Fue la hija del fallecido, Ana Colunga, la encargada de recoger el galardón, entregado por la propia Ortega en la cena de hermanamiento celebrada en el club de golf de La Llorea. Intentó Colunga que su discurso fuese escueto –como solía presumir su padre cuando siempre decía aquello de “Señoría, con la venia y brevemente”, pese a que el juez de turno intuía que el alegato de Colunga no iba a ser precisamente corto– y sencillo. “Para la familia es muy emocionante, sus tres hijos somos abogados y esa es la gran prueba de la vocación que él tenía. Nos dejó un gran legado que ya nos transmitió en vida, como fue su gran humanidad, su valentía y optimismo y su gran pasión por el derecho y el ejercicio, como él decía, de esta bonita profesión”, señaló.
La cita, que contó con la presencia de autoridades como la alcaldesa, Ana González; el vicepresidente del Principado, Juan Cofiño; el presidente del Tribunal Superior de Justicia, Jesús Chamorro y la fiscal jefe de Asturias, Esther Fernández, sirvió también como homenaje al resto de galardonados de los dos últimos años. Recogió Javier Fernández-Miranda una Insignia de Oro –que debería habérselo otorgado el año pasado– por sus 50 años de ejercicio “con intachable conducta”. Él, por su parte, dijo recibir el reconocimiento “con gran honor y satisfacción” de las manos de un Colegio que trabaja “con honestidad y transparencia”. Los mismos años de colegiado le sirvieron a Mariano Abad para recibir un diploma de honor, un galardón que, a su juicio, “premia la mera supervivencia”, según señaló con su habitual tono bromista. La otra Insignia de Oro, la correspondiente a este año, fue para el exdecano Sergio Herrero, que reconoció que el premio tenía “un especial valor” por venir de sus propios compañeros, y la letrada Mónica Álvarez se llevó una Insignia de Plata por su trabajo en la junta de gobierno de la agrupación.
El actual decano, Benigno Villarejo, intervino tanto en la gala de Llorea como en la previa reunión que se celebró en la Colegiata de San Juan Bautista para acoger la jura de los 26 nuevos colegiados de los dos últimos años, a quienes pudo dar “por fin” la bienvenida. “Nos comprometemos a defender vuestra libertad, pero por vuestra parte exigimos una conducta éticamente intachable”, les dijo. En la cena, aprovechó la presencia política para animar a la Regidora y al vicepresidente a impulsar los convenios pendientes y dotarles de mejores medios. Tanto él como Ortega insistieron también en la importancia de mejorar las condiciones de los turnos de oficio y la asistencia letrada gratuita. “Necesitamos la voz de la gente joven para construir nuestro futuro”, manifestó esta última.