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La familia del hombre fallecido tras ser arrollado por un tren en La Calzada: "Le dijimos que no fuera por ahí, estamos rotos"

Juan José Navarro, de 51 años, acostumbraba a pasear con música

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Fallece un hombre al ser arrollado por un tren en Gijón Ángel González

Juan José Navarro Cuervo, de 51 años, fue arrollado ayer por un tren de Cercanías mientras caminaba por las vías entre Moreda y La Calzada. Falleció en el acto. “Le habíamos dicho muchas veces que no cruzara por ahí, además tenía la costumbre de ir escuchando música. Tenemos un dolor inmenso, estamos rotos”, lamentó su hermana, Mari Ángeles Navarro.

Los dos hermanos eran habituales del centro de día de “Calor y café”. “Él era muy buen tío, lo llamábamos en broma ‘El Torete’ o ‘El Cuervín’”, afirmaron ayer usuarios de este recurso. Y añadieron: “En un principio, no sospechamos que era él, aunque nos dijeron que había una gorra de colores en las vías como la suya... Le encantaba vestir muy llamativo, con muchos colores”.

La gorra reposaba a unos metros del cuerpo tapado. Juan José Navarro, según su hermana, acababa de renovar el carné de identidad en la Comisaría de la Policía Nacional cuando sufrió el atropello: “Tenía hora muy temprano”, afirmó ella. El accidente se produjo en torno a las nueve de la mañana. Navarro Cuervo caminaba en dirección a La Calzada, “a casa de unos amigos”. A la altura de la avenida Alcalde José Manuel Palacio, justo bajo el puente de la avenida Príncipe de Asturias, accedió a las vías para cruzar hacia la avenida de Los Campones.

Fallece un hombre al ser arrollado por un tren en Gijón

Fallece un hombre al ser arrollado por un tren en Gijón VÍDEO: C.M. Basteiro / FOTO: Ángel González

“Seguro que llevaba la música puesta, le gustaba mucho ir con los cascos mientras caminaba. Aunque la Policía no nos ha dicho si es así”, apuntó ayer Mari Ángeles Navarro. El maquinista del tren, según su declaración ante las fuerzas de seguridad, lanzó señales acústicas a las que Juan José Navarro no prestó atención. Además, según la Policía Nacional, “se encontraba en una zona de poca visibilidad”. Concretamente, en una pronunciada curva del trazado ferroviario en el límite entre Moreda y La Calzada. Navarro Cuervo había sufrido, hace unos años, un atropello de autobús. Le quedó una leve cojera que también pudo obstaculizar que esquivara el convoy. El maquinista intentó frenar, porque el tren iba a una velocidad moderada: llevaba solo medio kilómetro de recorrido desde la parada de La Calzada. Circulaba en dirección a Gijón.

Hasta el lugar del accidente se trasladaron efectivos de Bomberos de Gijón y de la Policía Local. También la policía científica. La presencia de los efectivos llamó la atención de los viandantes y vecinos de la zona. “Por aquí cruza mucha gente para ir más rápido al supermercado que hay al otro lado, ya sabíamos que iba a haber un disgusto”, lamentaron.

El teléfono de Mari Ángeles Navarro sonó en torno a las once de la mañana. Recibió la noticia más triste de su vida. “Cuando me lo dijeron rompí a llorar, no podía creérmelo”, afirmó. No le cabe duda de que lo ocurrido fue un accidente. “Mi hermano era una persona que, aunque le habían pasado cosas, quería vivir. Solía estar contento”, afirmó.

A pesar de que su vida no fue fácil. Natural de Gijón, Navarro fue al colegio en El Llano. Le trasladaron al Sanatorio Marítimo tras un diagnóstico de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). En su juventud, ingresó en prisión. “Cuando salió, le costó adaptarse”, explica su hermana. Fue entonces, con su recién estrenada libertad, cuando sufrió el atropello que le dejó una cojera de secuela.

Ángeles Navarro, hermana del fallecido, ayer, en el Albergue Covadonga. | C. M. B.

Acudía a menudo, a temporadas con mayor intensidad, al centro de día Milsoles –de reducción del daño en adicciones– de la Fundación Siloé. El lunes había ido. “Era una persona muy educada, muy amable”, afirmaron en el recurso asistencial. También recordaron en el Albergue Covadonga la última vez que lo vieron: “Vino con un chándal muy colorido y con la gorra que llevaba cuando murió. Estuvo aquí y fumó un cigarro, luego dijo que se iba a casa”. Juan José y Mari Ángeles Navarro tenían una vivienda compartida en Carbayín (Siero).

El mejor recuerdo se lo dejó a su hermana. “No solía darme besos, pero es como si la intuición le hubiera dicho algo”. El día antes de su muerte, el lunes a última hora de la tarde, se despidió de ella con un beso sonoro y le dijo que la quería.

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