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Un quiosquero en expansión: así es la vida con cuatro negocios a la vez

Ignacio González Villa abre su cuarto negocio en la ciudad tras treinta años de experiencia en el sector: «El truco es levantarse a las cuatro»

Por la izquierda, Bruno Plasencia, Yaiza González, Ignacio González, Nora González, Noelia Menéndez, Silvia González e Icíar Fernández posan a la entrada del quiosco Continental. | Ángel González

A Ignacio González Villa no le dan miedo los retos empresariales. A sus 45 años y con más de 30 trabajando en el sector es dueño de los quioscos Adaro, Momar y El Muelle. Por si fuera poco, hace unos días asumió un cuarto negocio, en el Continental, en la calle Vicente Innerarity. «El truco está en levantarse a las cuatro de la mañana y trabajar, no hay más», asegura González, quien reconoce que hacerse con un cuarto local no estaba en sus planes, pero de golpe vio una oportunidad. «Si hay otra y las cuentas cuadran, cogeremos el quinto», asegura, rotundo.

González se expresa en plural porque va de la mano en el negocio con su mujer, Noelia Menéndez. Aunque ella se dedicaba a la hotelería decidió cambiar su rumbo hace tiempo. No les ha ido nada mal. Ahora tienen cuatro quioscos y cuatro empleados: Bruno Plasencia, Silvia González, Icíar Fernández y Yolanda Collantes. «Los únicos que no descansamos somos mi mujer y yo», asegura González, quien admite no haber tenido un fin de semana libre durante los últimos diez años: «Hace dos semanas nos escapamos a Galicia. Pero hasta entonces, nada». Vende diarios regionales y nacionales, con LA NUEVA ESPAÑA como «una de las cabeceras de referencia», entre otros productos.

Lo de los quioscos le viene en la sangre. Sus padres tenían el de la plaza del Carmen y luego él regentó el de Jardines de la Reina. Cuando se vio obligado a cerrar este por decisión municipal, se trasladó al más antiguo de los cuatro que tiene: El Muelle, situado en la calle Linares Rivas. Lo abrió hace seis años y al poco decidió expandir su negocio. Cuatro años después, abrió el Adaro y dos años más tarde, el Momar. La semana pasada inauguró el cuarto: el quiosco Continental. «Desgraciadamente te vas a aprovechando de que van cerrando otros quioscos y al final vas cogiendo la clientela», afirma el empresario.

González asegura que el sector del quiosco atraviesa momentos turbulentos, pero se mantiene en plena forma, a pesar de que los esfuerzos no son pocos. «Un día normal me levanto a las cuatro de la mañana, incluso los fines de semana, y empiezo a repartir con el coche como un loco, al precio que está la gasolina. Llegan todos los periódicos al quiosco Adaro y desde ahí dividimos al resto, a otros quioscos, a domicilios y a cafetería», desarrolla. «Hay que trabajar mucho, no vale sentarse a esperar. Pero si te dedicas en cuerpo y alma, lo sacas adelante», subraya.

Para sacar adelante los cuatro quioscos trabajan el propio Ignacio González como responsable; Noelia Menéndez, en el Adaro; Bruno Plasencia, en El Muelle; Icíar Fernández, en el Momar; y Silvia González, en el Continental. Además de Yolanda Collantes. «Trabaja una persona por quiosco, pero también se necesita gente para dar descansos. Los únicos que no tenemos descanso somos mi mujer y yo. Los demás tienen sus días libres y sus vacaciones. Hay que dar ejemplo», subraya González, quien asegura que «si nosotros ya estamos trabajando a las cuatro de la mañana, ellos llegan sobre las seis». «Por la tarde también nos quedamos más tiempo», prosigue.

«Para poder descansar tendría que meter a una persona que hiciera mi trabajo y no es posible», lamenta el quiosquero, quien asegura dar salida a unos 1.200 periódicos diarios: «Es una cantidad importante, pero hay que moverse mucho para conseguirlo. No vale estar parado». El truco, además del trabajo duro, es «rodearse de un buen grupo humano». «No tenemos empleados, son amigos», incide González. «Ellos tienen un trabajo, lo valoran y luchan por él. Saben que aquí va todo por el libro y los primeros en cobrar son ellos. Lo único que quieren, al igual que nosotros, es tirar hacia adelante», remata.

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