“Yo no recuerdo una Semana Santa tan concurrida y llevo aquí desde 1995”. Así de tajante se mostraba ayer Ignacio Alvargonzález, presidente de la Junta Mayor de Cofradías y Hermandades Penitenciales de la ciudad, que ayer todavía no se sacaba de la cabeza la multitudinaria procesión del Encuentro de Resurrección en Campo Valdés y que supuso el broche final a una semana que, por el buen tiempo, logró mantener su programa íntegro y con buena afluencia de feligreses todos los días. Los cofrades se apuntan ahora dos tareas para el próximo año: mantener la rampa que les facilitó el transporte de las imágenes a la salida de San Pedro y buscar la manera de atraer a nuevos portadores que ayuden a cubrir el ansiado relevo generacional del grupo. “Esta semana he visto muchas caras que se repetían cada día siguiendo las procesiones y quiero animarles a que hagan el esfuerzo de sumarse a quienes vivimos esto desde dentro. Les aseguro que no se van a arrepentir si dan el salto”, prometió el cofrade.

Las cofradías y varias decenas más de feligreses se reunieron ayer en San Pedro para celebrar una eucaristía como acción de gracias, un evento que sustituye la tradicional merienda de hermandad que este año se decidió aplazar ante el temor de lo que parece que son los últimos coletazos del covid-19. La misa la ofició el párroco Javier Gómez Cuesta. Dicharachero, se dirigió directamente a Alvargonzález y los suyos y les dijo: “¿Ya guardasteis las imágenes? Bien. Y ahora, ¿quién sale?”. Porque el sacerdote quiso defender ayer la importancia de compartir más con la ciudad los valores de la fe cristiana, “que están cayendo vertiginosamente” en los últimos años, sobre todo en los más jóvenes. “Y eso pese a que de casi ningún hombre existen tantos testimonios que hacen innegable su existencia”, valoró. “Hay que compartir el testimonio del Señor, como hizo San Pedro y, antes, las mujeres, que siempre fueron más listas y espabiladas y cuando fueron al sepulcro y solo vieron vendas y el sudario no dudaron en compartir la buena nueva. Eso hay que hacer ahora”, animó a los feligreses, a quienes recordó que el Evangelio “no es un libro de ideología”, y que la fe cristiana es “progresista de verdad, no como ese progresismo del que hablan algunos y que es de muerte y frustración y no de vida”. La falta de fe en los tiempos modernos, añadió, explica que la “civilización actual esté tan baja en valores, porque los valores son fruto del espíritu, no de la música que escuchan los jóvenes”. También recomendó a los feligreses, siguiendo el discurso del Papa Francisco, compartir su fe “con alegría”: “No podemos llevar caras de vinagre”.

Alvargonzález, por su parte, echa cuentas y cree que la única Semana Santa desde que se recuperó la celebración en la ciudad en 1995, podría ser la de 2017, en la que el tiempo también se portó bien. “Pero a nivel de personas yo creo que este año hubo bastantes más y, salvo por el recorrido que acortamos un poco el martes porque veíamos que igual llovía, mantuvimos el programa íntegro y con cambios que creo que fueron un acierto, como hacer el Encuentro el miércoles en la plaza Mayor. Creemos que gustó mucho”, comentó el presidente, que reconoció que su grupo temía que, tras dos años de parón, la ciudad hubiese “perdido el pulso” por las procesiones. Ahora, ya pensando en la próxima edición, además de conseguir fichajes más jóvenes también se estudia ampliar la citada rampa que se instaló en Campo Valdés, y también lograr un permiso municipal para poder dejarla instalada toda la semana: “No molesta ni daña la vía pública y, a nosotros, nos ayuda y nos da más presencia que salir por el lateral del Campo, que está destrozado”.