La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La familia y amigos de Lorena Dacuña, sobre el asesino: "No sabía cómo dejarle porque le tenía miedo"

El entorno de la gijonesa describe a la víctima como "una buena persona" que les ocultó "lo que sufría" para no preocuparles | El portugués que la acompañó a casa la madrugada del crimen no acude al juicio y la fiscal pide multa

La abogada de la familia de Lorena Dacuña, Salomé Miranda, a la izquierda, junto a amigos de la fallecida, esta mañana, en el Juzgado. Ángel González

Familiares y amigos de Lorena Dacuña recordaron este martes a una mujer "maravillosa, buena, con la que se podía contar para todo", pero que en los últimos años de relación con José Manuel Sánchez Merino, el asesino confeso, se había ido alejando de todo su entorno, cambiando hasta tal punto de que se la veía "triste, sin ganas de arreglarse y poniendo excusas para no quedar o para marchar escopetada". Uno tras otro fueron mostrando ante el jurado popular el perfil de una persona maltratada psicológicamente que al final tomó la decisión de poner punto y final a la relación con su expareja, y echarle de casa, después de que este individuo utilizase unas tijeras para cortarle la ropa interior y los vestidos (confesado el lunes por el propio acusado) al entender que "si no se las ponía para él no se las ponía para nadie". Los momentos de mayor emotividad en la sala de vistas llegaron con el testimonio de María Luisa Fernández, tía carnal de la víctima, al decir, mirando al cielo que venía a decir la verdad para que se le hiciera "justicia" a su sobrina. "Es lo único que puedo hacer ya por ella", confesó entre lágrimas, que se las contagió a más de un miembro del jurado popular y de los presentes en la sala.

Quien no acudió este martes a su cita fue Gilberto R. M., el acompañante portugués con el que Lorena Dacuña acudió a su casa de la calle Callao la madrugada del crimen. Este individuo estaba citado pero no se presentó, por lo que la presidenta de la sección octava de la Audiencia, Alicia Martínez Serrano, dio instrucciones para que se le localizara, comprobar si había sido debidamente citado para asistir al juicio y tratar de encontrar otro día, incluso por la vía de la videoconferencia, para que prestara testimonio. Eso sí, la fiscal del caso, Marta Seijas, solicitó que se le impusiera una multa una vez hechas las comprobaciones, puesto que "yo estaba presente el día que se le dejó muy claro que debía venir al juicio".

Los que sí testificaron, entre nervios, fueron los miembros del entorno más próximo a Lorena Dacuña. Uno de ellos fue su hermano, Francisco, que antes de entrar al juicio, en atención a los medios, descalificó la versión de Sánchez Merino del lunes al entender que estaba "llena de contradicciones". "Me mantengo en que es un peligro y no está arrepentido de nada. Trató de autojustificarse porque está convencido de lo que hizo. Se cumple lo de que la maté porque era mía y este hombre no convence a nadie", señaló Francisco Dacuña. Ya en sala manifestó que mantenía una relación muy unida a su hermana, especialmente a raíz de la prematura muerte de los padres de ambos. Explicó que percibió un cambio en la actitud de su hermana, pues "se fue marchitando" y que, tras la ruptura con Sánchez Merino "recuperó la alegría porque se había liberado. Además, relató el momento en el que el asesino confeso se puso en contacto con él para que intercediera con su hermana que volviese con él. Fue una conversación "de más de una hora" por teléfono en la Nochebuena de 2019, apenas un mes y medio antes del asesinato. "Me llamó para que intentara suavizarlo, pero ella estaba más que convencida. Debió pasarlo muy mal y tragárselo ella todo, porque no le gustaba compartir las cosas malas para no preocupar. Hasta después no me enteré de los celos, el acoso y que consultase su móvil y los horarios", describió Dacuña.

