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La figura de la semana Miriam Fanjul Fernández Bióloga por la Universidad de Oviedo, trabaja en Melbourne (Australia)

La investigadora risueña del Clarín

La científica gijonesa, discípula de Carlos López-Otín, lleva una década en Oceanía descifrando el genoma humano en busca de mejorar la salud

La investigadora risueña del Clarín

Miriam Fanjul Fernández es una persona estudiosa, aplicada y amante de la naturaleza. También es una mujer exigente. En ocasiones demasiado, sobre todo consigo misma. Quizá sea una de las facetas que la han llevado hasta donde está ahora mismo. Vive en Melbourne (Australia) con su pareja, el también gijonés Pablo Santurio, y su mascota, "Xana", un pastor australiano con esencia asturiana. Lleva en Oceanía desde 2012 dedicándose en cuerpo y alma a la investigación del genoma humano. Es allí, a 17.400 kilómetros de Gijón, la ciudad que la vio crecer, donde ha encontrado un lugar en el que desarrollarse personal y profesionalmente.

Es la pequeña de tres hermanos. El mayor, David, también vive en Australia; el mediano, Alejandro, reside en Zaragoza. David es ingeniero de Caminos en Sídney y Alejandro es ingeniero de Telecomunicaciones. A pesar de la distancia, no hay kilómetros suficientes para romper el vínculo que los tres han mantenido desde que eran unos niños. Tanto el suyo como el que los tres mantienen con sus padres: Julio Fanjul y Maite Fernández. Son joyeros de profesión, ya jubilados, pero sus tres hijos optaron por tomar unos rumbos dispares. En el caso de Miriam Fanjul el que siempre buscó: ligado a la ciencia y la biología.

La investigadora risueña del Clarín

La investigadora risueña del Clarín

Sus estudios primarios los cursó en el colegio Clarín, del que guarda un recuerdo especialmente satisfactorio y que esta semana le preparó un homenaje. El instituto que la vio crecer fue El Piles. Y de ahí dio el salto a la Universidad de Oviedo, donde en 2007 se graduó en Biología. Siempre estudiante de matrícula de honor, no cesó con su etapa educativa. Al poco de terminar el Grado comenzó un doctorado en Biología Molecular y Genómica del Cáncer. Fue en ese punto cuando conoció a Carlos López-Otín, al que considera un maestro.

Mientras sacaba el doctorado se fue a Australia, gracias a la beca FPU, concedida por el gobierno estatal. En principio iba para cuatro meses, pero no fue así. Estuvo cuatro meses trabajando en un laboratorio del Royal Children Hospital de Melbourne, al que le acababan de conceder un proyecto para estudiar las causas genéticas del autismo. Tras finalizar la tesis doctoral, ya en 2013, ese mismo laboratorio le ofreció un puesto de trabajo para continuar los estudios del autismo, dentro de un proyecto dirigido por la reconocida doctora Ingrid Scheffer. La oportunidad para ser investigadora en Australia era de tres años, pero las opciones a futuro eran esperanzadoras. Y así fue. Diez años después de dejar Gijón por Melbourne hace un par de meses que su pareja y ella lograron la nacionalidad australiana. Además, el pasado mes de junio se incorporó a Illumina, una empresa cuya misión se alinea con la suya: descifrar el genoma para mejorar la salud.

Su labor como científica es acercar al sistema sanitario una medicina personalizada de calidad, de modo que sea accesible para todos los pacientes. Su foco es el análisis del genoma humano. Es decir, buscar cuál es esa falta causa una enfermedad en nuestro libro de ADN.

Quienes la conocen la definen como una persona risueña, constante, perseverante e inteligente. Le gusta pasar su tiempo libre en compañía de su familia y sus amigos. En el caso de los de Asturias, unas amistades, las del colegio y las de la universidad, que ha sabido regar y mantener con el paso de los años, a pesar de la distancia. Intenta gastar todas las horas que el trabajo el permite en mantener el contacto con sus padres y hermanos a través de videollamadas. A pesar de que no tiene hijos, tiene dos sobrinos (un niño y una niña) a los que quiere con locura. El tercero, que será otra niña, nacerá el próximo mes de enero. A causa de la pandemia y la carga de trabajo llevaba, hasta esta semana, cinco años sin visitar Gijón. No obstante, sus padres, que no pueden estar más orgullosos de ella y sus hermanos, suelen ir a Australia una vez al año para verla a ella y a David.

Si bien Miriam cruzó fronteras por el proyecto de investigación al que accedió durante su etapa del doctorado, lo que ha llevado a la pequeña de los Fanjul Fernández a asentarse en Melbourne es la multiculturalidad, sus gentes extrovertidas, la climatología y la calidad de vida. A día de hoy se encuentra cómoda en Australia, pero la distancia no es plato de buen gusto para nadie. Es por ello que, si surgiera una buena oportunidad laboral, mantiene una opción abierta para regresar a Asturias, a su casa, para estar más cerca de sus familiares y amigos de la infancia.

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