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Último adiós al niño fallecido en Mareo: “No existe vocabulario para calmar este dolor”

Familia, compañeros de rugby y colegio despiden al menor en El Lauredal con un final muy emotivo tras la reproducción de su canción preferida

Sobre estas líneas, familiares y amigos a la entrada del tanatorio Jardín de El Lauredal. Ángel González

Familiares, amigos y compañeros de colegio y equipo dieron en la tarde de ayer el último adiós a E.G.S., el niño de ocho años fallecido en Mareo el pasado viernes al caerle encima una estatua de veinte kilos mientras jugaba en el jardín de su casa con su hermano y su tía. Los abrazos, los lloros y los lamentos se sintieron alrededor de la capilla del tanatorio Jardín de El Lauredal. “No existe un vocabulario suficientemente expresivo para calmar y mitigar el dolor en casos como el que nos reúne”, lamentó el párroco de Granda, José Manuel Pidal Cardeli, que ofició una celebración de la palabra.

Decenas de familias y amistades –entre los que se encontraban sus compañeros del club de rugby de La Calzada y del colegio Lloréu– fueron llegando poco a poco tanatorio, cariacontecidos por la sensible situación y aun impactados por lo ocurrido. Todos ellos aguardaron su momento en el exterior de la capilla, con la prudencia que el momento requería. Mientras la familia se encontraba dentro de las instalaciones del tanatorio, en plena intimidad, los allegados fueron firmando ordenadamente el libro de visitas entre fuertes abrazos, cabezas bajas y –muchos de ellos– con gafas de sol. Durante toda la tarde imperó un ambiente desolación, silencio y tristeza colectiva.

Todo estaba previsto para las cinco, pero la celebración de la palabra comenzó con retraso debido a que las asistencias sanitarias tuvieron que atender a una de las familiares del pequeño, desencajada por la sobrecogedora situación. Tras cerca de veinticinco minutos, la familia salió de las instalaciones en dirección a la capilla del tanatorio, en la misma finca. Tras ellos entraron el resto de compañeros y amistades.

Último adiós al niño fallecido en Mareo: “No existe vocabulario para calmar este dolor”

Previas notas musicales de un dúo al piano y al violín, tomó la palabra el párroco José Manuel Pidal Cardeli. “Hay momentos en la vida en los que sobran las palabras, porque son demasiado pobres y limitadas. Quizás este momento que ahora estamos viviendo sea uno de ellos”, compartió el religioso, quien aseguró sentir “impotencia ante semejante pena por la muerte de un niño de tan solo ocho años”: “Quisiera no tener que decir nada y poder conformarme con el silencio”. El féretro estaba decorado con flores y un globo en forma de estrella de color azul en el que iba grabado su nombre, además de las botas que utilizaba para practicar el deporte que más le gustaba: el rugby. “El accidente mortal acontecido nos deja dislocados. La muerte fulminante de un niño lleno de vida e ilusión rompe todos nuestros esquemas mentales. Hace que aflore en nuestro interior la pregunta del por qué”, manifestó el párroco entre el lamento de familiares y amigos.

El momento más delicado llegó cuando, tras las palabras de consuelo del religioso y unas últimas notas musicales a cargo del dúo presente en la capilla del tanatorio, pusieron por la megafonía una de las canciones favoritas del pequeño: “Girls Like You”, de la banda estadounidense Maroon 5. Fue en ese instante cuando el personal del tanatorio y las asistencias sanitarias comenzaron a desalojar la sala de forma ordenada debido al estado de ansiedad en el que se encontraba la madre biológica del niño. Tras ser atendida por personal psicológico durante unos minutos, la familia salió de la capilla para agradecer la presencia de los asistentes que no dudaron en intentar consolar a la familia del pequeño.

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