Subiendo por la carretera de La Providencia, en uno de los taludes que hay paralelos a la vía, un gran grafiti con letras rosas da la “bienvenida” a cualquiera que pasa por el lugar. Pone “Rapaz”. Y no es el único. Si se avanza cuesta arriba, se podrán ver mucho más con la misma firma. No llevan mucho tiempo ahí. Han sido “descubiertos” en las últimas semanas por los vecinos, que temen que la cosa vaya a más. “Nos preocupa que haya un efecto llamada”, explica la presidenta de la asociación, Cristina Menéndez.
Los socios de este colectivo están sufriendo las pintadas en sus propias carnes. En el cartel de su sede, que está en la pista polideportiva Teresa Vallverdú, también ha aparecido una pintada. También pone “Rapaz” y también tiene letras rosas. “No sabemos si será un hombre o una mujer, pero desde luego creemos que tiene que ser siempre la misma persona. Y está ensuciando toda la zona”, explica Menéndez.
El problema con los grafiteros no es nuevo en Gijón. En octubre del 2020, se detuvo a “Zack”, un conocido autor de pintadas, responsable de más de cien garabatos repartidos por toda la ciudad. Algunos, impresionantes como el que realizó en el edificio de Bankunión, a decenas de metros de altura. Por entonces, tenía 21 años y causó daños por valor de 3.000 euros, según fuentes policiales. A pesar de la detención y de los esfuerzos de Emulsa por limpiar esta y otras pintadas, su nombre puede seguir viéndose en prácticamente cualquier lugar.
En La Providencia reclaman que haya más vigilancia para tratar de evitar la proliferación de pintadas, que pueden verse en varias propiedades privadas del barrio, para desesperación de los dueños. “Una cosa es el arte en la calle y otra el gamberrismo. Esto viene desde hace cosa de un mes. Hace nada, aunque ya la limpiaron, dejaron como un cuadro una marquesina de bus. El Ayuntamiento debe actuar”, relata Menéndez, con evidente preocupación.
