Aún faltaba una hora para que diera comienzo el espectáculo The Hole X, que se podrá ver en Gijón hasta el 14 de agosto, pero los más impacientes ya esperaban frente a las carpas del Antiguo Astillero. Al otro lado de la puerta, entre bambalinas, el ritmo era mucho más frenético. "Los artistas suelen estar aquí dos horas antes del comienzo de la función", explicaba la gerente, Carla Enkil. Poco antes, "las Super Nenas", dos de las intérpretes, habían estado preparando su coreografía, después de que la anterior bailarina se lesionara en San Sebastián y su suplente, Silvia Dopazo, se aprendiera el baile en dos días. Irene López, directora residente y artista, reconoce su labor: "Se requiere mucho talento. El artista debe entrar sabiendo la velocidad con la que trabajamos".
La mayoría de esos actores, dice, incluso los invitados, llevan formando parte del elenco durante varias ediciones. Pero en un show como este, los intérpretes, acróbatas o cantantes son solo una parte de la plantilla. "Aquí trabajan hasta cincuenta personas: artistas serán unas 15, técnicos otras 15, montaje de la carpa, 10 y de bares, otros 10", aseguraba Enkil. Sin contar a la rata "Ali", un "personaje" clave en la trama. En ciudades como Gijón, donde necesitan instalar carpas, contratan a más personal para el montaje. Pero el esfuerzo tiene su recompensa. "La gente se piensa que viene a ver teatro, pero realmente es una fiesta", destaca el maestro de ceremonias Víctor Palmero, quien resalta la importancia del público en esta celebración: "Son un personaje más". Un show, que, según la directora, hace libres a los asistentes: "Es un soplo de aire fresco que aparece cuando la sociedad más lo necesita".
