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El clero local, dividido tras el arresto del padre Chus: “Estaba advertido”

La detención del exsacerdote por corrupción de menores y tráfico de drogas divide a los sacerdotes entre críticas y apoyos a una persona "al borde del precipicio" muchos años

Jesús María Menéndez, antes de su expulsión de la iglesia

La figura de Jesús María Menéndez Suárez, conocido popularmente como el padre Chus, ha contado siempre con detractores y fervientes defensores, que se sintieron aliviados tras la absolución del delito de abusos sexuales por el que fue investigado en 2015 y los mismos que le arroparon tras la decisión del Vaticano de expulsarle del estado clerical. Ahora, tras su arresto el pasado jueves en su piso de la calle Donato Argüelles, tal y como adelantó LA NUEVA ESPAÑA, por un presunto delito contra la salud pública y otro de corrupción de menores vuelven a dividirse las opiniones ante este hombre de 69 años que, según quienes miran con mayor perspectiva su trayectoria, “siempre ha estado andando al borde del precipicio”. Con su personal forma de ser son muchas las voces que ponderan “su ayuda a los demás” como las que dan por hecho que sus actitudes iban a acabar pasándole factura. Ahora, el padre Chus ya ha pasado sus dos primeras noches en el Centro Penitenciario de Asturias a la espera de que se levante el secreto de sumario para comenzar a elaborar su defensa. “Es una persona lista, siempre ha sabido medir sus pasos, y se lo habían advertido muchas veces, pero ahora, de tanto asomarse al abismo...”, reflexionan excompañeros de la iglesia.

Las personas que más tiempo llevan a su lado son quienes se quedaron más impactados por la noticia de su detención en compañía de varios jóvenes, aquellos que siempre rechazaron de plano todos los rumores que durante años se corrieron por la ciudad. Rumores que ni siquiera su absolución por la justicia –no así la religiosa, que le condenó de forma “irrevocable” e “inapelable”– lograron mitigar nunca. “Este problema no es de ahora, lleva pasando muchos años. Eran continuas las visitas de adolescentes a su casa, muchos con mala pinta que generaban mucho malestar en la comunidad, pero es cierto que en los últimos meses el perfil de esos jóvenes había mejorado mucho, ya no eran chavales tan desfavorecidos”, describe una de las vecinas del edificio de Donato Argüelles, testigo de muchas conversaciones de portal de aquellos que subían al piso del padre Chus. “Sube tú que le gustas más”, cuenta esta mujer que escuchó decir a dos jóvenes.

Por el contrario, son también muchos los que ponderan la labor social desempeñada por este hombre durante toda su vida sacerdotal y también tras su expulsión de la Iglesia. Las redes sociales son reflejo de esa polarización en torno a este exsacerdote. “Siempre ha ayudado a personas desfavorecidas, acogiendo y ayudando a gente con problemas si lo necesitaban; si esos problemas le han salpicado a él puede ser un error, soy optimista”, compartió su hermano en conversación con este periódico tras saber que había sido detenido por agentes del Grupo de Estupefacientes de la comisaría de El Natahoyo.

El apoyo más evidente fue el compartido por los párrocos de la iglesia de San José, Fernando Llenín, y el de Roces y Granda, José Vicente Álvarez, que, acompañados por el sacerdote jubilado Luis Menes, se acercaron hasta el Palacio de Justicia para interesarse por la situación de su amigo. Durante varias horas aguardaron la decisión de la magistrada de guardia, que optó por enviarle a prisión tras la petición del fiscal, que apreció “riesgo de fuga, de reiteración delictiva y de destrucción de pruebas”, tras examinar las pruebas que obran en la causa. “Las acusaciones son graves, pero hay que estar a las duras y a las maduras. Como sacerdote siempre estaré al lado de quien pasa por momento delicados, y además de ser feligrés de San José, es mi amigo desde hace cincuenta años, porque fuimos juntos al colegio”, argumentó Fernando Llenín a este periódico tras estar al lado del padre de Chus.

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El arzobispado de Oviedo, por su parte, guarda silencio sobre el caso de una persona que ya no pertenece a su iglesia. Fueron ellos quienes, tras la primera denuncia en su contra, pusieron en marcha su maquinaria para investigar internamente lo que ocurría. Sus conclusiones motivaron la expulsión fulminante del padre Chus, que trató de volver a reincorporarse a la Iglesia tiempo después, pero sin ningún éxito. A ojos del arzobispado y del Vaticano el asunto estaba claro.

La investigación sigue su curso, y se mantiene reservada a la espera de que la Policía ultime las diligencias. Las escuchas y denuncias desde el mes de febrero son la clave que permitió la entrada y registro del inmueble el pasado jueves. El padre Chus, por su parte, negó ante la jueza todos los cargos que se le atribuyen y desde prisión, por el momento, preparará su defensa.

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