50

EN IMÁGENES: Juicio por el crimen machista de la gijonesa Lorena Dacuña Ángel González

Esa versión fue compartida por las amigas de toda la vida de Lorena Dacuña, Davinia Bravo y Aroa Sánchez. Percibieron un cambio sustancial en la forma de relacionarse con ellas, coincidiendo en que apenas había estado con la pareja cuando todavía estaban juntos. Solo al final fue cuando la fallecida terminó abriéndose un poco más, a raíz del episodio de las tijeras y la ropa interior. "Intentamos que denunciara, le recomendamos que cambiara la cerradura de la puerta. Estábamos preocupadas porque las llamadas eran muy insistentes después de dejarlo, y hasta un día tuvo que enviarle una foto conmigo y con mi novio porque no se creía que estuviese con nosotros", recordó Aroa Sánchez. "Tuvieron una relación tóxica, ella tenía que ocultarse hasta cuando se venía a mi pueblo porque se ponía celoso", añadió. También Ana Isabel Menes incidía en esa línea posesiva que en los últimos años se veía en Sánchez Merino, que durante esos testimonios apretaba sus manos, esposadas, y movía insistentemente las rodillas. Sin despegar las vista del suelo. Apenas cruzó miradas con los testigos.

Tanto Aroa Sánchez, acompañado por su novio, Óscar Muslera, como Davinia Bravo acudieron al piso de Lorena Dacuña cuando faltó a trabajar el lunes. Se pusieron en contacto con la familia, y la cuñada de la fallecida, Nuria García, llevó las llaves. También fue el tío de la víctima, Arsenio Coto, que se emocionó al declarar. "Entramos y encontramos la hoja de un cuchillo, el móvil de ella a la entrada, y en la habitación de la izquierda vimos que estaba tirada en la cama, en posición fetal. Tenía un golpe en la cara y al tocarla estaba fría. Vimos que estaba muerta y avisamos al 112", coincidieron todos los que el día del hallazgo vieron el cadáver de la gijonesa. Muy importante fue que todos resaltaron que Dacuña estaba vestida, con la cazadora puesta y el bolso todavía colgado de su hombro, lo que resulta un indicador de que el ataque de Sánchez Merino con el cuchillo de la cocina fue sorpresivo, poniendo en cuestión el testimonio de este individuo que, con sangre fría, dijo que "había tenido tiempo para cerrar la puerta y llamar a la Policía, pero no me tenía miedo" cuando él salió tras el portugués gritando. "Cuando supimos que no había ido a trabajar y no respondía le dije a mi novia, ponte en lo peor, seguro que este hijo de puta le hizo algo", recordó Óscar Muslera, sin que Sánchez Merino levantara siquiera la vista. Fue este testimonio una muestra de que al encontrar muerta a Dacuña todos tuvieron claro el nombre del responsable. "Estaba convencido por lo que nos había contado ella, que tenía miedo. Luego fuimos a la sidrería donde trabajaba y llevaban sin verle desde el sábado. Así se lo comentamos a la Policía, tenía claro que había sido este tipo", desveló Muslera.

Francisco Dacuña, hermano de Lorena Dacuña: "Queremos que se haga justicia y que esté encerrado; con su historial es un peligro"

Francisco Dacuña, hermano de Lorena Dacuña: "Queremos que se haga justicia y que esté encerrado; con su historial es un peligro" I. Peláez

En la sesión de este martes, segunda de las cinco, también tomaron parte varias vecinas del edificio de la calle Callao donde residía Lorena Dacuña, pero que tampoco avalan el relato del procesado. Dos de las vecinas afirmaron que la madrugada de autos escucharon "un ruido, como un portazo". "Me levanté y me acerqué a la mirilla pero la luz estaba apagada", señaló una de las inquilinas del inmueble. Dos vecinas describieron que tenían trato cordial con Dacuña y la tercera que declaró que no habían hablado nunca.

También ofrecieron su versión la compañera de trabajo con la que Dacuña había salido de fiesta por La Calzada la noche del crimen. Muy nerviosa, ella sabía también de los agobios de Lorena Dacuña tras la ruptura, pero explicó que se lo habían pasado bien y habían empezado a hablar con dos portugueses. "Al salir del karaoke estuvimos hablando en un parque, pero no vimos a nadie más. Luego yo me fui y me acompañó uno de los portugueses. Lorena se quedó con el otro", aportó. Otro testimonios fueron el del capataz de Emulsa que llevó la mochila de Sánchez Merino a la comisaría -la que el portugués se llevó a la carrera del piso de Dacuña y dejó abandonada entre dos coches aparcados en la calle Daniel Cerra- y un hombre con el que la fallecida se escribía por redes sociales seis meses antes de su muerte, un relato que también tensionó a Sánchez Merino.

Compartir el artículo

stats