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Jesús Kocina Palacio | Empresario y propietario del Hospital Covadonga, que compró hace ahora dos años

“Gijón hoy no podría asumir tres hospitales privados, pero la demanda está creciendo”

“Me sorprende para bien que el Principado apoye la llegada de Quirón, era un cambio del discurso necesario; ambos modelos pueden colaborar”

Jesús Kocina. MARCOS LEON

El antiguo Sanatorio Covadonga pasó hace justo ahora dos años a manos del empresario Jesús Kocina (Gijón, 1960), que ultima la reforma integral del futuro Hospital Covadonga ganando espacio por dos frentes: las antiguas dependencias de las Dominicas de la Anunciata y bajo tierra, soterrando una ambiciosa área de radiodiagnóstico. Las obras terminarán a finales de año, dejando a punto el complejo en un contexto de pleno auge de la demanda privada, que hasta ahora tenía en Gijón dos hospitales, el Begoña y el Covadonga. Kocina es consciente, sin embargo, de que la anunciada llegada de Quirón, el gigante sanitario que proyecta un gran hospital en Nuevo Gijón, cambiará sustancialmente el mapa sanitario de la región, pero confía en que los complejos privados más pequeños “y con encanto” como el suyo puedan convivir con un modelo de atención más personalizado.

–Con la reforma de su hospital, las mejoras en el Begoña y, ahora, el futuro complejo de Quirón en Nuevo Gijón, parece que la sanidad privada vive un buen momento.

–Sí, Asturias, a nivel de sanidad privada, nunca tuvo la fuerza de otras comunidades autónomas porque siempre estuvo muy vinculada al sector público. Ahora es verdad que está creciendo mucho. Creo que la pandemia ha hecho ver que la pública tampoco puede absorberlo todo y que el sistema privado puede cubrir esa demanda por una cantidad muy módica. Nunca entendí que se hable de la medicina privada como algo solo para ricos.

–El contrato de pólizas parece estar subiendo.

–Sí, es que hay tarifas desde 40 euros, y las hay muy completas por 80 y 100 euros al mes que te cubren muchas cosas. Estaríamos hablando de dos euros diarios, yo eso no lo veo como algo restringido solo para ricos. Creo que también es un buen momento para que la gente entienda, y con esto de las pólizas parece que hay avances, que la sanidad privada puede ser bueno para la pública, y no al revés. Por eso me sorprende, para bien, ver que el consejero de Salud apoya la inversión de Quirón en Gijón. Yo no lo esperaba y es un cambio de discurso necesario en esta región. Porque la medicina privada también puede dar un servicio público.

–¿Cómo de avanzada va la obra del Hospital Covadonga?

–Al 50 o 60 por ciento ahora mismo. Sigo esperando que quede lista a finales de este año. Estamos a punto de terminar Urgencias y ya hay varias plantas listas.

–La crisis de materiales habrá pasado factura al presupuesto inicial.

–Sí... Se han incrementado los costes en alrededor de un 30 por ciento, sí. Pero tampoco voy a llorar porque le está pasando a todo el mundo en cualquier tipo de obra. Es lo que hay. Si hubiésemos hecho esta obra hace dos años nos habría salido mucho más barata, pero las circunstancias son las que son.

–El área de radiodiagnóstico, soterrada, será una de las novedades más llamativas. Y de las más caras. ¿Cómo va?

–El edificio soterrado está hecho, ya casi terminado. Ahora estamos con las instalaciones. Esperamos poder meter la maquinaria este verano. La resonancia de tres teslas y el resto de equipos nos permitirá tener un servicio que en la red privada ahora mismo no existe, así que esperamos que eso nos permita potenciar Urgencias. Podremos dar resultados de diagnóstico de imagen muy rápidos y a cualquier hora del día. Era una de las grandes apuestas.

–¿Cómo será el Hospital Covadonga respecto al antiguo sanatorio?

–El cambio tras la reforma se resume precisamente en ese cambio de nombre: pasamos de ser un sanatorio a ser un hospital. Queremos ser no muy grandes en tamaño, pero sí un hospital con la tecnología y medios de un hospital más grande, porque creemos que eso, en un complejo más pequeño como el nuestro, nos da cierta exclusividad. Ahora estamos buscando a los mejores profesionales para dar el servicio.

