“Tuvimos un 2020 con pinzas, un 2021 que más o menos se normalizó todo, y ahora esperamos que en 2022 el incremento de lectores y ventas que se experimentó durante la pandemia llegue a su culmen ahora que ya es un año normal”. Javier Melón es el responsable de la Librería Central. Es uno de los participantes locales en la Feria del Libro, que se inicia este jueves, y que contará con récord de participantes (63), entre librerías, editoriales e instituciones. La cita, tras dos años de limitaciones por la pandemia, vuelve a celebrarse sin restricciones. La sexta edición llega en un momento ideal para el despegue de las librerías locales, que vieron cómo el número de lectores aumentaba durante el confinamiento, y que espera ahora mantener en la mayor medida de lo posible. “La Feria del Libro no soluciona el año en ventas. Es una inversión de cara al resto del año, ganar lectores y que el libro esté presente”, cuenta Rafa Testón, de la Librería La buena letra.
El paseo de Begoña y la calle Francisco Tomás y Valiente son los espacios en los que se situarán los stands. Serán cuatro días de mucho trabajo y visitas. Pero los libreros ya están mentalizados. “Hay que duplicar la estructura, salir a la calle acarrea una serie de gastos, porque el negocio sigue abierto, pero nos beneficia mucho”, cuenta Lara Meana, del Bosque de la Maga Colibrí. “No siempre tenemos una plataforma así, hay mucha agente que todavía tiene una barrera con las librerías, que se diluye cuando lo sacas a la calle, como si hubiera menos miedo a mirar libros”, subraya.
La Feria del Libro, en su sexta edición, se presenta como una oportunidad ideal para que los negocios locales puedan dar un empujón tras dos años de restricciones por la pandemia, en los que atravesaron momentos muy duros. “En la pandemia se recuperó el hábito lector y muchos lo mantuvieron”, cuenta Rafa Testón. “Desde la pandemia se lee más, pero echo en falta que lo haga más la gente joven”, cuenta Jaime Valdés, de Toma 3, que abre una línea de debate y autocrítica, sobre uno de los puntos en los que deben crecer en el futuro: “Algo tenemos también que replantearnos, bien con los autores que ofrecemos, pero tenemos que engancharles más a los jóvenes”.
Otro de los puntos que esperan con muchas ganas las librerías gijonesas es el contacto con las editoriales asturianas. “Es un intercambio entre ellos y nosotros importante, para dar visibilidad a lo que buscan los clientes, nos da un plus, que el editor nos explique”, destaca Valdés. “Que tengan caseta propia nos ayuda, es una forma de ver su catálogo, para ofrecer más títulos luego y que se creen lectores de editorial y se potencie lo de aquí”, subraya Testón.
Desde este jueves y hasta el domingo Gijón acoge la sexta edición de la Feria del Libro con 63 participantes, repartidos en 57 stands. Y con la ilusión de que esta promoción sirva como un pequeño alivio dentro de la dificultad que afrontan todos los comercios, ante la subida de todos los gastos de energía y materiales. “Los gastos comunes suben, pero el precio del libro es fijo por ley, no podemos encarecer el libro como otros, así que estamos teniendo que cobrar el envoltorio de regalo. Desde noviembre aumento un 50% el precio del papel”, destaca Lara Meana, que se muestra no obstante optimista: “A la gente le impresionó mucho esa sensación de todo cerrado, ver como si fuese el apocalipsis del futuro, se dieron cuenta un poco también de que había que apoyar el comercio local, hubo un regreso al pequeño comercio, se está volviendo a diluir, la feria es necesaria, para decir que estamos aquí”, concluye.
