La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Festival Poex

Pancho Varona y la poesía hecha canción

El compositor inaugura el festival Poex con un repaso a las musas que inspiraron sus letras: “Para mí son crucigramas, no versos”

Pancho Varona y Javier García Rodríguez, ayer, en el patio del Antiguo Instituto de Gijón. | Ángel González | ÁNGEL GONZÁLEZ

Pancho Varona no se siente poeta porque dice que ni siquiera Joaquín Sabina se reconoce como tal, pero admite con orgullo que ha compuesto canciones preciosas y que siempre ha sido bueno rimando y midiendo las sílabas de sus letras. Por eso, aunque entendía que el puesto se le quedaba grande, su visita ayer al Antiguo Instituto de Gijón supuso el acto inaugural del festival poético Poex, que continúa ahora hasta el día 3 de abril en la que es su tercera edición y la primera en un contexto algo más desligado de la pandemia. “Siempre me dio pudor enseñar mis poemas, solo publiqué un libro porque me lo ofrecieron. Veo mis canciones como crucigramas, no como poesía”, aseguró el compositor.

La charla con Varona la dirigió el profesor Javier García Rodríguez, que introdujo al compositor con un original y largo poema que le definía como “un adán soltero”, un vecino de Comala y de Macondo “con siete vidas gastadas persiguiendo a gatas viudas”, un colchonero con alma de mester de juglaría. Ayudó este preludio a que el compositor perdiese los nervios, porque empezó a hablar con casi una disculpa. “Estoy aquí igual por enchufe contigo o con Miguel (Barrero). Me gusta mucho jugar con las palabras porque durante muchos años estuve sentado junto a un genio, un árbol que daba muy buena sombra, pero no soy un poeta”, le dijo a García. Fue esta la primera mención a un Sabina que no dejó de aparecer en la hora larga que duró la charla, porque tras más de cien canciones compuestas juntos el anecdotario dejaba mucha tela que cortar. El reputado cantautor, sin embargo, fue también el motivo de que Varona nunca se haya atrevido “en serio” con la poesía: “Es imposible estar a su altura, siempre me ha dado pudor”.

Contó Varona que su bagaje de lecturas empezó a engrosarse siendo muy pequeño pero por el mérito de su hermana, Gloria, que era la que se gastaba la paga de sus padres –un poco más generosa que la que le daban a él, porque ella era la mayor– en discos y libros. Así que el compositor pudo descubrir pronto las historias de Tintín y las aventuras de Astérix y Obélix, más todo lo que vino después. “Hay cosas que sé que yo no me hubiese comprado jamás. Recuerdo un disco de Serrat con canciones de Machado que si lo descubrí por mi hermana. Ella y Joaquín fueron mis dos grandes ayudas”, agradeció.

La alianza Sabina-Varona empezó con “Balada de Tolito”, basado en una historia real. “Él siempre me llama dos veces, así que vino y dijo: ‘Panchito, Panchito’, mira a ver si le pone música a esta letra. Y lo hice, y le gustó, y ahí se me abrió el mundo porque vi que servía para algo”, relató ayer el músico, que cree que como guitarrista de conciertos causó menos impresión al cantautor: “No me despidió tras el primer concierto por compasión, del segundo por lástima y del tercero por pena”. Tras aquella colaboración llegaron muchas más propuestas encabezadas por el “Panchito, Panchito”.

Una de sus favoritas es “Ciudadano cero”, en la que Sabina cuenta la historia de un hombre que alquila una habitación en un hostal y, desde la ventana, mata a 16 personas y deja cojo a un gato. Lo del gato fue lo que más apenó a Varona, que destacó que la historia de la letra se cuente a través del testimonio que el dueño del hostal le da a la policía. “Es que el cabrón es muy bueno”, bromeó en referencia a Sabina. Otra anécdota, la de “69 punto G”. Varona había hecho la letra y la música de la canción, que en sus inicios se llamaba “Sinsabores”: “Se la di a Enrique Iglesias, que no la quiso, y luego Joaquín, por suerte, cambió bastante la letra”.

Al compositor le gusta mucho “Ahora qué...”, definida por Sabina como “una canción casi perfecta para un amor casi perfecto”, y sigue pensando aún en lo extraño que fue componer “Como un dolor de muelas”, la ya conocida historia de los versos sueltos que el subcomandante Marcos, icónico insurgente mexicano, le mandó a Sabina por carta: “La canción quedó bien aunque todos los versos medían distinto, pero nuestra gran obsesión era por qué, pudiendo presentarse como comandante, eligió llamarse subcomandante”. Cuando al final de la charla agarró la guitarra –no hubo que rogarle mucho para convencerle– en un brevísimo concierto para cantar esta canción, “Ruido” y la icónica “Peces de ciudad”, barruntaba entre tema y tema por lo bajo: “Pudiendo llamarse comandante...”.

Ana Lamela pone la melodía a versos locales en “Poética d’un carbayu”

Ana Lamela pone la melodía a versos locales en “Poética d’un carbayu”

Como cierre a la primera jornada del festival de poesía Poex de Gijón, la artista Ana Lamela se subió ayer a las tablas del Antiguo Instituto para poner en escena “Poética d’un carbayu”, un disco que recoge canciones inspiradas por poemas de autores asturianos actuales como Julia Navas, Alfredo Garay, Ángeles Carbajal, Esperanza Medina y Pedro Luis Menéndez, y que salió adelante gracias a la colaboración de otros artistas como Chema Aladro.

Compartir el artículo

stats