceto, el Muro se queda en la bronca

La pugna política a propósito del tráfico impide un acuerdo sobre la reforma en San Lorenzo, mientras el plan para la costa occidental avanza tras el concurso

El paseo de Fomento, con la playa de Poniente al fondo.

Fomento y el Muro son las dos caras de la misma moneda. Aquella que lanzó al aire el gobierno local del PSOE e IU poco después de recuperar Gijón para la izquierda con el reto de traer al siglo XXI la estética, la movilidad, los usos y la actividad económica de las dos grandes fachadas costeras urbanas de la ciudad. Una misma filosofía que dio paso a dos estrategias diferentes de participación y, como se ha podido ver en los últimos días, a dos resultados bien distintos. Cara y cruz.

El pasado día 14, el jurado encargado de elegir el proyecto ganador del concurso de ideas para renovar el paseo de Fomento y su entorno se decantaba por el titulado “Foment-on” entre los trece presentados. No hay obligación de desarrollar ese proyecto tal y como lo han presentado sus creadores pero sobre la mesa ya hay unos bocetos, unas actuaciones definidas y un presupuesto de partida de 7,6 millones. Una semana más tarde, el pasado jueves 21, tenía lugar la ultima sesión de la comisión especial organizada dentro del Consejo Social para definir las líneas básicas de un proyecto integral de reforma del Muro. El asunto acabó con el personal tirándose los trastos a la cabeza y la incapacidad de llegar a un acuerdo sobre algo que puede parecer tan menor dentro de una macrorreforma a treinta años vista como decidir si se necesita uno o dos carriles para que pasen los coches.

Aunque en el Muro el asunto venía torcido de origen. La decisión inicial del gobierno liderado por Ana González de eliminar tres de los cuatro carriles de circulación para reformular el carril bici y convertir en peatonal lo que antes había sido territorio ocupado por los coches disparó la polémica dentro y fuera de la Casa Consistorial. Quienes se posicionaron en contra ni dieron por buena que era una medida provisional avalada por la necesidad de mantener la distancia de seguridad que exigía el covid-19, ni se conformaron con reflexiones sobre urbanismos y movilidades tácticos, ni les hizo gracia el juego de colores y formas que consolidó en la jerga popular ese nuevo paseo dentro del paseo como el “cascayu”.

Al otro lado de la disputa quienes veían en el experimento un primer paso en la política de recuperar espacio público para la ciudadanía y avanzar en una movilidad sostenible donde el coche está al final de la pirámide. Y así siguen las cosas.

La oposición de centroderecha lideró el rechazo en el salón

Una imagen de las distintas áreas que conforman el paseo del Muro de San Lorenzo. | Juan Plaza / Marcos León

de plenos y la plataforma StopMuro en las calles y las redes sociales. Visto lo visto y, haciendo de los problemas oportunidades, el gobierno decidió convertir el debate de presente sobre el “cascayu” en un debate de futuro sobre un nuevo Muro. Y para despolitizar el proceso la opción que se puso sobre la mesa fue que desde el Consejo Social se impulsara una comisión especial de trabajo para fijar los criterios generales de esa reforma. Un grupo inicial de 17 integrantes con representación de todos los partidos políticos de la Corporación, los sindicatos UGT y Comisiones Obreras, la Federación Vecinal, el Foro de Movilidad y el Consejo sectorial de Medio Ambiente.

También un representante del gobierno municipal y otro del Colegio de Arquitectos a quien, por unanimidad del Consejo Social y a propuesta de la Alcaldía, se dio la presidencia del grupo para que liderara el proceso. La comisión pasaría a tener 18 miembros poco después al incorporarse el Colegio de Ingenieros.

Un plazo de cuatro meses y una reforma de consenso basada en datos fueron las bases del encargo. No se ha conseguido ni lo uno ni lo otro en los términos encomendados y eso ha generado una frustración compartida y el sentimiento de que se ha perdido el tiempo.

