Los vecinos de Somió no tenían ninguna gana de marcharse ayer a casa. Los parroquianos más madrugadores estaban en el templo de San Julián ya a las ocho de la mañana, cerrando los últimos retoques de las tres alfombras de colores que engalanaron la iglesia para el Corpus Cristi, y los más enérgicos que acudieron a la comida de confraternización organizada por la asociación vecinal no saldaron la jornada hasta bien entrada la tarde. El Corpus de Somió, una de las fiestas más importantes de la parroquia, llevaba dos años sin celebrarse con normalidad por el contexto de pandemia, así que la cita de ayer fue también para los vecinos su primer “gran reencuentro”, en palabras de Soledad Lafuente, líder vecinal.
La iglesia parroquial lució ayer tres coloridas alfombras de flores, una de ellas en la parte exterior del templo, que fue la que se tuvo que montar a primera hora de la mañana. La decena de vecinas encargadas de la tarea habían hecho una ronda por las casas de la parroquia el sábado para recoger todo tipo de flores y elaborado esa misma tarde las dos alfombras interiores. “Los diseños ya los sabíamos, así que el montaje, a estas alturas, ya no nos cuesta gran cosa”, presume Lafuente. La misa, con alrededor de una veintena de niños vestidos con sus galas de la Comunión, estuvo amenizada por la Banda de Música de Gijón y por la agrupación coral de la parroquia. Más de un asistente tuvo que conformarse con seguir el oficio de pie, y varios, viendo lo multitudinario de la cita, abogaron por dejarse puesta la mascarilla. La asociación vecinal, después, convidó a los asistentes a bollos preñaos y sidra, y varias decenas se apuntaron a una comida de confraternización que tomó como sede las instalaciones del Somió Park. “Fue nuestro gran reencuentro, y se notaba que la gente tenía ganas”, aplaudió la presidenta.
