Ya a media tarde empezaba a faltar sitio en el templo de San Nicolás de Bari para acoger todas las coronas y centros florales que se enviaban para arropar el féretro de Fernando Fueyo. La capilla ardiente del religioso protagonizó un goteo constante de parroquianos y vecinos para rendir sus respetos ante un religioso a quien desde hace ya años todos llamaban en confianza “el páter”. “Fue el ejemplo de cómo hacer barrio, en El Coto logró cohesionar a creyentes y no creyentes en una parroquia que siempre tuvo las puertas abiertas. Nos deja tristes, pero tranquilos por saber que dejó el trabajo bien hecho”, lamentó Christian Guisado, líder vecinal de El Coto. Sobre el féretro de Fueyo se colocó su partida bautismal en San Pedro, regalo del párroco Javier Gómez Cuesta, y el icónico cuaderno en el que apuntó las más de 26.000 misas oficiadas.

Gracias a Fueyo, en San Nicolás siempre había algo que celebrar: sese entregaban todos los años premios al mejor feligrés y se vendía lotería por todo el barrio para financiar comidas y excursiones y que solían concretarse en un sorteo que el propio Fueyo dirigía al final de una misa con mucha gracia, como si estuviese en un concurso de la televisión. Eran también habituales las campañas de recaudación de alimentos y materiales para los menos favorecidos. “Una cosa que tenía Fueyo era que no sabía decir que no. Si podía ayudar, lo hacía. Esta parroquia ha sacado de apuros a muchísima gente”, concretó Manuel Álvarez, feligrés y mano derecha del sacerdote en los últimos años.

Así fue la emotiva capilla ardiente de Fernando Fueyo, histórico capellán del Sporting y párroco de El Coto

Así fue la emotiva capilla ardiente de Fernando Fueyo, histórico capellán del Sporting y párroco de El Coto Marcos León

En sus últimos meses como párroco, necesitó de la ayuda del sacerdote adscrito Luis Miguel Menes, de quien había sido profesor en los años de seminario. “Las anécdotas con él son imposibles de resumir”, reconocía ayer, apenado. “Era una excelente persona, de esos amigos con los que podías contar en momentos difíciles. Tenía esa coña marinera que solo podían tener los gijoneses”, lamentó, por su parte, Manuel Pecharromán, exedil del Partido Popular y viejo amigo del fallecido. “Fue, simplemente, el padre de esta parroquia. Lo creó casi todo desde cero y nos hizo destacar”, agradeció, por último Aurelio Otero, coordinador de catequesis de la parroquia.