El enfrentamiento a dos bandas entre quienes defienden más o menos peatonalización –traducido entre dejar un carril de circulación como ahora o habilitar dos para garantizar el doble sentido– se reprodujo en la comisión del Muro con igual virulencia que en el salón de plenos. Y a ese no ser capaces de llegar a un acuerdo se sumaron luego los reproches en la búsqueda de culpables. La oposición de centro derecha lo tiene claro: es el gobierno sectario de PSOE e IU que no acepta decisiones contrarias a sus intereses. La Alcaldesa, la socialista Ana González, colocaba en la diana al Colegio de Arquitectos por su forma de gestionar el proceso. La gota que colmó el vaso fue la decisión del Colegio, tras un año de debates, de basar las conclusiones en las respuestas de 14 de los 18 miembros de la comisión a un cuestionario donde, se les criticó, si se podía apoyar que en el Muro hubiera dos carriles de tráfico pero no uno o ninguno.

El desacuerdo sobre el tráfico, eso sí, incluye una parte de acuerdo aunque sea mínimo: el no a volver a los cuatro carriles de antes del covid –con la excepción de Vox– y el no a embarcarse en proyectos de soterramiento. También se da por hecho que, aunque vuelvan los dos carriles, se protegerá del tráfico la zona de Capua.

Participantes en la última reunión de la comisión especial para definir el nuevo diseño del espacio. | Juan Plaza / Marcos León

El total desencuentro en el tema de los carriles deslució éste y los otros acuerdos alcanzados por la comisión, que los hubo aunque sin un alto grado de definición. Para empezar hubo acuerdo, aunque no unanimidad, en qué hay que darle una vuelta a ese espacio simbólico de Gijón. Una vuelta con más espacio peatonal, una acera más ancha en la parte edificada, corredores peatonales de conexión con Centro y La Arena, posibilidad de instalar terrazas fijas y nuevos usos deportivos y para zona infantiles. Claro que todo queda vinculado a lo que de verdad se diga tanto en el plan de movilidad como en un reformulado plan especial del Muro. Del primero se espera un borrador a final de año, del segundo está todo por hacer.

Mucho menos convulsa ha sido la gestión del interés del gobierno municipal por impulsar un cambio en el frente costero occidental. Una reforma que debía ir mucho más allá de solventar los problemas de convivencia generados por esa acera compartida entre ciclistas y peatones. Y así lo entendió todo el mundo. LA NUEVA ESPAÑA desvelaba en enero de 2020 la intención del Ayuntamiento de convocar un concurso de ideas para que expertos ofrecieran sus propuestas de renovación al paseo desde la punta Lequerica a Poniente. Un concurso que, covid por medio, se acabó convocando en septiembre. Aquí en lugar de comisión de trabajo como en el Muro hubo jurado de concurso pero con la misma filosofía de compartir la decisión al entramado social. Además de representantes de los partidos se abrió el voto a los técnicos del Ayuntamiento y la Autoridad Portuaria –parte del suelo es suyo–, a los colegios profesionales de arquitectos e ingenieros, a la Federación Vecinal, al Foro de la Movilidad y a la Unión de Comerciantes –colectivos con voz también en el Muro– y a los gijoneses a través de una consulta popular en la web municipal.

Una de las recreaciones del proyecto ganador del concurso de ideas.

Unos mil gijoneses usaron esa vía para decir cuales eran sus tres proyectos favoritos de los trece presentados a concurso y cuyas ideas concretas y bocetos a todo color había podido ver tanto en la web como en una exposición en el Museo del Ferrocarril. El voto popular se decantó por el proyecto más caro de todos con 20,6 millones. Un diseño con parque acuático, torre mirador, tranvía y estación intermodal que quedó segundo en la votación definitiva.

El oro final fue para “Foment-on” que a reverdecer todo el entorno de la playa de Poniente suma algún hito singular pero comedido como una gradería en la cuesta del Cholo o la reordenación de terrazas en Claudio Alvargonzález. En cuanto a movilidad: espacio peatonal, un buen carril bici y un Rodríguez San Pedro de un único carril de acceso hasta el parking de Fomento para seguir como zona de prioridad residencial con acceso limitado a vehículos autorizados y transporte público. Las calles Zamora, Felipe Menéndez y travesía de Fomento se hacen peatonales y Marqués de San Esteban de doble sentido.

La viabilidad de esas acciones y de su coste, unos 7,6 millones, han supuesto que la decisión fuera bien recibida dentro y fuera del Ayuntamiento. Algo que la convierte en operativa y la acerca a la realidad de su ejecución. El Ayuntamiento, al tiempo que busca concretar asuntos competenciales con el Puerto y mira a Europa buscando financiación, ya tiene en la cabeza un plan de obras en tres fases empezando por Poniente. Mucho más de lo que hay en firme para el Muro.

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