Está la iglesia de San Pedro llena hasta la bandera de expectación cuando sale a hablar Andrés Cuñado, el presentador de la Coral Polifónica. Habla de Jesús, de su importancia y de su labor integrador a la hora de lograr la igualdad entre hombres y mujeres. Acaba su discurso y dice “con todos ustedes, la Coral Polifónica” y San Pedro se llena de aplausos.
Así, con una calurosa bienvenida, acogió ayer el público gijonés el regreso de la Coral Polifónica. Hablar de volver a empezar para una entidad que tiene más de setenta años no es ninguna exageración. Con la pandemia sanitaria, la agrupación tuvo tantas bajas que su existencia llegó a peligrar. Lanzó un SOS a la sociedad gijonesa, que acudió a su rescate. Su primer concierto lo tuvieron la pasada semana en Covadonga. Y su primera actuación en casa fue ayer. Todo, con casi un 40 por ciento de voces nuevas.
Lo cuenta Santiago Novoa, el director de la Coral Polifónica. “Creo que es uno de los momentos más importantes de nuestra historia”, explica antes de ponerse a la batuta. “Creíamos que iba a desaparecer. Es el concierto más emotivo que voy a dar”, añade. Vestidos de traje de gala, los cerca de 50 miembros de la agrupación ofrecieron ayer el tradicional concierto de Navidad. En total, 15 villancicos, que fueron desde el “Adeste Fideles” inicial al “Noche de Paz” que clausuró el acto. “Partimos prácticamente desde cero. Hay gente que nunca había cantado. Trabajamos como canallas en estos últimos dos meses de ensayos”, asegura Novoa.
Entre los debutantes, nervios antes de empezar. Así lo aseguraban Irene Miranda, de 28 años, y Lola Menéndez, de 68. Menéndez fue la mujer del añorado músico René de Coupaud. “Ojalá que la gente disfrute. Nosotros lo vamos a hacer”, aseguró la primera. “Estos dos meses de ensayos han sido intensos. La música siempre lleva más trabajo del que parecer”, afirmó la segunda en una mágica para la “nueva” Coral Polifónica, que volvió a sacar sus mejores voces.
