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Multitudinaria Resurrección de Cristo para despedir la Semana Santa

Centenares de personas contemplan el encuentro entre Jesucristo y la Virgen de la Alegría, en presencia de San Pedro, para despedir las procesiones y dar la bienvenida a la Pascua

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En imágenes: Procesión del Domingo de Resurrección en Gijón Juan Plaza

Aparecía la Virgen de la Alegría, cubierta por un velo negro y un ramo de calas y cymbidium amarillas, por la plaza Mayor, en volandas, gracias a la Santa Misericordia, cuando, al alzar la mirada vio a su hijo a lo lejos. El Resucitado, con el estandarte del Santo Sepulcro, había vuelto de entre los muertos para ascender a los cielos y sentarse a la diestra de Dios. “Quita María esos lutos, y revístete de gala, que viene resplandeciente, el que por muerto llorabas”, repitió por tres veces el hermano mayor, Ignacio Alvargonzález, antes de ordenar a los cofrades que se descubrieran. La algarabía brotó de entre los centenares de fieles que, con la playa de San Lorenzo al fondo y la Virgen ya de manto blanco, celebraban el Encuentro de Resurrección para dar la bienvenida a la Pascua. “Aleluya, aleluya aleluya”, como dejó escrito en su última crónica de Semana Santa la añorada e inigualable Cuca Alonso en estas páginas.

Del emotivo encuentro fue testigo San Pedro, cubierto por una red de pesca desde su salida de la iglesia parroquial a la que da nombre. El pescador, en un paso envuelto de rosas y gerberas rojiblancas, había partido del Campo Valdés escoltado por la Vera Cruz y la banda “Hogar Vetusta” de la Organización Juvenil Española de Colloto. Faltaban quince minutos para el mediodía. Inmejorable temperatura y cárdeno cielo para iniciar a la procesión del Domingo de Resurrección rumbo a Cimadevilla.

En el barrio Alto, apenas quince minutos después, aguardaban los hermanos de la Santa Misericordia, a las puertas de la capilla de la Soledad, para cargar sobre sus hombros a la Virgen de la Alegría, rodeada de variadas flores en tonos blancos y malvas. Las persistentes obras en el Tránsito de las Ballenas obligaron a variar el recorrido y el paso tomó Óscar Olavarría en dirección a la plaza del Marqués, donde ya se agolpaban los fieles. También curiosos, que dieron mucho trabajo estos días a voluntarios de Protección Civil y Policía Local –muy atentos– con irreverentes incursiones entre los cofrades.

A la misma hora, y desde la Iglesiona, iniciaba el recorrido Jesús Resucitado. Lutos fuera. Claveles y gerberas rojas y liliums y margaritas blancas. Cintas con la bandera de España colgaban de los varales de un paso cubierto con una inmaculada sábana con la Cruz del Santo Sepulcro de Jerusalén bordada en rojo, emblema de la cofradía más joven de Gijón. Por la calle San Bernardo avanzaron los penitentes camino del esperado Encuentro. La música provenía de la Banda del Sagrado Corazón.

Encuentro del Domingo de Resurrección en Gijón

Encuentro del Domingo de Resurrección en Gijón I. P./ J. P.

Al filo de la una de la tarde, las tres imágenes se encontraron ante la antigua Pescadería Municipal. Jesucristo por un lado y, en frente, la Virgen de la Alegría y San Pedro. Los penitentes mecían los pasos para celebrarlo. Fue María la primera en dirigirse a su hijo, reverencia incluida, ante la mirada de los fieles. Muchos, subidos a los altos.

Las palabras de Ignacio Alvargonzález despojaron a todos los penitentes de sus capirotes y capillos. Los acordes del himno nacional reforzaban la solemnidad del momento. Gran ovación al ver cómo los integrantes de la Santa Misericordia retiraban el luctuoso velo de la Virgen de la Alegría. Las manolas que la escoltaron desde Cimadevilla, ya con sus mantillas blancas, depositaban ante ella los ramos de flores que portaron durante la procesión. San Pedro, que en el paso llevaba una imagen pequeña de Santa Elena (descubridora de la Vera Cruz y madre del emperador Constantino), también mostró sus respetos. El “Regina Coeli” se dejó sentir a orillas del Cantábrico.

Honores concluidos, San Pedro acogió la misa de Pascua, no sin antes escuchar la gratitud del hermano mayor por la implicación de las hermandades y cofradías, que facilitaron el regreso de las procesiones a la calle dos años después. Apenas unas gotas de lluvia en toda la semana. ¡Aleluya, aleluya, aleluya!

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