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Salcedo, la “zona cero” de la desconexión rural en Gijón

Cenero es la parroquia con más áreas afectadas por la falta de internet: “Cuando hace malo, olvídate de la tele”

Amado García muestra los fallos en la emisión de la TDT. | Á. González

Aurora Platas se apuntó hace unos años a informática. Lo dejó a los dos días. No podía practicar en casa. Su marido, Amado García, ya no se pone la bufanda antes del partido. La emisión podría “colgarse” en cualquier momento. Sus vecinos Loli González y Luis Pérez pagan una tarifa ilimitada de datos en su teléfono móvil. Es la única forma de tener algo de internet en casa. Así es el día a día en el pueblo “más desconectado” de Gijón, a solo once kilómetros del centro. Así es Salcedo, en Cenero, la “zona cero” de este problema rural.

O la zona “más blanca”. Porque “zona blanca” es, según el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, un lugar sin banda ancha de internet. Aquellas zonas en las que la velocidad de la red es igual o inferior a 300 megabytes por segundo. Hay 59 “zonas blancas” en Gijón, que suman 3.000 vecinos con dificultades para acceder a internet. De esas 3.000 personas, más de la tercera parte se concentran en una parroquia: Cenero. Y dentro de esa parroquia, el lugar con peor conexión es Salcedo. “¿A 300 megabytes por segundo? Ni idea, aquí vamos a cero por segundo”, ríen los vecinos cuando hablan sobre esta carencia.

Ríen porque son de buen compás y es Año Nuevo. Pero la situación no es una broma. “Aquí pagamos un IBI urbano, pero solo somos urbanos para la recaudación de impuestos”, lamenta Loli González. “Y la situación va a peor, ¿eh? Que antes por lo menos podíamos ver la tele”, añade, desde la casa de enfrente, Amado García.

Abre la puerta y se sienta en el sofá. Frente a él, una imagen congelada en la televisión: “Esto está relacionado con internet, también, porque la falta de conexión impide que el descodificador funcione bien”, apuntan los vecinos. Los fallos son bastante habituales, aunque aleatorios: “Si hay temporal, ya sabes que se va a ver mal la tele. Pero a veces, aún estando buen tiempo, se ve fatal”. Como ayer.

Luis Pérez y Amado García muestran su teléfono móvil, ayer, en Salcedo (Cenero). | Ángel González

Lo único que funciona, “más o menos bien”, es el móvil. “Pero solo si no te mueves mucho”, matiza Aurora Platas. A unos tres kilómetros, en Pinzales, la conexión empieza a fallar. “Aquí el datáfono funciona. Pero si viene un viajante o un comercial, tenemos que salir a la mitad del pueblo porque otros datáfonos no consiguen señal”, apuntan en la parrilla Pinzales. Además, las quejas cuando hay partido no son solo por los goles del rival: “A veces se queda la imagen parada, con un relojín dando vueltas, y la clientela se cabrea con razón”, añaden. Y matizan que se han dirigido varias veces al Ayuntamiento sin conseguir ninguna respuesta.

En Salcedo también lo intentaron. Y luego buscaron soluciones por su cuenta. “Una empresa de telefonía nos proponía el internet rural, el que va por satélite. Pero era muy caro y muy lento”, apunta Platas. Sus vecinos contrataron una tarifa con datos ilimitados en el móvil para poder conectar, al menos, la televisión: “Es la única forma que tenemos de usar la ‘smart TV’, pero claro, a veces también perdemos la cobertura móvil y se queda a oscuras”.

Una vida casi analógica, en pleno siglo XXI. “¿Parece increíble, eh?”, cabecea Amado García, caminando hacia la carretera general. Señala la marquesina del autobús, se acuerda de repente: “Y mira, también hay problemas con el autobús. Ponlo también, que tenemos unos horarios de pena. Incomunicados, también por tierra”.

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