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El Botánico deja crecer la hierba: así es el nuevo método de gestión del jardín

La reducción de la frecuencia de siega busca mejorar la biodiversidad: “Queremos una nueva gestión de los espacios verdes”

Césped en el Jardín Botánico. | Á. G.

Tranquilidad. Ni se trata de incorporar una selva al muestrario vegetal que ofrece el Jardín Botánico Atlántico al visitante ni nadie se ha olvidado de hacer el mantenimiento de las colecciones de la gran joya verde de Gijón. Desde hace unas semanas desde la actual dirección del Botánico, dependiente ahora de la concejalía de Medio Ambiente, se ha optado por reducir la frecuencia de siega de algunas de sus zonas con el objetivo, explican, de “inspirar un nuevo modelo de gestión de los espacios verdes en nuestras ciudades”.

“Reducir las siegas mejora la sostenibilidad, porque se gasta menos en combustible para la maquinaria y mejora la biodiversidad vegetal, y por tanto la fauna porque llegan los insectos y detrás de los insectos, las aves”, explica Luis Miguel Álvarez, jefe del servicio de Protección y Educación del Medio Natural del que depende el Botánico. Quizás la controversia esté en la belleza del resultado de la operación. “Nosotros pensamos que es más bello, es como aquello de la arruga es bella, pues la hierba es bella”, bromea Álvarez aunque entiende que no todo el mundo piensa igual. De hecho, el personal de parques y jardines del Ayuntamiento ya experimentó con la reducción de siegas en algunas zonas y recibieron tantos aplausos como tirones de oreja. Hubo quien criticó que se daba una imagen de desaliño y descuido de la ciudad. Para el responsable de Educación del Medio Ambiente resulta curioso ver “los distintos estándares de paisajismo que tenemos para el medio rural y el urbano. En la ciudad parece que queremos tener el césped como una moqueta”.

Y precisamente no es una moqueta segada al milímetro lo que se puede ver en, por ejemplo, la pradera de la aliseda o en el espacio boreal americano. Allí se ha reducido por cuatro la frecuencia de siega y aseguran desde el Botánico “zonas que eran una gran explanada verde sin apenas flores son ahora una explosión de color”. Incluso han dado un paso más recreando un prao de siega como un espacio en evolución que se nutrirá de semillas llegadas de praos del medio rural asturiano. La primeras se han ido a buscar a Ponga. Esta pequeña zona, en la que pronto habrá una señalización explicando la iniciativa, se está desarrollando en base a los principios del proyecto europeo SOS Praderas, donde han participado miembros del equipo científico del Botánico.

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