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La figura de la semana Francisco Vizoso Piñeiro Cirujano e investigador del Hospital de Jove, acaba de ser nombrado patrono de honor del Foro Jovellanos

La mente más aventajada de Jove

Referente en el estudio de las células madre y su aplicación contra el cáncer, huye de personalismos y tiene fama de tranquilo, aunque fiestero

Francisco Vizoso visto por Mortiner.

Un gallego “infiltrado” en el Hospital de Jove lleva ya más de una década liderando a un equipo de investigadores que, con mucha paciencia y sin grandes alardes, han dejado dos marcas indelebles en la historia de la investigación médica: el descubrimiento de las células madre uterinas y su posible aplicación para el tratamiento de tumores. Francisco Vizoso Piñeiro nació en 1959 y su pueblo natal es el de Maniños, cerca de Ferrol. La vocación médica le llegó muy pronto, y ya de pequeño se fascinaba viendo las matanzas del ganado en la aldea y se dedicaba a inspeccionar pequeños insectos y animales que encontraba en el campo. En su familia no había ningún cirujano, pero a su padre sí le hacía ilusión que su hijo tirase a la medicina y le dio el beneplácito para irse a la Universidad de Santiago. La reputación del por entonces Hospital General de Asturias fue la puerta de entrada del gallego a la región, que cursó la especialidad de cirugía general y aparato digestivo. En 1990 leyó su tesis sobre el cáncer de mama, con sobresaliente “cum laude”, y poco después fichó por el Hospital de Jove. Su labor desde entonces le ha hecho merecedor del reconocimiento del Foro Jovellanos, que le acaba de nombrar patrono de honor.

Aunque está ya más que asentado en Gijón, Vizoso vuelve a Galicia todos los fines de semana –así no se le desengrasa el acento– para reencontrares con su esposa en el domicilio familiar. Por semana, se las apaña en su piso gijonés pese a que su entorno siempre le reprocha en broma su poca mañana en las labores del hogar. Esa casa en Maniños suele ser la sede de grandes reuniones y largas sobremesas –ya es habitual que se tenga que fletar un autobús desde Gijón para poder mover a todos los comensales–, y dispone de un amplio jardín al que el cirujano dedica cada vez más tiempo. Es ahora un redomado experto en plantas y está especialmente orgulloso de su colección de camelias. Esta simbiosis Gijón-Maniños le funciona. Sigue de cerca la evolución del Sporting, pero si va a comer a los bajos de El Molinón, siempre acaba en la pulpería.

Francisco Vizoso visto por Mortiner.

La trayectoria investigadora del equipo de Vizoso –el cirujano siempre habla en plural y huye de personalismos– dio un vuelco hace ahora algo más de una década. Los estudiosos llevaban tiempo pensando en el futuro de las células madres, en aquellos años en los que toda la comunidad científica se lanzó a buscarlas por todas las partes del cuerpo, y en Jove quisieron fijarse en el útero. Hubo varios momentos de “eureka”. En uno de ellos, la investigadora Noemí Eiró se había llevado células del cuello uterino a un laboratorio a Oviedo. Todos llevaban más de dos meses viéndolas crecer sin saber todavía qué eran exactamente. Y aquel día, ya a última hora de la mañana, Eiró telefoneó a Vizoso: “Son células madre mesenquimales, las tenemos”.

En Jove se lleva investigando este tipo de células madre desde 2009, y tiene ahora varios ensayos clínicos y patentes en marcha. Pero la unidad de investigación del complejo gijonés que lidera Vizoso aporta otra novedad en el campo médico: el llamado secretoma. En vez de estudiar la aplicación de las células madre como tratamiento regenerativo –que se pensaba que sería el futuro de la medicina pero que acabó siendo mucho más difícil de lo esperado, porque su aplicación es muy costosa y compleja y muchas células se mueren–, en Jove investigan con las sustancias beneficiosas que este tipo de células producen. Sigue siendo muy complejo, pero apunta con dar mejores resultados. Y con este secretoma ya aislado hubo un segundo momento de “eureka” en el año 2012. Vizoso y Eiró se habían quedado hasta tarde en el laboratorio. Habían probado a aplicar este secretoma en células tumorales para ver si estas sustancias de las células madre uterinas podían desinhibir el crecimiento tumoral. Lo habían probado a la vez en células tumorales de mama, gástrico y de colon. Y cuando salieron los resultados los dos se quedaron pasmados mirando la pantalla: se había inhibido la proliferación de los tres tipos de cáncer. Aquel día la cosa se puso seria, y a Vizoso se le acabó de asentar un sentimiento de responsabilidad que venía gestándose desde hacía años pero que ahora se concretaba en objetivos más claros y en necesidades más amplias. Había que poner en marcha más estudios clínicos, había que registrar patentes, había que ampliar el campo de estudio. Y todo eso costaba muchísimo dinero. Desde la Fundación para la Investigación con Células Madre Uterinas (Ficemu) se intenta canalizar la financiación necesaria para apoyar estos avances.

El gallego no pudo evitar su emoción cada vez que tiene que explicar esta línea de investigación al público. La última vez fue esta misma semana, en el marco de su reconocimiento como patrono de honor del Foro Jovellanos, un cargo que le ha hecho especial ilusión por ser desde hace años un fiel admirador de la figura del prócer gijonés. El investigador, sin embargo, sigue operando y pasando consulta en el Hospital de Jove. No quiere abandonar el trato con pacientes y le cuesta dar carpetazo. Es de los cirujanos que se pasan después por planta o pregunta a los compañeros qué tal evolucionan los enfermos que ya no están adscritos a su servicio.

Fuera del horario laboral, sin embargo, cuando Vizoso se quita la bata blanca se vuelve muy cantarín. La prudencia y cierta timidez del cirujano en discursos públicos dista bastante del gallego apasionado de los karaokes –su esposa le acabó comprando uno para la casa en Maniños– que se deja aflorar en entornos de confianza. El Vizoso musical, sin embargo, tiene una peculiaridad que sus amigos no saben exactamente cómo describir. No es que desafine mucho ni que no se sepa las letras, sino que, por su forma de entonar la melodía, cuesta entender qué canción está sonando. Ni en Cimadevilla identificarían un “Gijón del alma” a lo Vizoso hasta bien entrado el estribillo. Pero da un poco lo mismo, porque el médico se mete mucho en el papel: baila, se arrodilla, se lleva una mano sentida al pecho. Como le pasa en el laboratorio, a base de empeño se sigue cosechando aplausos.

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