La vida de Germán Fernández cambió para siempre la madrugada del 14 de julio de 2017, cuando a sus 24 años, resultó gravemente herido y con secuelas irreversibles tras sufrir un puñetazo en Fomento en medio de una trifulca. Cuatro años después, este caso que conmocionó a la ciudad, cuestionando la seguridad en el ocio nocturno, se ha saldado, como avanzó LA NUEVA ESPAÑA, con la condena de conformidad a cuatro jóvenes por un delito de lesiones cualificadas por grave enfermedad psíquica. Rubén Álvarez, el autor del golpe, aceptó cinco años de cárcel, mientras que Imad Ashaini, Yeray Rodríguez y Jorge Álvarez asumieron cuatro años. Todos tratarán de lograr la suspensión de su condena y deberán seguir pagando los 300.000 euros de indemnización a su víctima, que vivía de forma independiente hasta los hechos. “No les guardo rencor, pero no les perdono porque jodieron mi vida y la de mi familia”, resaltó Germán Fernández antes del juicio.
El camarero había salido de trabajar y se fue a tomar algo a un bar ubicado en la esquina de Marqués de San Esteban y Felipe Menéndez con unos amigos. En el local, se encontraron con el grupo agresor que, “llevados por un ánimo común de mera diversión”, según describió la fiscal, comenzaron a increparles. Ashaini, que ya había provocado otras agresiones en Fomento, se cruzó en el camino de ellos, en concreto con Martín F. P., que cogió del cuello al joven marroquí. “Pégame, pégame, que ya chuparás luego”, respondió este último, que cumplió sus amenazas. Ya en la calle, en una de las zonas más concurridas para salir de fiesta, se originaron dos focos de pelea que terminaron cuando Germán Fernández quedó gravemente herido en el suelo. Todos huyeron.
Eran alrededor de las 4.30 horas. La zona se llenó de policías, que iniciaron la investigación mientras los sanitarios se encargaban de atender al joven. “Según llegamos vimos la gravedad. Creímos que era menor y avisamos a la familia. Cuando llegó su madre le dijimos lo que pasaba y se desmayó. Pensamos que se nos iba a morir, fue todo muy duro”, recuerda Marta Nonide, la doctora de la UVI que logró, junto a su equipo, que Germán Fernández llegase vivo al HUCA, donde estuvo en coma inducido durante varios días con el temor a que no lograra salir adelante. Ya en ese momento, desde la ambulancia, se escuchaban las versiones que los presentes iban lanzando a los agentes de Seguridad Ciudadana, vitales en las primeras horas.
Uno de los amigos de Germán Fernández fue en un coche policial para recorrer Fomento en busca de los implicados. Esa misma madrugada fueron detenidos Imad Ashaini y Yeray Rodríguez, con arrestos previos. Ambos ingresaron en prisión preventiva a pesar de que negaron su responsabilidad. La investigación, que duró hasta octubre, estaba en marcha. “Los comienzos fueron muy duros, con pistas falsas y poca colaboración. Había mutismo por amenazas entre ellos. Se tomaron más de 80 declaraciones, para aclarar las contradicciones de los testigos, revisando grabaciones de los locales... Se implicó todo el grupo para dar una respuesta ejemplar”, explican a este diario los responsables entonces del Grupo II de Policía Judicial, que perciben cómo la violencia está “volviendo a la ciudad” y piden “reflexionar” a la gente.
La detención de Rubén Álvarez no llegó hasta finales de julio. Antes, otros dos jóvenes que luego quedaron exonerados habían llegado a ingresar en prisión por las versiones de unos testigos que luego se desdijeron. Llegó a haber ocho jóvenes investigados en la causa. Jorge Álvarez fue el último. A prisión el 27 de octubre. “La investigación fue muy dificultosa para definir a los presuntos autores. A día de hoy, con independencia del resultado del juicio, no ha quedado ni mucho menos determina la participación de todos los imputados. Una cosa es la verdad jurídica, la de una sentencia, fruto de un acuerdo, y otra distinta la verdad material. Y no siempre coinciden. Tengo claro que no son todos los que están y probablemente no estén todos los que son”, reflexiona Javier Díaz Dapena, abogado de Ashaini. Una teoría compartida por Gonzalo Botas, letrado de la acusación: “La Justicia no ha sido capaz de determinar quién participó en los hechos”.
Mientras los cuatro ahora condenados cumplían prisión preventiva (salieron todos el 8 de julio de 2019, antes de expirar el plazo de dos años) Fernández trataba de salir adelante. Pasó 78 días en el HUCA (48 de ellos en la UCI), 136 en el Institut Guttmann de Barcelona y 218 en el Centro Estatal de Atención al Daño Cerebral. La mejoría fue notable, pero los forenses determinaron que había quedado “impedido para vivir de manera independiente”. Recursos, pruebas, diligencias y más recursos fueron retrasando la instrucción judicial. Rubén Álvarez pidió declarar en octubre de 2018 y desveló que había sido él el autor del único golpe que recibió Germán Fernández esa madrugada. Este joven, desde su salida de prisión, enviaba dinero todos los meses al Juzgado para la indemnización a su víctima. “Estamos comprometidos con reparar económicamente el daño desde el primer momento, porque desgraciadamente no hay otra forma de reparar el daño causado”, reconoce su abogada, Judith Gómez.
Al juicio de esta semana se llegó con un acuerdo que resultase beneficioso para todos. Los acusados reducían sus penas (afrontaban 12 y 14 años) y el joven recibía indemnización. “La familia ha hecho un esfuerzo por evitar la venganza, un acuerdo que posibilite que Germán pueda vivir mejor. Había que ser prácticos pensando en él”, reflexiona Gonzalo Botas. Falta la sentencia, y a partir de ahí los cuatro condenados tratarán de evitar su regreso a prisión. En el peor de los casos, al tener la mitad de la pena cumplida, podrán solicitar permisos desde el primer momento. Mientras, Germán seguirá dando pasos en su recuperación.