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La figura de la semana Inés Díaz Collada Profesora y directora de La Corolla, se jubila tras una larga carrera

Inés Díaz Collada, la “profe” que creó escuela en Somió

Con verdadera vocación por la enseñanza, es alegre, cercana, una voraz lectora que adora bailar y ser el alma de la fiesta con sus amigas y familia

Una “profe” que creó escuela en Somió

Cercana, cálida y con verdadera vocación por la enseñanza. Inés Díaz Collada es una maestra que ha creado escuela en La Corolla. En el colegio de Somió lo ha sido todo. Profesora, compañera, amiga, madre y directora. Y el centro, a su vez, lo ha sido todo para ella. Allí ha desarrollado toda su carrera profesional. Desde que llegó a Gijón siendo una veinteañera hasta ahora, que con 66 años se jubila. Los últimos catorce los pasó en el despacho de directora. Un lugar, en teoría temible para los alumnos, que ella se encargó siempre de humanizar con su carácter alegre y jovial. Cumplió con nota los dos grandes retos que asumió: mantener a la última un colegio, el único privado de Gijón, que es referente, y capear el azote de la pandemia gracias al esfuerzo de toda la comunidad educativa. Todo sin perder nunca la sonrisa.

Con el paso de los años, una persona puede olvidar las valencias del flúor o la formulación de los peróxidos. Pero difícilmente olvidará a un buen profesor. Inés Díaz fue para muchos alumnos una maestra inolvidable por lo que decía y por cómo lo decía. Por las lecciones sobre ciencia, pero también por lo que enseñaba sobre la vida. Impartió Naturales, Física y Química y Tecnología. Materias, sin duda, ásperas si quien las explica no pone todo de su parte. Inés lo puso y muchos de sus exalumnos aún se lo agradecen cuando la ven por la calle.

A modo de biografía, sus orígenes hay que buscarlos en las Cuencas. Pasó su infancia y adolescencia en Sama. Se casó joven, con poco más de 20 años. Y se mudó a Gijón nada más nacer su primera hija, Arantxa. Una década después llegaría Luis. Empezó a dar clases con poco más de 23 años en La Corolla y ya nunca más cambió de pizarras. Revelan sus más cercanos que ella era tan joven cuando empezó que alguna que otra vez la confundieron con alguna alumna de las mayores. Eso y que alguna que otra carta de amor llegó a recibir en sus años mozos.

Como profesora se caracterizó siempre por la cercanía, pero sin perder nunca la exigencia. Bien lo saben sus hijos. Dio clase a los dos. Cuenta Arantxa, que, por cierto, es profesora también en La Corolla, que una vez siendo ella muy pequeña se la escapó llamarla “mamá” y que por ello fue reprendida con severidad. También que en alguna ocasión fue expulsada del salón cuando su madre redactaba los exámenes. Y que esta, que acostumbraba a preguntarle la lección, una vez le metió en un control una pregunta que llevaba cogida con alfileres.

Como mujer, es activa. No le gusta quedarse quieta. En las celebraciones familiares y cuando sale con sus amigas acostumbra a ser el alma de la fiesta. Adora bailar, mover el esqueleto, por encima de todo. Aunque musicalmente no es de preferencias marcadas, las clases de zumba se han convertido para ella en una de sus grandes aficiones. La montaña y darse largos paseos también le tira. Y ahora que va a tener más tiempo con la jubilación a sus más cercanos les está empezando a hablar de ponerse al cuidado de un huerto.

Como jefa, es decir, como directora de La Corolla, también fue muy apreciada por toda la comunidad educativa. Cuentan que siempre se mostró del lado de sus profesores cuando la necesitaron. Primó el trato humano por encima del papeleo. Lo que le significó en más de una ocasión tener que subir en fin de semana a su despacho para resolver trámites administrativos con la satisfacción de haber estado siempre para ayudar a quien lo necesitara. Y es que a pesar de sus obligaciones como responsable de un centro con más de medio millar de alumnos, ella nunca quiso quedar reducida al cargo y a su importancia. Por eso lo siguió compatibilizando con la enseñanza y siguió dando clases.

Ahora, con 66 años, se toma un merecido descanso del ajetreo del día a día. Pero seguro que seguirá muy de cerca todo lo que suceda en La Corolla. Porque ella lo ha sido todo para el centro de Somió y viceversa. Por eso, y porque quien siente su profesión de manera tan vocacional nunca termina de jubilarse. Y más si se ha sido una “profe” que ha marcado una época.

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