Se construyó en 1962 sobre una antigua pista de patinaje como un mero complemento temporal a la zona infantil del parque de Isabel la Católica, pero en ese lugar sigue 60 años después el Parque Infantil de Tráfico. En ese lugar y en la memoria de miles de gijoneses al que el anuncio del traslado de la instalación al parque de los Hermanos Castro ha hecho recuperar aquel momento de la infancia donde, con su bici, trazaban curvas y paraban ante los semáforos del circuito de educación vial para ganarse el carné de buen conductor. Después tendrían esa misma experiencia sus hijos... y sus nietos.
Las crónicas periodísticas de 1962 cuentan que el parque se abrió al público el 5 de septiembre con una dotación de seis coches de pedales y seis bicicletas y el plan de perdura unos días. Que la Jefatura Central de Tráfico montara este parque lo había conseguido la sociedad de festejos Gifesa dentro de su plan de festivales infantiles para el año y para los hijos de entre 6 y 12 años de sus socios se repartían boletos para participar en las pruebas de la sesión inaugural, a la que asistieron todas las autoridades de la época.
También participaron en esa primera sesión pequeños del Hogar de San José y del Sanatorio Marítimo. Bonifacio Lorenzo, presidente de Gifesa, dio vida al Parque Infantil de Tráfico al conectar el semáforo que ocupaba el centro del complejo. Hasta ahora.
Y es que esa sólo fue la primera apertura porque, tras dar el salto de una propuesta provisional a estable, llegó en 1966 la gran inauguración oficial con la presencia del Ministro de Gobernación, Camilo Alonso Vega, que se paseó por unas más que mejoradas y ampliadas instalaciones. Un año después se construiría un graderío para 468 personas que también fue ampliado con el paso del tiempo. Y ya en los años noventa se acometería una reforma de las instalaciones y la construcción de un edificio preparado para dar clases teóricas a 3.500 niños. Costó 67 millones de pesetas.
Uno de los encantos del Parque era su estética de pueblo diminuto donde las calles por las que transitar los niños en bicicleta o kart rodeaban casas, una iglesia e incluso el Ayuntamiento con una réplica a pequeño tamaño de la Casa Consistorial gijonesa.
Por las calles de ese pueblo pasaban, antes de la pandemia, alrededor de 15.000 escolares cada año: una gran mayoría con el cole. Al Parque no solo se iba, y se sigue yendo, a aprender a parar cuando el semáforo está en rojo. También se dan nociones para actuar en caso de un accidente de tráfico o aprender las señales de circulación. El carné de buen conductor conseguido sobre las dos ruedas de la bici era garantía de poder pasarse a las cuatro ruedas del kart en verano. Así ha sido durante sesenta años en Isabel la Católica. Y así pueda que sea a partir de ahora en el parque de Hermanos Castro.