–Que no sobran...

–Es terrible. No hay manera de dar con buenos profesionales, también porque la pública ahora beneficia al que no trabaja en la privada. Pero siempre hay buenos médicos que sí apuestan por este modelo. Ahora es verdad que la escasez es terrible tanto en médicos como enfermería, tanto para la pública como para la privada. Es uno de los grandes problemas que tenemos todos los del sector, pero se va logrando.

–¿Ya han podido valorar cómo ha impactado la saturación de la red pública por la pandemia sanitaria en la actividad del hospital?

–Mi gestión empezó con la pandemia, así que estamos intentando estudiarlo ahora, pero es difícil. Seguramente el año que viene será el primero en el que podremos ver cifras más realistas de nuestro volumen de actividad. Por ahora, yo es verdad que estoy contento. Desde que empezamos con este proyecto se ha duplicado la facturación y el objetivo es triplicar o cuadriplicar esos números. Pero entre obras y pandemias es complejo de calcular con precisión ahora mismo.

–¿Tras la pandemia cree que se normalizará realizar pruebas diagnósticas y pequeñas intervenciones en la privada? Hasta ahora ese aumento reciente podría haberse debido a unas listas de espera públicas que están bajando.

–Sí ha cambiado la forma de pensar de la gente y que la demanda privada va a ir a más. Pero aquí es importante recalcar, de nuevo, que ese cambio no implica ir contra la pública. Más actividad en la privada permite a la red pública mejorar y optimizar su gestión. Con nosotros podrían quitar listas de espera a un precio más económico. Es que cuando escucho eso de que la sanidad pública es gratis no sé muy bien a qué se refieren. La pública no es gratis, nos cuesta a todos. Y al ciudadano le da igual quién le haga qué, solo quiere no tener que esperar meses y meses. La red privada también puede dar un servicio público y que puede resultar incluso más eficaz y más económico para la administración. Siento que esto no se acaba de entender.

–¿Está hablando de pólizas de seguro o de hacer conciertos con la administración pública?

–De ambas cosas, pero lo segundo no se hace, solo con concertados. Pero, ¿qué son en esencia el Hospital de Jove y el de Cruz Roja? No sé por qué se ve bien hacer conciertos con concertados y mal con privados, si ninguno de los dos modelos pertenece a la red pública. Es una cuestión de mentalizarse. Yo estaría encantado de atender a gente del sistema público.

–En Asturias no parece que ese modelo de contratos con la red privada sea una línea de actuación prioritaria. ¿Hay referentes en otras comunidades autónomas?

–No, hasta ahora en Asturias no se hace, pero en otras comunidades sí. Madrid es el ejemplo más claro, también porque allí el volumen de actividad es mucho mayor y no queda otra. La cuestión es que no hay que pelearse. La red privada y la pública pueden colaborar, a mí me gustaría que se pudiese hacer.

–La llegada de Quirón, sin embargo, ya son palabras mayores. Proyectan un complejo sanitario mucho más voluminoso. ¿Puede asumir Gijón tres hospitales privados, sobre todo con uno nuevo de tal magnitud?

–Ahora mismo, yo no lo veo, la verdad. Otra cosa sería si cerrásemos los demás (ríe). Ahora bien, yo veo que no hay suficiente demanda en este momento, pero la de Quirón es seguramente una apuesta de futuro, y ahí la demanda está claramente aumentando. Ahora mismo parece difícil, pero en unos años... No son nuevos en esto: si vienen es porque tienen claro que es viable. Por su tamaño, el de Quirón será el gran hospital privado de Asturias junto al Centro Médico. Los demás, los más pequeños, tendremos que adaptarnos a esa coyuntura. Pasa como con los hoteles, que hay gente que se va a los más pequeños por le ven más encanto. Yo tengo los metros que tengo, no puedo ofrecer siete quirófanos como Quirón, pero sí puede centrarme en ciertas patologías, las más habituales, y ofrecer estancias en habitaciones muy cuidadas.

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