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Un accidente que conmociona a la ciudad Las medidas tras el siniestro

El Ayuntamiento ordena a las Hijas de la Caridad recuperar el colegio San Vicente

El colegio presentó en 2017 al área municipal de Urbanismo un informe técnico con una opinión favorable sobre el estado del edificio

Estado en el que quedó el edificio del colegio San Vicente Paúl tras el derrumbe. Juan Plaza

El Ayuntamiento de Gijón ha ordenado a la propiedad del Colegio San Vicente Paúl, la Congregación de las Hijas de la Caridad, acometer de forma inmediata una serie de medidas para garantizar la estabilidad del edificio durante el desescombro de la parte de la cubierta que se desplomó el pasado miércoles, y la demolición de zonas dañadas irrecuperables. Además, el informe indica que tras esa primera actuación deberá requerirse a la propiedad que acometa las obras necesarias para poder reanudar la actividad en el centro educativo, obras que deberán de contar con la autorización previa de la Comisión del Catálogo municipal, dado el grado de protección arquitectónica del inmueble. Los técnicos de Urbanismo visitaron el edificio el mismo miércoles y ayer.

El desplome de cien metros cuadrados de cubierta sobre las dos aulas de quinto de primaria mató a dos trabajadores que estaban colocando pladur en una de esas aulas, en la que habían aparecido grietas en la escayola: los primos Andrés y David Velasco, vecinos de Mieres de 39 y 40 años de edad. Otro trabajador, Kamel A. resultó herido en una mano y un cuarto, Vicente Moirón, suegro de David, ileso. El informe elaborado por los técnicos de Urbanismo ordena “de manera inmediata” estabilizar la fachada, apuntalar las zonas afectadas y colocar un vallado perimetral en la calle antes de proceder al desescombro. Una parte de los escombros de la cubierta desplomada ya fueron retirados por los bomberos el día del accidente, lanzándolos a la calle Caridad, hasta localizar a los dos trabajadores que habían quedado atrapados bajo el material que se vino abajo y que fueron hallados sin vida.

En cuanto a la estabilización de la fachada, el informe apunta que “deberán eliminarse todos aquellos elementos cuya estabilidad no pueda garantizarse, como por ejemplo, barandillas sueltas, piezas de cornisa rotas, etcétera, y se apearán los huecos de ventanas que hayan resultado afectados por el derrumbamiento”, indican desde el Ayuntamiento. Asimismo, se ha de resolver “la consolidación de la cornisa perimetral especialmente afectada, en la esquina de Ezcurdia y Caridad, donde se han avistado sendas grietas”, agregan.

En cuanto al apuntalamiento se tendrá que hacer “de todos los pisos de abajo hacia arriba en las zonas afectadas, teniendo en cuenta la carga actual sufrida por el derrumbe, con el objeto de poder entrar con seguridad para realizar las obras de desescombro y todas aquellas que resulten necesarias”, señala el Ayuntamiento. Por otra parte, se debe proceder al vallado perimetral hasta el bordillo de las aceras colindantes, permitiendo únicamente el paso peatonal en los edificios situados enfrente y se protegerá el cruce viario de cualquier acceso, ampliando lo máximo posible el cierre en esta zona.

Según especifica el informe, “una vez asegurado el inmueble, y siendo deber de los propietarios mantener los inmuebles en las debidas condiciones de seguridad, salubridad y ornato público, deberá requerirse a la propiedad para que efectúe las obras necesarias en dicho inmueble, de manera que pueda garantizarse la reanudación de la actividad en el mismo”. Unas obras que deberán contar con la autorización previa de la Comisión del Catálogo municipal, dado el grado de protección del inmueble.

El origen del edificio educativo se remonta a 1890, si bien tuvo sendas ampliaciones, la primera de ellas, en 1932, la que incluye la fachada de la calle Ezcurdia y la rotonda que la enlaza con la calle Caridad, que es en la que se produjo el accidente. Al no tratarse de un edificio residencial, el inmueble no la inspección técnica de edificios, obligatoria para los edificios de viviendas de más de 50 años.

No obstante, encargó en 2017 un informe técnico que concluía dando una opinión favorable sobre el estado de conservación del edificio. Lo hizo para presentarlo al Ayuntamiento para acometer una obra de rehabilitación de la fachada. Fue la única licencia de obras que desde 2016 solicitó el colegio, además de la licencia de obra menor para la colocación de pladur en la que estaban trabajando los fallecidos, una reparación de las grietas que habían aparecido en la escayola de una de las aulas. También se hicieron reparaciones en los dos últimos veranos por goteras, como adelantó este diario.

Respecto a la humedad que atravesaba la cubierta del edificio, el presidente de la Asociación de Padres, Javier Rodríguez, señalaba ayer que la colocación ahora de pladur en una de las aulas “era una reparación porque había una pequeña gotera, nos dijeron, está entrando un poquitín de agua, hay una pequeña gotera, vamos a aprovechar el periodo de navidades para repararlo y ponemos unas planchas de pladur, pero nada más”. La Fundación Educere, que gestiona el colegio, espera que el informe de los expertos que arroje luz sobre las causas del fatal accidente, que está investigando la Policía.

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