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El Antroxu desborda Gijón con el regreso de un desfile apoteósico: “Había ganas”

La vuelta del desfile de Carnaval, con menos grupos pero mucha fiesta, inunda Gijón

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El desfile de Antroxu abarrota Gijón

En el entorno del estadio de El Molinón, Bibiana Miranda asegura un tul amarillo con un imperdible. “Falta menos de una hora para el desfile, pero estamos acostumbradas a estos nervios de última hora”, sonríe ella. Va en el grupo “Happy Family” y su lema, en este Antroxu es “Happy Tropical”. “Happy”, en castellano: feliz. Esa felicidad que solo dan los tambores, las luces y la purpurina. Esa alegría que vibra por dentro hasta que suena la carcajada. La alegría “antroxera”, con la que ayer se reencontró Gijón en el desfile tras un año de parón. Miles de personas salieron a la calle, algunos “antroxaos” y otros no, para empaparse de ella. “Lo habíamos echado de menos, había ganas”, coincidieron los participantes. Y el público, que abarrotó el recorrido.

Ganas y mucha ilusión. Tanta, que el desfile no se vio deslucido a pesar de las novedades: solo participaron dieciséis grupos, frente a los más de cuarenta que se juntaban en las ediciones pre-covid; y las carrozas a motor estaban prohibidas. Donde no hubo bajas fue entre las charangas: doce agrupaciones, récord de los últimos años.

“A ver si empieza, que ya se nos van los pies por el asfalto”, apuntó Alberto Pidal, integrante de la charanga “Os Brasileiros do Xixón”. Las charangas esperaban a salir en el entorno de la plaza de toros. “Para hablar de la historia de la charanga... espera; que venga Pablo”. Y llega Pablo Álvarez. Un hombre alto con un tocado y un traje lleno de purpurina. Es de los más veteranos de la charanga: “Llevo veinticuatro años saliendo, el año pasado lo pasé mal... Se echa de menos cuando llevas el Antroxu tan dentro como lo llevamos nosotros”.

Pero hablar de Antroxu sin acordarse de “La Sardina” cuenta casi como blasfemia. Así que ahí llegó “La Sardina” en su coche antiguo, con su inseparable Conchita y tantas ganas de pasarlo bien: “Un besín, neños”, gritó desde el vehículo, que abría el desfile, donde también estuvo un oso con el cuello torcido, en clara alusión al personaje que se hizo popular (y viral en redes sociales) en un pasacalles de Cádiz.

¿Qué se escuchan? Los tambores de la primera charanga en el desfile, “Perdíos de los nervios”. Y, un poco detrás, un vistoso grupo de mimos. “Mimo-mento”, del grupo Enredas. “Nos lo curramos como otros años, aunque solemos llevar carroza”, explicó Cristian Rodil sin perder el paso de la coreografía. Sonando: “Grita”. Y otra vez los tambores, y una coreografía que dejó a más de uno con la boca abierta. La charanga “de la cresta naranja”, como se escuchaba entre el público. Oficialmente, “Los Mazcaraos” que se estrenaban este año y llegaron pisando fuerte.

Si hay que hablar de veteranos, pero esta vez de grupos, hay que escuchar a José Ramón Suárez, de la Sociedad de Festejos San Pedro de Castiello de Bernueces: “Llevamos veintipico años viniendo, ¡Que ya se nos acaban las ideas!”, rió sobre el jolgorio de desfile. No lo parece, porque su grupo fue de los más aplaudidos: un mar lleno de barquitas y guiado por un faro que no se apagaba. Y por música, que no falte. “Uff... el año pasado llevelo fatal. Porque yo el desfile no me da mucho más, pero lo que ye preparar el Antroxu... lo vivo”, rió el veterano “antroxero”.

Otros que anotan más de veinte carnavales en el calendario: “Cuatro Amigos”, desde la Calzada. Al frente Francisco Calvo, dirigiendo la “coreo” para que no se pierda paso. “Y si alguien se lo pierde, pues no pasa nada. Aquí estamos para pasarlo bien, es genial”, afirma. Iban “antroxaos” de fornidos y bravas “Highlanders”. “Pero no de Escocia, ¿Eh? Somos los Highlanders de Xixón”, sonrió Francisco Calvo. Estaba pletórico. No en vano, se ha reencontrado con muchos amigos con los que solo coincide para el Antroxu.

“Nosotros decidimos el disfraz porque, después de la pandemia, todos tendríamos que haber aprendido la lección más grande de la vida”, apuntan Cristian Guisado y Andrei Calagiu. Iban disfrazados ¿de payasos? “No, no. De descojonados de la vida”, coincidieron. Están en la Asociación Juvenil San Nicolás. Y la lección no es lo de “descojonarse”. O bueno, algo así: “Un día sin reír, es un día perdido”, señaló Guisado. Risas. Hacía tiempo que no se veían tantas, aunque detrás de una mascarilla. “¿Lo que más me gusta del Antroxu? Que es un día en el que todo es posible”.

El desfile ya pasó. Un “Spiderman” que no llega a un metro mira al frente, apunta y dispara. Lo cubre todo de una nube de purpurina dorada.

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