“Todos los cielos tienen un cuento”. También tiene un cuento el cielo que se filtra por la gran claraboya que hay en el patio interior del colegio Clarín, que ha tomado esta frase pronunciada por el premio Nadal, Alejandro Palomas, para tejer una vida educativa amparada en la literatura. En el centro al pie del Grupo Covadonga, los versos están a la orden del día. Han tenido casi por cada mes una actividad relacionada con las letras. Una de las más llamativas por su desbordante originalidad es la de adaptar los cuentos clásicos para que tengan un final más amable. “Salieron algunas creaciones alucinantes, muy creativas”, resume Carmen Aller, una de las profesoras.
Cantaba Fito Cabrales acompañado por Robe Iniesta en su canción “Ni negro, ni blanco” aquello de que “esto no es como las pelis del chico americano, donde el guapo es el bueno y los malos son muy malos”. Y ese verso viene también a resumir la actividad del Clarín de actualizar los cuentos, que tuvo lugar para conmemorar el Día Internacional del Libro. Xuan Casanova, un alumno de cuarto de primaria, se inventó su propio “Pedro y el Lobo” siendo Pedro un gorrión que se aburría en su nido y el lobo un leñador que quería talar su árbol. Sara Berrocoso, otra alumna, se inventó su propia versión de “La Cenicienta”, donde la prota, en vez de sufrir con su madrastra y sus hermanastras decidió poner pies en polvorosa e irse a Madrid a vivir la vida. Xana Marie, otra estudiante, le dio la vuelta a “Los tres cerditos” y se hizo “Los tres lobitos”. “En vez de ser el lobo el malo, eran tres lobos y un cerdo y en vez de quererse comer salían a jugar todos juntos”, explica.
Paralelamente a este trabajo, los alumnos interpretaron seis obras de teatro, la mar de graciosas. En algunas de ellas, salía Blancanieves quejosa por tener que comer manzanas, la Bella molesta porque la Bestia le pisa los pies al bailar y también la pobre Cenicienta, cansada de tener que buscar su zapato. “La cosa era ironizar sobre el cuento clásico. Con esto conseguimos que aprendan que las cosas no son del todo negras, ni del todo blancas”, comenta Carmen Aller. “Además, podemos trabajar la expresión oral, la expresión escrita, la escucha y todo lo que conlleva el teatro, que no solo es interpretar sino también aprender a trabajar en equipo”, explica esta docente, que disfruta casi tanto con estas actividades como los propios críos.
Esta actividad de buscarle la vuelta a los cuentos en realidad solo es la punta del iceberg de un trabajo docente que pivota sobre la literatura. El centro lleva años trabajando en ello y ya el curso pasado, por ejemplo, se inspiraron en la Premio Princesa, Anne Carson. Este año todo ha girado en torno al cuento clásico y ha habido casi una actividad por mes. “Nos asentamos sobre la idea del potencial que tiene el cuento clásico, el contar y cuento y que te lo cuenten”, resalta Aller.
Así, en septiembre, los pequeños se encontraron ya todo el colegio decorado con esta temática. En octubre recibieron la visita de Jaime Santirso, periodista y escritor que fue nombrado exalumno de honor. “Nos contó muchas anécdotas de cuando estuvo en Wuhan al principio de la pandemia”, agregó Aller. Así las cosas, los pequeños del Clarín también tuvieron acciones durante el magüesto y en Halloween y también durante el Antroxu. El trabajo literario se nota en todas las esquinas del colegio, donde apenas queda un azulejo de la pared sin decorar. Ni una sola puerta, porque las de las aulas están decoradas con trozos de cuentos. Como cantaba “Celtas Cortos”, en el Clarín pueden decir eso de “Cuéntame un cuento y verás que contento”. Y quien sabe si, gracias a estas actividades, en unos años de estas aulas sale algún autor o autora de renombre.
