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El colegio San Vicente renueva sus ilusiones de cara al próximo curso

El centro celebra su primer claustro en la calle Caridad tras el derrumbe al completar las obras de reparación del centro: "Ha sido muy duro"

El director Manuel Fuertes, ayer, en la azotea del colegio San Vicente de Paúl, ya reparada. En el recuadro, la misma azotea del centro de la calle Caridad, con parte del techo de las aulas afectadas, minutos después del derrumbe, el pasado 5 de enero. | Juan Plaza

Con la satisfacción del deber cumplido tras varios cursos convulsos y las ilusiones renovadas, la comunidad educativa del colegio San Vicente de Paúl celebró ayer su primer claustro en el centro de la calle Caridad después de que las obras de reparación de la estructura, afectadas por un derrumbe el pasado mes de enero, hayan llegado a su fin a falta de labores de limpieza y pintado de las aulas y pasillos. "Entre la pandemia y este último año han sido varios cursos complejos, muy duros para el equipo directivo, aunque la gestión ha sido muy satisfactoria, especialmente este año. Pero en este colegio somos una familia, una unidad, y eso ayuda a seguir adelante", confiesa Manuel Fuertes, director del centro.

Uno de los pintores, rematando las labores. | Juan Plaza

La idiosincrasia del San Vicente, donde profesores, dirección, familias y alumnado están a partir un piñón ante cualquier adversidad, se palpó desde aquella trágica mañana del pasado 5 de enero en el que un derrumbe segó la vida de dos obreros que realizaban reparaciones e inhabilitó el centro para la docencia. Los alrededor de 670 alumnos tuvieron que retomar las clases de forma digital a la vuelta de las vacaciones navideñas, pero con la incertidumbre de no tener un espacio donde recuperar la ansiada presencialidad, clave para la interactuación de los pequeños escolares. "Todo ese mes que estuvimos online, sin un sitio donde ubicarnos, tanto profesores como familias se desvivieron. Apenas hubo doce o trece alumnos que se dieron baja, que es solo un 2 por ciento, pues que en estos casos hay muchas familias que se irían ante una situación así, pero eso revela el cariño y apego que existe al colegio", reflexiona Manuel Fuertes, que durante esa etapa fueron muchas sus horas de trabajo y pocas las de sueño. Trabajo a contra reloj que resultó vital.

Pupitres y materiales, de regreso al San Vicente.

En medio de la conmoción y de los temores, se encontraron con la mano tendida del colegio Patronato San José, de las Hijas de la Caridad, las mismas que otrora gestionaron también el San Vicente. Casi en tiempo récord lograron aprovechar los espacios y reubicar allí a todo el alumnado, tras el visto bueno de la Consejería de Educación. "La ayuda fue inestimable", agradece Fuertes, que ayer supervisó la retirada de las aulas modulares que estuvieron utilizando este año en el centro educativo. "Fueron cuatro meses los que estuvieron en el colegio y el resultado ha sido muy satisfactorio, porque la convivencia entre los dos colegios ha sido enriquecedora para todos. Ha sido una simbiosis perfecta, ejemplo de mucha solidaridad y generosidad. Estamos muy agradecidos de haber formado parte de la historia colegial del San Vicente, siempre estaremos hermanados", aporta Lorena Barreñada, directora del Patronato San José, convencida de que "con voluntad y esfuerzo se pueden conseguir las cosas". De hecho, mantendrán esa unión el próximo curso con "alguna actividad que estamos pensando".

Retirada de las aulas modulares en el Patronato.

Con los alumnos completando las clases en esas aulas modulares que ayer comenzaron a desmontarse, la dirección del San Vicente se esforzaba en lograr reparar el edificio y retomar las clases el próximo curso desde septiembre. "Los técnicos siempre nos trasladaron optimismo, pues la estructura no estaba afectada y nos decían que las labores de poner vigas y echar el forjado sería un mes, que quizás tardasen más los últimos retoques. Vimos mucha concienciación en las empresas que han trabajado con nosotros para que los niños pudiesen volver a sus clases el próximo curso", agradece Fuertes.

Techos nuevos, están rematando las labores de pintura y han comenzado a planificar el curso próximo, en el que perderán un aula de tres años (han presentado alegaciones ante el Principado). En breves celebrarán, además, el último consejo escolar, con los representantes de la AMPA que han llevado en volandas a la dirección del centro. Los 300 pupitres y las mesas que utilizaron en el Patronato ya están de vuelta a la espera de terminar de instalarlos en un colegio rehabilitado que vuelve con sus mismos valores de unidad y renovada ilusión.

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