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Los pocos escaparates que dan vida al Carnaval en Gijón

Comerciantes con sus negocios decorados durante el puente piden que más locales se animen: “Daría mucha vida a la calle”

Los pocos escaparates que dan vida al Carnaval

El Antroxu se cuela estos días en algunos escaparates gijoneses, aunque menos de lo que a muchos les gustaría. Unos cuantos negocios, la mayoría en el centro de la ciudad, lucen durante el puente una decoración casera, aunque sus propietarios se sienten una minoría. Los que resisten reconocen que no ven incrementadas sus ventas de manera notable y que lo hacen por dar vida a la calle. Y piden que, en próximos años, esta costumbre crezca.

Entre los pocos comerciantes que han apostado por decorar por dentro y por fuera su escaparate en el centro están Marlén López e Ignacio Rodríguez, socios de una tienda de bisutería en la calle Langreo. Han puesto un poco de todo: tienen sombreros de colores en el letrero del local, serpentinas colgando hacia abajo para que las mueva el aire, antifaces por el escaparate y, ya puestos, han aprovechado parte de sus motivos de San Valentín. Lo hacen siempre porque creen que es una manera de “vestir la tienda”. Pero, reconocen, se trata más bien de dar una mejor imagen de su propia calle que por estrategia comercial. “La gente se fija, porque por esta zona ya casi no hay comercios que lo hagan, pero no se puede decir que vendamos más por ello. Lo hacemos todos los años más por animar el ambiente que por otra cosa”, defiende Rodríguez, que junto a su compañera cree que la tradición de los escaparates antroxeros está en “baja forma”. “Y eso que con cuatro cosas casi cualquier comercio puede quedar muy decente. No cuesta tanto”, afirma López.

Los pocos escaparates que dan vida al Carnaval

El ejemplo de que una decoración sencilla basta está a pocos metros de este comercio, ya en la calle Libertad, donde Natalia Huerta regenta una tienda de ropa vintage. Ella ha aprovechado las mismas guirnaldas que pone todos los años –y que, viéndolas ayer al sol, sospecha que va a tener que renovarlas– y, como en el negocio de bisutería, mantuvo las guirnaldas de corazones que había colgado por San Valentín. “Decoramos el escaparate siempre, pero también por animar la calle. Los clientes que entran en la tienda se fijan en el maniquí, no en el decorado. Es verdad que por esta zona casi ningún comercio se anima a hacerlo ya”, señala.

Otra idea simple de decoración está en la confitería de Pelayo Álvarez, en la calle Periodista Adeflor. Estos días el único cambio en su escaparate es que, entre bandeja y bandeja de pasteles, aparece algún antifaz. Refiere un balance muy similar al de sus compañeros: “Es una forma muy sencilla que tenemos para colaborar con el ambiente de Antroxu, pero es verdad que apenas se ven escaparates decorados estos días. Lo nuestro es muy poca cosa, pero es algo”. En su caso, tampoco depende de abalorios para redondear los números a fin de mes: “Por estas fechas, las confiterías tenemos trabajo con y sin decorado, pero siempre intentamos darle alegría a la zona”.

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